COLUMNISTAS

El recuento de los daños

 

Por Ricardo Homs

El daño más profundo que nos dejará esta “Cuarta Transformación” es invisible, pero determinante para el futuro del país.

Su narrativa y acciones están cambiando la idiosincrasia de los mexicanos. Está acostumbrando a los sectores que antes se esforzaban por ser productivos, -pues el mexicano en esencia es esforzado y trabajador-, a recibir el dinero fácil… a estar esperando el chequecito de la seguridad social, por citar sólo un ámbito de impacto.

Vivir de los programas sociales genera dependencia y esto se convierte en manipulación del voto en época de elecciones, como las que se vislumbran a corto plazo.

En el presupuesto federal que acaba de aprobar la Cámara de Diputados para 2023 se han sacrificado partidas que beneficiaban a sectores vulnerables como los niños, los cuales no votan y en contraste se van a fortalecer las ayudas a adultos, que se sentirán comprometidos a dar su voto a Morena para no perder las “ayudas sociales”.

También vemos que la narrativa cotidiana de la 4T está contaminando la mente de los jóvenes, a los cuales no estimula a ser productivos ni a esforzarse, sino que les envenena el espíritu con rencores, resentimientos y esto invariablemente lleva a lo que se le llama elegantemente “reivindicación social”, pero que en palabras llanas equivale a revancha.

¿Qué será de estas generaciones que ya están con el ánimo envenenado?

Los más violentos seguramente van a dar a la delincuencia organizada, en busca del dinero fácil. Los otros, simplemente se marginarán del desarrollo y se conformarán con sobrevivir con las ayudas sociales.

La cultura del “dinero fácil” es parte de este nuevo contexto surgido en los últimos años. Es la búsqueda del dinero de forma inmediata con el mínimo esfuerzo, lo cual sabemos que difícilmente se logra si no se invierte esfuerzo y trabajo cotidiano.
A final de cuentas, el dinero fácil se obtiene, -o quitándoselo a quien lo tiene-, o tomándolo del erario público, lo cual es un delito. También se logra practicando la corrupción.

Si durante muchas décadas la corrupción significaba un diez por ciento del monto contratado, en los últimos años llegó a exigirse el 30% o incluso, el 40%, que es lo que hoy prevalece, aunque en la narrativa presidencial se dé considere un vicio ya superado. Esto está encareciendo la economía y haciendo inviables los negocios de obras públicas y vulnerables a las finanzas públicas.

También debemos considerar que esta fascinación por el dinero fácil en el común de la gente cotidiana se canaliza a través del uso irresponsable del crédito, promovido por las tarjetas bancarias, lo cual significa disfrutar hoy de comodidades comprometiendo los ingresos futuros. El endeudamiento puede terminar siendo una trampa que impide construir un patrimonio sólido, como lo formaban antiguamente las familias mexicanas. Sin embargo, el abuso crediticio se soluciona con educación para el consumidor y control para exigir a los bancos mayor responsabilidad en la entrega de tarjetas de crédito.

En contraste, lo que pone en riesgo la seguridad nacional es envenenar la mente de las nuevas generaciones con las narrativas y mensajes políticos que estimulan los rencores y resentimientos, generando una actitud de victimización que se neutraliza culpando a los otros sectores sociales, principalmente a esos que con base a esfuerzo y trabajo han construido un patrimonio familiar y hoy viven con comodidades.

Esta narrativa política que canaliza los resentimientos a través de la “reivindicación social” y la lucha entre las clases sociales, -mezclada con la cultura del dinero fácil-, es una bomba de tiempo para la seguridad nacional, pues estimula el robo, la extorsión, el despojo, -e incluso la delincuencia-, justificando moralmente la narrativa política a todos estos delitos.

Tiempos difíciles para mantener la paz, rescatar el respeto a la autoridad y disminuir la delincuencia organizada.

Resarcir en el futuro daños económicos y patrimoniales para el país, -provocados por la 4T- no será imposible, pues ya lo hemos hecho en sexenios anteriores. Nos hemos levantado de crisis económicas como las que dejaron Echeverría y López Portillo; esto se logra con disciplina y esfuerzo.

Sin embargo, resarcir el daño a la mente y el espíritu de las nuevas generaciones, -contaminadas con valores destructivos, confrontación y desunión-, representará grandes sacrificios a partir de que se den las condiciones para reconstruir este país.

Mientras tanto, disfrazadas por tantos distractores políticos con que nos maquillan la realidad cotidiana, seguiremos viendo como crecen la inseguridad, la violencia, desapariciones de gente joven, la delincuencia organizada y el número de regiones del país controladas y gobernadas por cárteles.

Sin embargo, no hay mal que dure cien años dice la sabiduría popular … y seguramente serán muchos menos.

Por tanto, en lugar de lamentarnos ya debemos preparar desde la sociedad organizada las estrategias para reconstruir este país

¿Cómo en Dinamarca?

Desde el Sector Salud se sigue mencionando que vamos rumbo a un sistema de salud pública como el de Dinamarca. El presidente llenó de elogios a Zoé Robledo, director del IMSS, por el ahorro presupuestal.

Sin embargo, para tener un sistema de salud como el de Dinamarca primero necesitamos tener un gobierno como el de Dinamarca. Los gobernantes nórdicos, -como son los de Dinamarca-, no se dedican a la grilla, -como los de México-, sino a estimular la productividad para entonces generar recursos económicos para invertir en salud. Sus decisiones son racionales y no de capricho, o sea viscerales.

No invierten tiempo en mañaneras, sino en buscar la eficiencia de la administración pública.

La realidad no cambia solo con buenos deseos, sino con acciones.

No es igual… pero sí exactamente lo mismo

La marcha convocada para el 27 de noviembre, -encabezada por el mismísimo presidente-, no es mas que lo mismo que vivimos en el pasado: el corporativismo del viejo y dinosáurico PRI del siglo XX.

Tan evidente como que el SME, -Sindicato Mexicano de Electricistas-, ya se prepara para participar. Un sindicato que sobrevive a más de trece años de la desaparición de esta empresa, que fuera propiedad del Estado Mexicano: Luz y Fuerza del Centro.
¿Por qué participan? … Pues en apoyo al presidente López Obrador que regaló millonarias pensiones vitalicias a todos los trabajadores que son miembros activos de ese sindicato que ya no debiese existir al haber desaparecido su empleador en el año 2009.

¿Estaremos viendo en Morena la reencarnación del modelo del viejo PRI?

Sin embargo, los cientos de miles de manifestantes que marcharon el domingo 13 de noviembre a favor del INE tenían muy claro cuál era la razón por la que participaban en la marcha. En contraste… ¿Qué porcentaje de los que participarán en la marcha convocada por el presidente para el 27 del mismo mes tendrán esa claridad de objetivos y no irán presionados, -o incluso amenazados-, con perder las ayudas sociales que reciben si no asisten?

¿Qué porcentaje irá por una retribución económica prometida?

Por tanto, el tema no es cuantitativo, sino cualitativo… ¿Cuántos irán por convicción propia y no manipulados?

La del día 13 fue una marcha espontáneamente ciudadana. En contraste, la del 27 será una “manifestación de estado”, convocada desde el poder y no en contra del poder, como sucedía antes.

Por otra parte, esta marcha convocada para el 27 nos sigue evidenciando que el presidente jamás ha asumido el rol de hombre de estado, -o sea aquel que convoca a la unidad para construir un proyecto de nación-, sino que el cargo de presidente lo ha ejercido durante cuatro años desde el rol de activista social, pues esa es su esencia.

Es evidente que la nostalgia por las manifestaciones callejeras le gana el ánimo al presidente y esta convocatoria lo está demostrando. El presidente quiere salir de la comodidad de vivir en Palacio, para recorrer las calles como lo hacía antes, arengando a quienes se atravesaban a su paso.

Un presidente encabezando una marcha es populismo puro.

En lugar de gobernar como se hace en todo el mundo, invierte su tiempo en actividades alejadas de la administración pública.

¿Y los grandes problemas nacionales quién los atiende?

Da por sentado que se han resuelto solos y eso lo veremos en el informe a la nación

 

¿A usted qué le parece?

 

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