Ni lo uno… ni lo otro
Por Ricardo Homs
La retórica morenista, -así como la narrativa presidencial-, nos hablan de dos opciones polarizadas. Por una parte, se plantea a la ciudadanía que dar su voto a la oposición significa el regreso de “los de siempre”, en busca de rescatar privilegios. En contraste, no se cansan de insistir que seguir con el proyecto transformador del presidente, -al cual califican como humanista y guiado por valores morales-, o sea “el castillo de la pureza” parafraseando el título de una película, representa la continuidad de un gran proyecto transformador que ya cambió la vida de millones de familias mexicanas.
En contraste, hoy la realidad cotidiana muestra el maltrato laboral sobre la burocracia, el maltrato de las fuerzas policiacas y de seguridad sobre la ciudadanía, incremento de la violencia criminal, carencias hospitalarias del sector salud, sectores sociales que por razones presupuestales han dejado de estar protegidos por los servicios de salud, además de otros grandes fracasos de la vida cotidiana.
Sin embargo, si sometiésemos a consulta pública estas dos narrativas que promueve el presidente, descubriríamos que en esencia un alto porcentaje de mexicanos no queremos “ni lo uno… ¡ni lo otro!”… Ni el regreso de la corrupción de gobiernos anteriores, ni tampoco la ratificación y continuación de un gobierno “fallido”.
No queremos el regreso de la corrupción del gobierno de Peña Nieto, -solapada y protegida por el actual gobierno-, ni la indiferencia de gobiernos como los de Calderón y Fox, que desperdiciaron la oportunidad de hacer los grandes cambios que México necesitaba. Sin embargo, un alto porcentaje de los mexicanos tampoco queremos una transformación “de mentiritas”, que es más de lo mismo que sustituyó. No es igual… pero es lo mismo.
Antonio Gramsci, el ideólogo italiano de izquierda decía hace más de cien años, -palabras más o palabras menos-, “un país entra en crisis cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer”.
Por tanto, la opción es: o copiar un modelo que en Cuba tiene más de 60 años en manos de la misma oligarquía política … y en Venezuela 30 años con los mismos, -que es lo mismo que representa la 4T-, o la otra opción, un gobierno de transición que nos permita acompañar a la sociedad en la búsqueda de cambios totalmente radicales, con una economía humanista de verdad, pero sustentada en la productividad que permite distribuir mejor calidad de vida.
La simple búsqueda de respuestas de este gobierno, -en el pasado-, nos describe cual es la visión de futuro de la 4T. Pretenden dar continuidad en el próximo sexenio a un proyecto que han denominado de “transformación” total.
Sin embargo, -desde la opción diferente que representa la oposición-, podríamos no llegar a sentir empatía por el candidato, -o la candidata presidencial-, que sea elegido por el Frente Amplio por México-, pero es un hecho de que al llegar al poder, -quien haya sido designado candidato-, estará obligado por los valores de su coalición política a rescatar el estado de derecho de modo pleno, y con ello la sociedad mexicana podrá trabajar en la conformación de un nuevo modelo social y político que nacería del mismo pueblo, como una evolución.
En todo el mundo hoy se manifiesta una búsqueda de un cambio radical, para construir una nueva sociedad, humanista e igualitaria. Para ello las elecciones han manifestado el rechazo ciudadano a la política tradicional y la búsqueda de perfiles ciudadanos para los cargos de elección popular. Entre menos contaminado políticamente esté el candidato, mayor será la empatía con el electorado.
Evidentemente nos encontramos en el momento crucial de las definiciones en México. Las opciones son, -o mantenernos atrapados en dogmas ideológicos del pasado, que nos alejan de la democracia y la transparencia-, o como proyecto opuesto, rescatar las libertades que permitirán a la sociedad construir un nuevo modelo social y político alejado de las tradicionales luchas de poder, características de la política clásica, -y a partir de ello-, generar las condiciones para una evolución radical.
El contenido de los libros de texto defendidos por este gobierno de la 4T, evidencian el regreso de una ya superada “lucha de clases”, que nos divide como mexicanos y que representa al contexto social y político de la primera mitad del siglo XX.
Por tanto, la elección del 2024 tendrá un gran significado. Será la lucha electoral entre las propuestas de mantener el modelo político tradicional, -aunque maquillado de humanismo-, que es el que representa la 4T.
Y en contraposición, la oposición representará la posibilidad de lograr un gobierno de transición hacia una nueva sociedad, donde los movimientos civiles trabajen pacíficamente protegidos por el estado de derecho, para generar mejores condiciones de vida para todos los mexicanos.
Hoy que está por definirse quién será el candidato de la oposición, es fundamental que sea quien sea designado, se concientice de este rol y construya una narrativa para transmitirlo al electorado.
Mientras las corcholatas morenistas, -para congraciarse con el “gran elector”, que es el presidente, hacen gran alarde de lealtad hacia su proyecto y se constituyen en guardianes del continuismo, la oposición debe reconocer “los olvidos” y pendientes de sus anteriores gobiernos, -priísta y panista-, y con visión de futuro convertirse en los impulsores de ese cambio radical hacia un mundo nuevo, en el cual la sociedad civil sea la gran protagonista.
No podemos soslayar que las redes sociales empoderaron a la sociedad y quienes hasta hoy detentan el poder del estado, se han desgastado, perdiendo credibilidad y confianza.
Sin embargo, debemos reconocer que en la historia reciente los grandes cambios sociales que han transformado a la sociedad se han dado desde dentro del mismo poder. En México ganamos la alternancia partidista y la consolidación de la democracia gracias a la visión del presidente Ernesto Zedillo y su equipo, -que en lugar de radicalizarse al perder la elección en el año 2000-, entendieron las exigencias ciudadanas y las dejaron fluir.
También es imposible entender el crucial momento político que representó la desintegración del bloque soviético, siendo liderada por el mismo líder comunista que detentaba el poder absoluto, Mijail Gorbachov. Sólo así se logró distender el conflicto entre el bloque comunista y occidente y se impulsó la democracia en todo el mundo.
Evidentemente, detrás de la narrativa con fines electorales, debe existir la firme convicción, la decisión y el compromiso del candidato de la coalición opositora, de convertirse en promotor de esta transición hacia un nuevo modelo de país, que signifique un renacimiento desde sus raíces, para conformar una patria más justa y equitativa para todos.
Los partidos políticos hoy están sumamente desgastados y sin credibilidad, pues representan los intereses de la oligarquía política de México, lo mismo que sucede en el resto del mundo.
Hay estudios de opinión pública realizados por organismos privados que también muestran la vulnerabilidad y fisuras de Morena, partido que no comparte la fortaleza de la imagen personal del presidente, -pues este partido construido sobre las raíces del PRI y luego del PRD-, en la práctica adolece de las mismas debilidades de los demás institutos políticos del país, que hoy son acosados desde las mañaneras. Morena es más de lo mismo y así se le valora en la percepción local.
Por ello es que el candidato del bloque opositor deberá minimizar en sus eventos la identidad de los partidos que le respaldan, pues para convocar a un renacimiento, debe minimizar los símbolos que dividen y que, además, hacen referencia a un pasado.
Quien represente a la oposición sólo ganará la elección convocando a todo el país a la construcción de un nuevo modelo de nación, -totalmente diferente a todos los proyectos políticos que han gobernado-, donde todos tengamos las mismas oportunidades y los mismos derechos.
POBREZA
El Coneval, -la institución que mide la calidad de vida de los mexicanos-, detectó que del 2020 al 2022 la pobreza disminuyó en el país de 55.7% a 46.8%, y la pobreza extrema cayó de 10.8% a 9.1%
Sin embargo, cabe pedir a Coneval la aclaración de si el motor del combate a la pobreza han sido las ayudas de los programas sociales del gobierno, o con creación de empleos, -pues si estas cifras se relacionan con los programas de asistencia social-, entonces es un simple maquillaje, o sea, una bonanza ficticia creada con fines electorales para proyectar la percepción colectiva de bienestar, lo cual redunda en votos. Esta es la narrativa de la continuidad, en la que tanto se afana Claudia Sheinbaum para quedar bien con su protector, el presidente.
No hay elementos para pensar lo contrario pues no se han visto políticas gubernamentales para impulsar la creación del empleo de forma radical, pues las cifras que muestran la caída de la economía durante el 2020 a causa de la pandemia, -al compararse con 2023-, simplemente nos refieren a una recuperación del empleo de forma natural, pero no a un crecimiento con relación a antes del Covid.
Si los programas sociales tienen un peso determinante en el combate a la pobreza, significan que en el gobierno está la capacidad de sacar de forma ficticia a las familias de su nivel de sobrevivencia, o de hacerlas regresar a él.
LA CRISIS DE ECUADOR
El asesinato del candidato de derecha, -Fernando Villavicencio-, que contendía por la presidencia de Ecuador, -crimen realizado por sicarios-, representa una importante llamada de atención para México y nuestro proceso electoral del 2024. El crimen organizado también participa en política, a favor de sus propios intereses.
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