La insoportable búsqueda del ser
Por: Zaira Rosas
zairosas.22@gmail.com
¿Quién eres? Intenta responder esto sin tener que ligar la respuesta a un rol o profesión en tu vida, ¿qué es lo que te caracteriza?, ¿Es tu personalidad? ¿Son tus pasatiempos? ¿Qué es lo que más disfrutas sin tener que vincularte con alguien más?, en esa respuesta está tu esencia y parte de los valores que te mueven en la vida. Esto deberíamos tenerlo cada vez más claro para evitar que cualquier tendencia o cambio exterior llegue a mover nuestro sentido de identidad.
Un poco de lo anterior podemos encontrar en el filme “La sustancia”, dirigido por Coralie Fargeat, y aunque no es una producción apta para todos, pues visualmente puede resultar grotesca, sí es conveniente que todas las personas realicemos un análisis profundo de muchos de sus postulados y temáticas, el primer análisis inicia con el impacto que una producción independiente, que al ser exhibida en cines tradicionales y teniendo como protagonista a Demi Moore, una de las estrellas más reconocidas de Hollywood.
¿Qué ha popularizado tanto a esta cinta? No solo se trata del horror corporal que retrata de manera visual y que ha atrapado a miles de espectadores, algunos quizás por morbo, otros por voluntad. Se trata también de una lucha constante contra el envejecimiento, la necesidad de construir nuestra mejor versión y en muchas ocasiones ligada a nuestro aspecto físico, pero también la película muestra con crudeza cómo esta necesidad se vuelve una demanda social constante principalmente a las mujeres.
Para quien no desee ver la brutalidad con la que esta temática es retratada la trama es la siguiente: Demi Moore interpreta a una conductora de televisión que pronto será reemplazada por alguien más joven, de ahí que ella comience a desarrollar aversión por si misma pues su cuerpo no luce igual que cuando comenzó en el mundo del espectáculo, en pantalla podemos ver a la actriz librando una lucha incluso personal donde señalan con crudeza estos cambios que ha ocasionado el tiempo.
La realidad no es tan distante de la ficción, Demi Moore, fue víctima de estos mismos cambios y rechazos en Hollywood conforme avanzaba su edad, al igual que Sarah Jessica Parker o Julia Roberts, se les ha juzgado duramente a través de medios de comunicación por no lucir como su versión de juventud con la que se ganaron el cariño del público y es que pareciera que nuestra sociedad solo nos valora hasta determinada edad, los 30 comienzan a crear un discurso en el que cruzar una línea implicara también el deceso automático de nuestra vida.
En medio de este sentimiento de pérdida “La sustancia” llega como una alternativa ilegal que promete la juventud a cambio de ciertas reglas de equilibrio, esto a su vez juega como una metáfora de los tratamientos cosméticos que entregan grandes beneficios a cambio de respetar las reglas, cuyas fallas terminan en daños irreparables. Lo mismo ocurre en la película, una falla en el equilibrio perfectamente marcado en las reglas del tratamiento, comienza a deformar y despedazar a la versión mayor de Elisabeth Sparkle.
Por otro lado “La Sustancia” también nos permite analiza nuestro vínculo con el cuerpo propio, donde de acuerdo a la valoración personal que le demos cuidaremos de nuestro cuerpo físico o lo llevaremos al límite del descuido como si no importara pues hay productos milagro esperando a nuestro uso, una vez que lo hemos llevado a todo tipo de extremos queremos seguir funcionales en medio del caos.
La película tiene una trama altamente recomendable y reflexiva, pero no es apta para todos los públicos, pues tiene escenas impactantes, grotescas y en extremo sangrientas que pueden invitar a la reflexión del espectador pero también aterrorizar ojos y estómagos sensibles, al final un ejemplo de la crítica que puede lograrse a través del arte y de los proyectos que verdaderamente valen la pena, sin duda es uno de los regresos a la pantalla grande mejor logrados y con un trabajo actoral impresionante por parte de todas las personas involucradas.
Después de verla o conocer la trama solo nos queda analizar si verdaderamente nos estamos cuidando bien y repensar ¿qué versión de nosotros es la que queremos ver florecer? Si estás sentado leyendo esto, quizás convenga comenzar a ejercitar de manera natural el cuerpo y la mente, para que nuestro desarrollo no se vea condicionado por avances del futuro.