Porcentajes opositores
Si el 0.26 por ciento del padrón electoral se tomara como condición de los partidos políticos para mantener el registro, ya no habría oposición en México. Ese porcentaje, para fines de mantener el registro, es tomado en cuenta por el voto emitido y no por el total de inscritos en las listas del INE.
El abstencionismo ha oscilado en las últimas elecciones ente el 60 y el 64 por ciento. Integrados por mexicanos que tienen tantas razones para no votar como causas que se lo impiden.
En México la oposición adopta votación emitida, por arriba del 63 por ciento del padrón, para aplicar las leyes electorales sólo cuando le conviene y en su desesperación trata de embaucar a la población con cálculos de aritmética que derivan en un engaño, por decir lo menos.
Ante este panorama, para la oposición está muy bien que se mida el 0.26 del voto emitido para conservar el registro, pero toma en cuenta el total del padrón sólo cuando le conviene, con una interpretación infantil.
Con una simpleza que raya en la estulticia, aseguran que los votos a favor de la oposición sumados al abstencionismo representan votos en contra para Morena. No se sabe de dónde pudieron extraer esa información inexistente.
Sobre esa mentira colocan otra: que sólo el 60 por ciento apoya al gobierno, y que el 40 restante no sólo es indiferente simplemente lo rechaza de manera contundente al gobierno de Morena, lo rechaza de manera tan contundente como a ellos, por quienes tampoco votaron. Una percepción que nace de la necesidad de sobrevivencia; sin embargo, aquí es donde toma como referencia para otorgar los espacios plurinominales.
La oposición garantiza que cómo de 60 por ciento del padrón puede ampliarse a 75 por ciento la representación en las cámaras, la respuesta es la misma, porque se tomó la cantidad de votos emitidos en las urnas y no el abstencionismo que, por cierto, disminuyó.
Esta vez para ellos el padrón rige la representación y no el voto realizado por los mexicanos. Desde luego no toma en cuenta los votos anulados, porque quienes no quieren o no pueden votar correctamente.
Así tratan de convertir la mentira en un hecho consumado y para lograrlo implican en un supuesto fraude al Tribunal Electoral, al INE, a Morena, la Presidenta, y todo aquel que no piense como ellos. Crean un escenario de desacato a decisiones de jueces, a pesar de que éstos no tienen injerencia sobre cuestiones electorales, aseguran que la representación legislativa es sobrerrepresentación, que todo estaba muy bien en el Poder Judicial antes de la reforma, imaginarios robos al trabajador afiliado al Infornavit cuando eran ellos quienes se embolsaron millones de pesos de esa cuenta, incluyendo a Felipe Calderón y su esposa, que ellos son las víctimas.
La intensa actividad fraudulenta de la oposición trata de convencer a la población de lo contrario a la realidad y de lo que está consciente cada mexicano. La oposición cuando fue poder, gobernó con mentiras, miedo e información tergiversada. Quieren seguir haciendo lo mismo.
Desde hace muchos años se les acostumbro a los mexicanos a pensar que la decisión de un juez era palabra divina, que no había nada sobre este fallo, cuando, en realidad, tienen espacios en los que no son nada. Esta aseveración, producto de la ignorancia inducidas por los gobiernos y los medios, quieren revivirla ante una población que se politiza cada día más y deja a los líderes de los partidos de oposición en el ridículo.
Sus propuestas son simples: que baje la gasolina que ellos subieron, que la canasta básica debe mantenerse accesible aunque todavía haya rezago en salarios que impusieron, aseguran que López Obrador prometió gasolina a 10 pesos cuando estaba 17 pesos, pero no dicen en qué año dijo eso, fue en 2010 y no en 2018, como ellos aseguran. Mentiras de este tipo son las que quieren regresar a la discusión política, simplemente porque les favorecen, aunque ello los ponga en ridículo.