COLUMNISTAS

La pandemia de Trump une a 40 millones de mexicanos

Los cambios constantes de opinión de Trump son improductivos para la Presidenta de México

Por: Ángel Álvaro Peña

 “Estados Unidos no es lo que es si no fuera por las y los mexicanos que trabajan del otro lado de la frontera”, con estas palabras la Presidenta Claudia Sheinbaum dio por concluida una etapa de abrazos y armonía con el vecino del norte, quien en 5 meses se la ha pasado amenazando y negociando con México y el mundo, como si se tratara de un juego, en el que es dueño del balón.

Ese tiempo se acabó y México junto con otros países, saben que el resto del mundo puede sustituir todo lo que ofrece Estados Unidos, tanto de importación como de exportación.

Países como China han dicho que quieren unir manos con América Latina y esta unidad fue consolidada con las palabras del ex presidente de México, Felipe Calderón, quien lamentó que Trump no incursionara en territorio de los países del sur, cuya unidad fue reforzada por la indignación generalizada como respuesta a sus declaraciones. En lugar de consolidar la fuerza del presidente de Estados Unidos lo hizo ver como un cobarde que le teme al resto del continente.

Al mismo tiempo que se hizo pública la bancarrota del vecino país, por pedir créditos superiores a sus ingresos, que quiere compensar con aranceles obligatorios a todos los países con los que mantiene comercio.

Trump envió al Congreso la iniciativa de gravar con 5 por ciento las remesas que envían nuestros paisanos de ese país al nuestro. Dinero que ya está gravado fiscalmente y no puede volver a imponerse una carga adicional. Lo cual es una ley que rige en todo el mundo y que implica a los países que tienen comercio internacional, es decir, todos.

El Congreso decidió gravar fiscalmente sólo el 3.5 por ciento de las remesas que le representan a México el 3 por ciento del PIB.

Para este momento la Presidenta de México ya tiene abiertos dos frentes de negociación, primero con el presidente Trump, y, en segundo lugar, con el Congreso, cuya seriedad debe ser más formal que con el mandatario.

La Presidenta se refirió al “trabajo que hemos estado haciendo, aquí agradecer al embajador de México en los Estados Unidos, Esteban Moctezuma, que ha sido muy importante, a los senadores que fueron y el trabajo que hemos estado haciendo, público”.

El gobierno mexicano insistirá en explicar a legisladores y otros funcionarios de Estados Unidos por qué una doble tributación no es una buena medida.

Los mexicanos en el exterior emprendieron una demostración de fuerza a través de cartas, correos electrónicos, mensajes de texto y una serie de medidapara impedir los aranceles a las remesas.

En Estados Unidos viven 40 millones de mexicanos, ninguno de ellos está a favor de pagar impuestos por las remesas, todos ellos simpatizan con la Presidenta y están atentos a cualquier llamado para unirse, porque este intento de imponerles aranceles es una desgracia tan grande como un temblor, un huracán o una pandemia, donde los mexicanos mostramos solidaridad con nuestros hermanos y luchamos a brazo partido como una sola persona.

“Yo no quisiera que la comunicación entre el presidente Trump y su servidora, entre Estados Unidos y México, fuera a través de los medios y declaraciones a los medios (…). Ahora viene una declaración mía y sale en el periódico; y ahora, otro reportero le pregunta al presidente Trump… ¿Y para qué generar un desencuentro?”, comentó.

Desde hace unos días empezó el distanciamiento con Trump desde la insistencia del mandatario de enviar tropas a combatir el narcotráfico en territorio nacional. La negativa fue contundente y no esperaba una respuesta tan rápida. Ahora, para suavizar la relación Trump deja en manos del Congreso la decisión de gravar las remesas, aunque en realidad es una propuesta suya.

Esto quiere decir que la Presidenta no quiere que haya declaraciones en los medios que contradigan lo acordado entre ambos. Porque puede conducir a un desencuentro. Pero Trump es un hombre de medios y en ellos argumenta, se contradice, crea rumores, especula y miente.

Trump quiere solucionar un problema económico a través de los aranceles. Un problema interno lo convierte en un conflicto internacional gracias a los medios. Es decir, que en el interior los pobres, es decir, los trabajadores extranjeros, que enriquecen a los empresarios estadounidenses paguen doble impuesto; y, en el exterior, aumentar los aranceles o imponérselos a los que no los tienen, y así haya recursos para solventar una deuda cuyo monto nunca debió contraer, pero debía surtir de armas a Ucrania, e invertir en la industria militar de su país.

Por prioridades bélicas y ayudas a socios, las finanzas en el vecino país, están quebradas.

Las aparentes indecisiones que parecieran convertirse primero en amenazas y luego en factores de negociación, no pueden continuar siendo el pan de cada día en los convenios entre ambos países. A la Presidenta la indecisión infantil de una persona que cumplirá en menos de un mes 79 años, no puede continuar.

Lejos de que el mundo interpretara las indecisiones de Trump como una amenaza lo ven como una expresión de desesperación y debilidad, porque descubrió que el tercer país del planeta al que se van remesas, es con el que está endeudado China, y puede embargarlo comercialmente paralizando sus finanzas.

La relación de Trump con México dejó de ser armoniossin dejar de ser respetuosa y siguen platicando telefónicamente en promedio una vez por semana. El propio Congreso estará debatiendo la ley que pasará al Senado en las próximas semanas y podría evaporarse y desaparecer entre los debates parlamentarios y protestas que anuncia Claudia Sheinbaum al decir que si no se deroga este arancel llamaría a la movilización social dentro y fuera del territorio estadounidense lo cual no sólo paralizaría otra parte de la economía de ese país sino que trastornaría su vida cotidiana.

El liderazgo de la Presidenta mexicana traspasa fronteras, su convocatoria puede movilizar gente en el vecino país y crear la eficiente presión pacíficamente que podría obligar al gobierno de Estados Unidos a dejar todo como estaba antes de la lamentable llegada de Trump a la Casa Blanca.

El arancel a las remesas es un insulto al esfuerzo de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos. Sería injusto obligarlos a pagar impuesto sobre impuesto a causa de los excesos de los mandatarios estadounidenses y su política de guerra.

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