Afectados por los huracanes en Acapulco busca nuevos espacios de venta
Prestadores de servicios de la playa Revolcadero, en la zona Diamante del puerto, iniciaron la mañana de este martes la colocación de unas 15 enramadas en una extensión de aproximadamente 15 metros en la franja de arena, entre el muro del hotel Pierre Marqués y donde revienta la última ola.
Explicaron que tienen la esperanza y la necesidad de levantarse en este próximo periodo vacacional de verano, pues en las últimas horas se registró un descenso en el nivel del mar, apenas suficiente para instalar sillas, mesas, sombrillas y enramadas, casi al estilo de Puerto Marqués, aunque el oleaje en este lugar es un poco más intenso y el espacio más reducido.
En los primeros seis meses del año, la naturaleza ha impedido el comercio y el servicio de restaurantes en playa Revolcadero, pues salvo un breve periodo antes de la Semana Santa, el resto del año, desde el paso del huracán John, del 23 al 27 de septiembre pasado, la franja de arena desapareció debido al incremento del oleaje y el nivel del mar.
Para llegar al único sector de la franja de arena donde es posible laborar, se debe caminar a través de la «la puerta negra» de un predio de aproximadamente una hectárea y media, donde los restauranteros resguardan parte de su mobiliario, pues las olas continúan socavando la plaza de Revolcadero y es imposible ingresar a la playa por el acceso principal.
Respecto al proyecto de reconstrucción tras el paso del huracán John, impulsado por autoridades del sector turismo, concesionarios manifestaron que «nos sentimos con los ojos vendados, no nos han presentado el proyecto, no conocemos las medidas de los locales que quieren hacer, su ubicación, la visibilidad».
Detallaron que «el proyecto lo manejan como arcoiris, por colores, pero sin especificar los detalles».
Don Luis, restaurantero del lugar, expresó que «el fin de semana se me fueron dos autobuses, son mis clientes, los tuve que mandar a Puerto Marqués porque no teníamos lugar en la playa para atenderlos».
El mesero Jesús Castillo se apura a llevar una mojarra y camarones a tres turistas que acaban de llegar, con la esperanza de concretar una venta.