COLUMNISTAS

Riesgos de la reforma electoral

Hoy vemos el surgimiento cotidiano de gran cantidad de noticias. Son de gran trascendencia para el futuro de nuestro país. Sin embargo, se percibe primeramente que la mayoría de la población ha perdido la capacidad de asombro, -y peor aún-, este fenómeno ha generado indiferencia ciudadana sobre lo que acontece en el ámbito político, como si ignorando las noticias desaparecieran los problemas de México.

Nunca en la historia de este país, -e incluso en el mundo-, ha habido más transparencia sobre lo que sucede. Hoy estamos totalmente informados y además, con capacidad de influir en las acciones de gobierno. Sin embargo, la apatía está dominando el ámbito ciudadano. La gente joven parece estar distraída con noticias frívolas que llenan su día a día, en una zona de confort, -que si bien no llena sus expectativas personales-, les permite estar libres de preocupaciones.

Seguramente en algo influye nuestra idiosincrasia, tendiente al pragmatismo y la inmediatez, lo cual se deriva de la ausencia de valores, que siempre nos alejan del principio del “deber ser” y por ello no luchamos por ideales ciudadanos, dejando el camino abierto a un régimen autoritario que va camino al sistema que se le criticó al PRI de la época de esplendor, -de los años setenta a los noventa-, maquillado de democracia pero con un control férreo sobre el poder.

Sin embargo, debemos de reconocer que estando abierto a mentes lúcidas, el PRI logró sembrar el germen de la institucionalidad que primeramente consolidó al  IFE como una gran institución, lo cual nos llevó a la formación de una cultura democrática que permitió la “alternancia partidista”.

Hoy, -sin embargo-, la 4T abiertamente se cierra a la alternancia partidista y se justifica hablando de un gran proyecto de nación que no se debe interrumpir, adjudicándose ser dueños “de la única verdad política y social”, cuando no se puede hablar de democracia sin aceptar el derecho a la competencia electoral, que puede llevar a la alternancia partidista.

Impedir la alternancia partidista significa una dictadura. La alternancia partidista es un derecho ciudadano y negarlo contradice al ideario democrático.

Revisando la historia Porfirio Díaz se negó siempre a alejarse del poder porque aseguraba que el país aún no estaba maduro para vivir en democracia y por ello él debía seguir protegiendo al pueblo, evitando riesgos.  Siempre encontró subterfugios para mantenerse en el poder, gobernando directamente, o a través de terceros.

Su personal proyecto de nación sin duda fue el que modernizó a México.

Inauguró ferrocarriles, construyó carreteras y puertos, entre otra gran cantidad de obras de infraestructura, como introducir la primera red de telecomunicaciones, -o sea telégrafo y teléfono-, modernización del sistema de salud, fomento a la minería, atracción de capitales que generaron industria y oportunidades laborales, entre otras fundamentales aportaciones que impulsaron a México.

Sin embargo, su gran error fue no soltar el poder para permitir que la ciudadanía decidiese su futuro y por ello se le estigmatizó como dictador.

¿Qué podremos decir de la 4T, que ha cooptado todos los espacios políticos y ahora pretende una reforma electoral que le permita eternizarse en el poder, dificultando la alternancia partidista?

Ningún partido, -movimiento político o liderazgo-, tiene el derecho a imponer su proyecto político más allá de los seis años que le toca gobernar. Respetar la posibilidad de la alternancia partidista representa el corazón de la democracia.

¿A usted qué le parece?

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