¿Justicia plena y absoluta?
Por Alberto Woolrich Ortíz
La pomposamente llamada Cuarta Transformación de la Nación, depende significativamente de los dichos y ocurrencias que emite en su tribuna mañanera el C. Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Por ello nuestra justicia se encuentra varada. Frente a ésta insoportable realidad, la Abogacía Independiente de la Nación exige a las instituciones de procuración e impartición de justicia lealtad y cooperación con nuestra Carta Magna, no obstante que esos letrados saben que ello resulta tanto como pedir peras al olmo; a un árbol que se encuentra demasiado herido por aquellos muchos quebrantes autoritarios que nada tienen que ver con la justicia.
No obstante lo antepuesto, dicha situación no es ni aplaudida, ni mucho menos impuesta por la letra y espíritu de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Es producto de una interesada y errónea interpretación. En efecto, son muchos los Siervos de la Nación que han querido entender que cuando el Pacto Federal dice que “no se puede hacer”, ellos lo interpretan como un “sí se debe hacer”.
Como bien lo han expresado diversos y destacados miembros de la Academia de Derecho Penal, entre los que sobresalen Alfonso Jiménez O’Farril, Antonio Mendieta Gutiérrez y Víctor Carrillo Estrada: “la errónea interpretación del espíritu de nuestra ley de leyes denota una injerencia de Andrés Manuel López Obrador. La Constitución proclama con nítida claridad que la justicia tiene que ser independiente y transparente”. Ese espíritu no puede ni debe limitarse o excluirse en ningún caso, por dependencias al Poder Ejecutivo, sean las que sean. Dichos académicos dan continuidad a su pensar diciendo: “si existen problemas derivados de esa errónea dependencia que, directa o indirectamente afectan a la justicia deben solventarse siempre a favor de la Constitución y no a favor de la Cuarta Transformación”. En caso de colisión entre la justicia y la forma de gobernar, hay que atenerse siempre a criterios de interpretación que potencíen la independencia de la justicia y sean conformes con la letra de nuestro Pacto Federal.
Desde una óptica contraria al texto constitucional se hace imposible la existencia de una justicia plena y absoluta. Es más, como bien lo refirió antaño todo un Señor Juez de Distrito de nombre Alfonso Jiménez O’Farril+, “la justicia no obedece las ordenes del gobierno”. Quedan, además, esas palabras para ilustración y ejemplo de la Cuarta Transformación de la Nación. Pero, aparte de esas ingentes y difusas interpretaciones de ciertos, actuales y conocidos servidores públicos, existen preceptos constitucionales que son los que sirven de sustento a nuestra justicia. Cuando algo no tiene existencia jurídica y verdadera, aquellos Siervos de la Nación repiten sus peroratas muchas veces para que, según ellos, nos persuadamos, pese a todo, de su ficticia realidad. Así, aunque nada sea justicia, todo para ellos les parece una justicia. Que sólo es en la realidad resulta ser una injusticia.
Si a los Siervos de la Nación, dependientes de la Cuarta Transformación les molesta lo expresado; allá ellos.
La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., felicita a Alfonso Jiménez O’Farril, Antonio Mendieta Gutiérrez y Víctor Carrillo Estrada, por sostener verdades que aunque ofenden a ciertos ministriles, cuentan con la simpatía de la Abogacía Independiente de la República.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio de Abogados de México, A.C.
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