La congruencia moral de Gabriel Boric
Por Ricardo Homs
Nuevamente Gabriel Boric, -presidente de Chile-, da otra lección de congruencia y principios democráticos al gobierno de la 4T al rechazar el ofrecimiento del presidente López Obrador de que él reciba la presidencia de la Alianza del Pacífico.
En lugar de aprovechar esta oportunidad, —y aceptarla como un obsequio—, se excusó a través de su canciller Gloria de la Fuente, quien declaró que su gobierno considera que la presidencia de este grupo multinacional le corresponde a Perú.
Esto significa que debe entregársele a su presidenta Dina Boluarte, a quien el presidente López Obrador considera una presidenta espuria.
De inmediato Evo Morales, —el esquirol boliviano del presidente López Obrador—, arremetió contra el presidente Boric, pretendiendo deslegitimarlo al mencionar el legado del presidente Salvador Allende, acusando a Boric de apoyar al gobierno ilegal e ilegítimo de Dilma Boluarte.
Esta actitud digna y honorable del presidente de Chile pone de relieve una pregunta que los otros países de la Alianza del Pacífico debiesen hacerse: ¿Quién le dio autoridad al presidente López Obrador para convertirse en el juez que legitime la legalidad del gobierno de un país extranjero, libre y soberano?
Esta actitud intervencionista del presidente López Obrador, exhibe una actitud hegemónica, pues no sólo pretende concentrar en él todo el poder del Estado Mexicano, sino también convertirse en el censor y controlador de una región.
Esta actitud de Boric pone en evidencia las diferencias entre las supuestas izquierdas latinoamericanas. Las hay oportunistas y bananeras, —que en realidad carecen de ideología—, y las movidas por principios y valores de beneficio colectivo, entre las que destaca la de Chile, así como la que encabezó Michelle Bachelet antes de Boric. El mismo Lula representa a esa izquierda moderna y democrática de Boric, que tiene visión de estado.
Boric se negó a apoyar a Daniel Ortega, dictador nicaragüense.
Se puede estar o no de acuerdo con esa izquierda, -madura y responsable-, pero siempre habrá forma de dialogar con ellos, con responsabilidad y argumentos.
En contraste, la izquierda bananera del “Club de Tobi”, es un conglomerado de gobernantes que se asumen de izquierda pero que sólo les motiva ejercer el poder para beneficiarse de sus privilegios y además, resarcir sus carencias emocionales y de autoestima. Para ello necesitan apoyarse unos a otros para mantenerse en el poder.
La izquierda ilustrada es quizá un poco dogmática pero más comprometida con sus principios y valores y por tanto, más congruente en su conducta.
Recuerdo con nostalgia mis tiempos de académico en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana, en los años ochenta.
Una época politizada donde el cuerpo académico oscilaba entre la geografía ideológica. Sin embargo, jamás hubo una agresión o insulto entre los quienes profesábamos ideas políticas opuestas. Jamás nos vimos como adversarios. El respeto a la opinión opuesta siempre fue un valor personal.
El resultado fue la formación de generaciones de periodistas destacados, de los que hoy podemos enorgullecernos.
Hoy, cuando nos reencontramos ocasionalmente los catedráticos de ayer, se siente la empatía, aunque aún pudiésemos estar ubicados en posiciones ideológicas distantes.
Debemos reconocer que es la ignorancia la que genera abismos sociales a partir de radicalismos sin sustento.
Lo que hoy vemos en la 4T es un oportunismo ideológico, anclado en etiquetas. La pobreza intelectual es evidente.
No es lo mismo la valentía que nace de la consciencia, que la soberbia y agresividad que nace de la ignorancia.
Hoy desde la República de Chile fijan las fronteras que dividen a la izquierda comprometida con la verdad y los valores sociales y la ideología oportunista que sirve para manipular y maquillar las verdaderas ambiciones personales de poder.
No permitamos que los oportunistas continúen manoseando a la verdadera izquierda, sustentada en el compromiso social.
¿A usted qué le parece?
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