COLUMNISTAS

Ser presidente/a de México, es asunto serio

Por. Carlos O. Silva Bandala

El presente análisis político es complementario del anterior, intitulado EL NEGOCIO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS. La elección para Presidente de la República debe tomarse en serio por la ciudadanía, con prudencia y responsabilidad. México es un gran país, maravilloso y orgullo de nuestra pertenencia. La historia del país es al mismo tiempo la historia de nuestros ancestros. Es la nuestra en tiempo y circunstancias. Gobernar la República no es para ambiciosos, que codician conseguir riqueza, poder o fama. Gobernar el país desde la Presidencia, requiere de inteligencia, experiencia y capacidad, sentido de solidaridad, visión política y social, asumiendo el reto de líder de todos los mexicanos.

En un país como el nuestro, donde conviven más de 56 millones de personas pobres y más de 15 millones por debajo de esa línea económica social, que los ubica en el rango de extrema pobreza, el financiamiento público a los Partidos políticos no se justifica por la cantidad de dinero, por demás exagerado que reciben. La argumentación de su presencia legal, es considerarlo una herramienta para el desarrollo democrático del país. Sin embargo, para el imaginario colectivo es un lastre para el erario, y, sobran razones para pensarlo de esa manera. Está a discusión en la Cámara de Diputados que para las elecciones del 2024 los Partidos políticos reciban el mayor financiamiento de la historia: PAN 1904 millones; PRI 1866 millones; MC 1017 millones; PRD 751 millones y PT 719 millones. En lo que concierne al INE $23,753,866.  Solo en un año, que no se invierte, igualmente en infraestructura en universidades y hospitalaria de salud pública, solo para referir dos instituciones que funcionan con muchas deficiencias. Los Partidos políticos y el INE habrán de erogar $34,201 millones; sin duda una democracia muy cara y dispendiosa, existiendo necesidades y apremios para más de 70 millones de mexicanos pobres.

Ese desmedido gasto no mejora la democracia en su más amplia concepción. La encajonan en el conteo de votos, como si viviésemos en la primera mitad del siglo pasado, fuesen quienes fueren los candidatos. La democracia no empieza ni termina con los procesos electorales, de ahí la cuestión de fondo es, que tipo de democracia merecemos: cuantitativa o cualitativa. Vivimos en el siglo XXI. México no supera la etapa populista, que se traduce en preservar el poder político a través de la popularidad dentro de las masas ciudadanas, cuando hoy, existen más de tres mil universidades a lo largo y ancho de la República. Ese es el kit del asunto.

 En un país como el nuestro, en vías de desarrollo, la modernidad obliga en la democracia, para que los candidatos al Congreso de la Unión, a los nueve gobiernos estatales y a la Presidencia de la República, ineludiblemente deben justificar experiencia y capacidad en responsabilidad pública. El presupuesto de gasto público al comento no debiera considerarse como gasto corriente o simple, sino como parte integrante de gasto de inversión en capital humano, que le da valor con el tiempo. De ahí que en la Cámara de Diputados y Senadores no es conveniente seguir siendo parte de improvisados e incapaces de la responsabilidad legislativa. El gasto público electoral del 2024 habrá de cumplir su función en la democracia, no solo por administrar el conteo de votos del electorado y su comportamiento, también, por la característica del perfil político que merezca real y verdaderamente la oportunidad de llegar a tribunos parlamentarios.

Una de las cosas más difíciles de la tarea de gobernar, es encontrar a las personas con capacidad para realizarla. Evaluar conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes, para en su caso, merecer ser candidato, no existe de manera formal en el sistema político mexicano, de ahí tantos improvisados e ineptos que llegan a cargos de elección sin suficientes conocimientos de sus facultades y atribuciones. La Constitución en los artículos 55 y 58 establece los requisitos para ser Diputado (art.55) y el 58 para ser Senador, que al fin de cuentas son los mismos con excepción de la edad. Entre dichos requisitos no se exige tener algún nivel de estudio o grado educativo. Amparadas en ello, las dirigencias en los Partidos políticos, históricamente han privilegiado se acomoden a candidatos por nepotismo, compadrazgo o amiguismo, sin importar capacidad y experiencias en el servicio público.

LA CANDIDATURA PRESIDENCIAL. – En el mismo sentido, hoy vemos a dos precandidatas (candidatas) presidenciales: Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, que al comparar el currículo de una y otra, la disparidad es enorme. Los Partidos políticos PAN/PRI/PRD al proponer la candidatura de Xóchitl Gálvez, en su desesperación por mostrarse competitivos, adoptaron una visión cortoplacista, pues, en vez de proponer una candidatura capaz y experimentada en la función pública de primer orden, o de una personalidad política versada, se fueron por una contestataria al Presidente AMLO, que polemiza, se opone o protesta contra todos los actos de gobierno del proyecto de la 4T. La retórica política de Xóchitl Gálvez se muestra vacía y sin contenido, por ello, según las encuestas cada día cae más en la preferencia ciudadana y se va transformando en un espectáculo mediático. Y todavía faltan 8 meses para la elección presidencial.

ERRÁTICA E INEFICAZ DIRIGENCIA DE ALEJANDRO MORENO. – Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano, dejarán de dirigir sus Institutos a partir del 2025. Los tres ya se dieron cuenta que ni aún en esa revoltura ideológica en que se asocian en el FAM, y Xóchitl Gálvez como candidata presidencial, no avanzan en aceptación. Al paso que van los hechos, las clases medias se están decepcionando cada vez más del perfil político y carisma de la Sra. Gálvez, lo que vislumbra la debacle electoral en que terminarán el PRI/PAN/PRD, cuyas consecuencias mediatas habrán de verse al conformar un grupo de Diputados y Senadores minoritarios y poco representativos en el peso y contra peso en el Congreso de la Unión. La expulsión de priístas de reconocida militancia, inconformes con el seudo liderazgo de Alejandro Moreno, es confirmación de mea culpa de su ineficaz y errática dirigencia, y, falta de rendición de cuentas al priísmo nacional, del dinero público que ha manejado Alejandro Moreno. Sin duda hubiera sido una exigencia de los inconformes, que provocaría una rebelión interna mayor para el cambio de dirigencia.

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