La tercera vía
El populismo de izquierda y de derecha nos confronta. Tan malo es el de la izquierda como el de la derecha.
Necesitamos un gobierno de reconciliación e integración, que se olvide de la lucha de clases.
En su mañanera del martes el presidente López Obrador no se cansó de repetir que respeta la decisión del pueblo argentino, pero no cesó de denostar al nuevo presidente de ese país, Javier Milei.
Lo mismo hizo el dictador venezolano Nicolás Maduro, quien se está robando el proceso electoral próximo de su país.
El reto debe ser, ni 4T ni neoliberalismo. Necesitamos un nuevo modelo que sea capaz de convocar a la unidad, no a la confrontación.
Las exigencias de cambio son evidentes. La sociedad quiere un cambio radical pero no sabe cómo podría ser y por tanto, anda en busca de opciones políticas diferentes a las tradicionales y experimenta. De este modo en 2017 Estados Unidos votó por Donald Trump, un empresario famoso en TV, sin experiencia política ni de gobierno y con esto, el votante pensó haber encontrado a un ciudadano cercano a sus necesidades y expectativas. De este modo dio la espalda a la política tradicionalista representada por Hillary Clinton.
El gobierno de Trump fue de grandes escándalos y todo siguió igual. Al final de su gobierno el ciudadano descubrió que todo seguía igual y prefirió votar por lo seguro. Regresó a lo conocido y votó por el demócrata Biden.
en 2018 México optó por un cambio radical y votó por Andrés Manuel López Obrador, pensando que su gobierno sería el inicio de una nueva era para el país. Sin embargo, el tan esperado cambio resultó una nueva edición, -maquillada de modernidad-, pero que en esencia es el regreso al gen priista dinosáurico de los años setenta. A este proyecto político el presidente lo denominó Cuarta Transformación, al cual quiere llevar a los próximos sexenios, imponiéndola aún a costa de aniquilar la democracia y las instituciones que la resguardan. Por ello el acoso en contra de todos los organismos autónomos que puedan impedir la acumulación del poder presidencial, es evidente y continuo.
Sin embargo, esta demanda de cambio radical globalizada fue la que llevó a un comediante de televisión con gran liderazgo, -llamado Volodimir Zelensky-, a gobernar hoy Ucrania, lo cual descubrimos a través del conflicto armado entre ese país y Rusia.
En esa búsqueda inusual y arriesgada de un modelo de gobierno radicalmente nuevo es que Javier Milei ganó las elecciones en Argentina, con una propuesta totalmente disruptiva, que más que una política innovadora de gobierno, parece un amasijo de ocurrencias.
El mundo quiere un cambio radical y lo que aparece en el panorama político son las visiones radicales y fundamentalistas de lo mismo de siempre: derecha e izquierda.
¿Qué es lo que necesita México?
No se trata de regresar al neoliberalismo, que se olvidó de los pobres y permitió el abuso que hoy capitaliza la Cuarta Transformación exacerbando los odios antes reprimidos, que hoy se materializan y son manipulados desde la narrativa de la lucha de clases. Regresar a los privilegios de unos cuantos sería intolerable.
Sin embargo, la Cuarta Transformación representa el peligro del regreso del totalitarismo de los setentas, donde las funciones del INE se realizaban en la secretaría de gobernación y la manipulación del sistema informático que procesaba los resultados de la elección de 1988, -bajo el control de Manuel Bartlett, robó la presidencia de la república a Cuauhtémoc Cárdenas. La 4T representa un “fachadazo” de un sistema de gobierno autoritario de los años setenta, donde no existían las instituciones autónomas que hoy dan certeza a nuestra vida democrática, actualmente en grave riesgo de desaparecer a través de la 4T.
México necesita un modelo político y social radicalmente nuevo, que privilegie la justicia por encima de todo, que garantice el “estado de derecho” y el respeto a la ley, le pese a quien le pese. Que genere oportunidades para las clases marginadas, para acceder a mejor calidad de vida y erradicar a la pobreza a través de incrementar la productividad y salir de la trampa de los cheques de los programas sociales, que hoy generan dependencia y manipulación electoral.
Cambiar los paliativos económicos que mantienen a muchos sectores sociales a nivel de sobrevivencia, por mejores oportunidades laborales, donde el aumento de salarios se justifique por un incremento de la productividad y estos salarios competitivos estimulen el consumo y fortalezcan la economía interna.
En fin, se requiere de un gobierno centrado en las necesidades de las personas y no en los ahorros presupuestales del gobierno para desviar ese dinero quien sabe hacia dónde.
Los ahorros presupuestales se han convertido en una obsesión insana y perversa de este gobierno de la Cuarta Transformación, -que bajo el argumento del combate a la corrupción-, ha eliminado programas, fondos y fideicomisos que estaban orientados a programas sociales, de salud, protección contra el cambio climático, e incluso el FONDEN, que representaba una protección contra los desastres naturales y cuyos recursos se han ido a destinos desconocidos.
Se debe quitar el significado populista al concepto “humanismo”, para convertirlo de verdad en una política de gobierno.
Hoy más que nunca es oportuno revisar la propuesta del sociólogo inglés Anthony Giddens denominada “La tercera vía”, descrita en el libro que lleva este título.
Anthony Giddens fue rector de la prestigiada “London School of Economics and Political Science”.
Esta es la propuesta que debiese enarbolarse desde la oposición, para derrotar a la 4T: ofrecer un nuevo proyecto de nación totalmente radical y auténtico.
¿A usted qué le parece?