COLUMNISTAS

Alarmas internacionales

Por Ricardo Homs

Parece ser que en México ya nos hemos acostumbrado a convivir con la violencia criminal que se ha vuelto cotidiana en varias regiones de nuestro país.

Sin embargo, en el extranjero empiezan a encenderse las alertas ante la inminencia de las elecciones presidenciales del dos de junio próximo.

Es evidente que los esfuerzos del presidente de la república y su candidata por minimizar la gravedad de la violencia en el país, responde al riesgo que para este gobierno representa reconocer este contexto, pues este reconocimiento puede tener graves implicaciones en los resultados electorales.  

No sólo el presidente y su candidata culpan a sus adversarios políticos y a los medios de comunicación por una supuesta campaña de desprestigio que capitaliza los temores que genera la violencia delincuencial entre el electorado. Es más, el presidente ha rechazado el incremento de la inseguridad y ha llegado a decir en la “mañanera” que todo está bien y los mexicanos vivimos muy felices.

Sin embargo, en el mundo globalizado de hoy es difícil ocultar lo evidente.

Llegan mensajes de organismos internacionales como la ONU que manifestó su preocupación por el riesgo de injerencia del crimen organizado en estos comicios, lo cual se ha manifestado en los ataques a candidatos, actores políticos y periodistas.

También existe el antecedente de las opiniones directas de legisladores y funcionarios norteamericanos, -que cuidando las formas diplomáticas-, han manifestado su preocupación por la violencia e intromisión del crimen organizado, así como la filtración de información del gobierno hacia los medios de comunicación de Estados Unidos, exhibiendo las complicidades de funcionarios con la delincuencia. Todo esto es una llamada de atención que este gobierno, -con actitud soberbia-, está ignorando.

La prensa europea no quita su vista de lo que sucede en México y hay que entender que esto tiene que ver con el protagonismo que ejerce nuestro país en el mundo.

México posee una economía sólida que hoy ocupa el número catorce en el ranking de las  potencias económicas globales, a pesar de que este gobierno no ha tenido ni interés ni estrategia para estimular, -ni la inversión extranjera  ni la nacional-, pues ha dejado proliferar con indiferencia las condiciones de inseguridad que frenan la generación de empleos y productividad, como lo es el cobro de derecho de piso a las microempresas y la inseguridad en carreteras,

La inversión económica no se estimula ni con demagogia ni buenas intenciones, sino con la aplicación de los instrumentos que la ley le da al Estado Mexicano para pacificar al país y reprimir la violencia.

Nuestra larga frontera con Estados Unidos es otro factor de preocupación para el gobierno norteamericano y para los europeos.

Cerrar los ojos con indiferencia frente a una realidad de alto riesgo para la seguridad personal y del patrimonio de los mexicanos es una conducta que genera suspicacias en el extranjero y que si bien no generará nunca acciones de intervención directa desde el exterior, si generará consecuencias y responsabilidades  para quienes hoy gobiernan.

México por su ubicación geográfica, -así como por la fortaleza de su economía-, es un protagonista mundial, miembro del G20 , -donde están las veinte potencias industriales del mundo-, y por ello tiene la atención de la comunidad internacional.

El impacto de las condiciones climáticas y las responsabilidades ambientalistas que México ha firmado con anterioridad con organismos internacionales, hoy han sido ignoradas y por ello son otro factor de riesgo para el gobierno federal.

Las llamadas de atención hasta hoy han sido sutiles y respetuosas, pero seguramente el monto de la inversión extranjera en el país podrá generar acciones jurídicas y legales desde el exterior si esta apatía frente al incremento de la inseguridad provocada por la delincuencia organizada se mantiene.

La visión doméstica y localista de este gobierno no le excluye de asumir sus responsabilidades.

La discreta y elegante actitud de los reyes de Suecia, -Carlos XVI Gustavo y Silvia-, quienes se negaron a subir al Tren Maya, es un indicador que no debiese ser ignorado.

Que por protocolo diplomático el gobierno de Suecia haya dado por válida la explicación pública y oficial del Gobierno de México respecto a un “problema de agenda”, -circunstancia inverosímil frente a la organización protocolaria que antecede a cualquier visita de un jefe de estado-, no significa que no haya quedado en evidencia la razón real de esta negativa, que parece ser una crítica a la irresponsable depredación ambiental provocada por la construcción de este sistema ferroviario.

Este ya es el momento urgente en que este gobierno encabezado por el presidente López Obrador debe empezar a tomar en serio sus compromisos y responsabilidades en materia de política exterior, o tendrá que afrontar las consecuencias.

¿A usted qué le parece?

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