COLUMNISTAS

Cabildeo fuera de la ley

  • Los representantes de intereses desconocidos invaden el Poder Legislativo y presionan para ser contratados

Por Ángel Álvaro Peña

El cabildeo en México está permitido pero no está regulado. Esto quiere decir que se practica todo el tiempo sin límites. Lo único que se requiere para cabildear en las instalaciones del Poder Legislativo es contar con un permiso que otorgan las cámaras de Diputados y Senadores.

Más de 600 entidades, tanto a título personal como representando a compañías locales y transnacionales, cámaras empresariales y gremiales, así como asociaciones civiles locales y extranjeras, están registradas para promover intereses legítimos de particulares en ambas cámaras del Congreso mexicano.

Es decir, los cabilderos pueden seducir, convencer, extorsionar, comprar, alquilar voluntades de los legisladores el día que quieran. Basta estar en el padrón de cabilderos para poder entrar en contractos con los Diputados o Senadores mexicanos. Pueden venir del interior de la república o de cualquier país del mundo, pueden vender un producto para la salud o armas o drogas.

Hasta el momento no existe registro de los temas que tratan nuestros legisladores con los cabilderos ni siquiera se sabe si hay algún tipo de negociación, previa directa, o en lo oscurito.

México es de los tres países en América Latina y el Caribe que cuentan con un registro de cabilderos; pero sin éste, la reglamentación es prácticamente inexistente, lo que, además, permite carta abierta y un sinfín de triquiñuelas que terminan por perjudicar la legalidad, la transparencia y la democracia en México.

Según informe publicado la semana pasada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y el Banco Interamericano de Desarrollo, los países de la región necesitan acelerar la aplicación de sus regulaciones sobre cabildeo, financiamiento político y conflicto de intereses.

En el informe Panorama de las administraciones públicas: América Latina y el Caribe 2024, los organismos exhiben que, si bien México cuenta con un marco normativo que define qué es el cabildeo, incluidos los actores que se consideran grupos de presión, no hay más. No se tiene un área u oficina abocada a supervisar la transparencia de lo que se llama cabildeo, y lejos se está también de contar con sanciones en caso de que se incumplan esos lineamientos.

En México el cabildeo debe suspenderse en tiempos electorales, porque si bien puede confiarse sin conceder claridad en quienes están inscritos en el padrón de cabilderos, también es posible vender, alquilar o regalar algunas herramientas de sabotaje a las diferentes partes en competencia en las urnas.

Desde esa actividad puede manipularse resultados o inducirse votaciones de manera tramposa.

Las políticas públicas sufren con las prácticas de cabildeo, no son transparentes y no están reguladas, lo que permite a los grupos de interés monopolizar la influencia, manipular la opinión pública, influir en las decisiones gubernamentales y, en última instancia, obstaculizar la aplicación efectiva de las políticas públicas, destaca el informe.

Todavía está fresca en la memoria de los mexicanos aquella intervención del representante de una empresa italiana en la Cámara de Diputados, en abril de 2022, con una legisladora del PRD, Edna Díaz Acevedo, quien permitió la entrada de un cabildero italiano, identificado como Paolo Salerno en las redes sociales, quien forma parte de una consultora especializada en el mercado eléctrico, al mismo tiempo que es coordinador de la Cámara de Comercio Italiana en México, también es socio de una empresa dedicada a la generación de energía.

Cuando los medios lo difundieron se dieron cuenta de que los cabilderos podían hacer en la Cámaras de Diputados y Senadores lo que les venga en gana incluso a la hora de la sesión.

En otros países, el cabildeo está permitido y regulado, con transparencia de temas y hasta tiempo límite de conversación. En México este asunto que es grave para todos, sin importar partidos ni ideología, ha quedado rezagado y con un libertinaje que raya en la delincuencia.

El cabildeo en Estados Unidos describe la actividad remunerada en la que intereses especiales contratan a defensores profesionales bien conectados, a menudo abogados y ocurre en todos los niveles de gobierno, incluidos los gobiernos federal, estatal, de condado, municipal y local.

Si la propaganda y el anuncio de las obras públicas está detenida en tiempos de campaña, mucho más peligroso es seguir cabildeando sin regulación que suspender estas actividades en tiempos electorales.

Todavía no se conocen las particularidades de ese cabildeo, que ante la necesidad de transparencia el cabildeo debe ser debatido en esta legislatura para que no invada espacios ni tiempos que deben estar lo más limpios imposible.

Los cabildeos es el mejor puente para que el tráfico de influencias quede en la impunidad, todos los huecos legislativos alrededor del tráfico de influencias y el cabildeo hacen necesario regularla.

El cabildeo no es un problema menor en la política y la economía de nuestro país, sino de una revuelta social que acarrea una violencia en las calles y acabe con la paz del país.

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