Auditoría popular a los gastos de campaña
- El conocimiento y la utilización de recursos debe ser parte de la enseñanza temprana de los mexicanos para consolidar la democracia
Por Ángel Álvaro Peña
Los tiempos en los cuales los partidos políticos reportaban, según sus intereses, los gastos de campaña, ya pasaron.
El metro cuadrado de barda pintada con fines electorales tiene un mínimo y un máximo de precio para el órgano supervisor y nadie puede salirse de ese cálculo. Si hubiera una barda sin reportar, aunque no la haya pintado el partido que se anuncia en ella, su precio es contabilizado y se le carga al instituto político, aunque sea pintada voluntariamente por la población.
Las acusaciones sobre niveles rebasados en los gastos de campaña, son falsas mientras el INE no determine que hay excesos. Puede haber candidatos que señalen miles de bardas pintadas a favor de su contrincante, pero si existe la justificación comprobada de su gasto no hay delito, ni exceso, ni abuso.
En todos los actos de campaña está presente uno o varios empleados del INE, quienes contabilizan no sólo a los asistentes sino las sillas que faltaron o las que quedaron vacías. Esto no sólo tiene que ver con la vigilancia de los gastos de campaña sino con la congruencia política que debe guardar cada partido. Porque si hay candidatos que nunca llenan los espacios donde convoca a la población, no puede resultar ganador en las urnas. La lógica es parte de las mediciones del órgano electoral, que deben ser cuidadosamente vigiladas. De hecho, los asistentes a los mítines y actos de campaña también son supervisados en todo momento.
Cada día es más difícil hacer trampas en las campañas no sólo con los recursos sino con los triunfos o las derrotas. De tal suerte que nadie puede acusar en los medios al contrincante de tramposo sin antes denunciarlo al INE y este organismo será el que determine si hay delito y sin hay sanción, en caso de haber alguna anomalía.
No faltará candidato que acuse ante los medios gastos de más, o ingresos extras de sus competidores; debe reportarlos ante el INE: los medios no son una instancia reguladora de los gastos de campaña. Sólo forman parte del escándalo que quieren imprimir algunos, como parte de una guerra sucia que también debe ser regulada por el INE, el Tribunal Electoral y jueces especializados en el tema.
El INE o el Tribunal Electoral deben tener siempre la vigilancia y supervisión de la población, de tal manera que no haya nadie sobre la conciencia popular y que nadie escape de su voluntad mayoritaria.
Los resultados arrojados por el INE, en los primeros días exigen una toma de conciencia de la población. Porque resulta que el candidato a la Presidencia de la República que más dinero ha gastado es Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, con 40.6 millones de pesos. El segundo lugar en gastos lo tiene Xóchitl Gálvez, de Frente Fuerza y Corazón por México, con 8.1 millones de pesos. Y en tercer lugar, está Claudia Sheinbaum, de Morena, Partido Verde y PT, con 4.9 millones de pesos.
Primero se solicita un reporte de cada candidato y su partido, para luego verificar si lo que se ha registrado voluntariamente es real o debe haber ajustes, o simplemente hay quien miente o que hace trampa. En estos tiempos hay denuncias mediáticas que carecen de pruebas, acusaciones falsas que exigen de más responsabilidad, porque no sólo se juega con los números sino que se burlan de la inteligencia de la población y se atenta contra la democracia.
Algunos confunden la contienda electoral con una competencia deportiva, y le restan la trascendencia que cada acto implica, careciendo de responsabilidad y golpean para desgastar pero no hacen campaña para ganar sino para destruir al contrincante.
Se invierte tiempo y mucho dinero de los mexicanos como para hacer campañas irresponsables, sin conciencia del momento histórico y se acusa sin pruebas para ver si así tienen más simpatizantes, cuando en realidad, la gente sabe quién es quién en la política.
Ya no gana el que invierte más dinero sino el que convence con sus propuestas. Los partidos deben preocuparse por combinar candidato y partido, distrito y posicionamiento para alcanzar el triunfo. De otra manera, sólo gastan el dinero que podría servir para hacer obra pública.
Por ejemplo, a estas alturas hay candidatos que se sabe que van a perder. Ellos mismos disminuyen la dinámica de sus actos, cuando en realidad deben dejar la contienda y regresar el dinero que no gastaron para ser, no sólo honrados sino democráticos, pero esperan hasta el último momento para ver qué tanto de ese dinero, puede quedarse en sus bolsillos.
La medición de gastos debe ser pública, difundida profusamente, porque de su conocimiento la población puede y debe saber más de sus candidatos. Encontrar coincidencias entre lo que hacen y dicen, puede verse desde ahora, que es cuando pronuncian discursos pero también se gastan millones inútilmente.
La democracia es un todo donde cada señal es un aviso y una toma de conciencia para conocer mejor a los candidatos que pueden hablar muy bien y convencer, pero en los hechos demuestran que sus palabras no llegan a concretarse en la realidad.
Las votaciones son un compromiso no sólo de los candidatos y los partidos sino de la población y de la autoridad electoral, es un evento donde cada uno tiene sus propias responsabilidades, cada quien tiene una tarea específica que realizar en favor del futuro, de las generaciones venideras y del país.
Las reglas electorales deben ser conocidas por toda la población desde los primeros años de la educación, para que esa conciencia cívica pueda convertirse en democracia consolidada y conocer, desde la campaña, lo que algunos quieren hacer con el triunfo en las urnas. Así, nadie podría culpar a la sorpresa lo que la gente se negó a conocer oportunamente.
El INE debe reducir el subsidio a los partidos y sus campañas y ofrecer a la población instrucción de las leyes electorales empezado por las atribuciones de cada cargo de elección popular, porque muchas veces un candidato a diputación promete obra o cambios que no están dentro de sus responsabilidades y lo hacen sólo para convencer, pero también, en muchos casos, por ignorancia.