COLUMNISTAS

LA SUPREMACÍA DEL PUEBLO

Una ancestra historia jurídica nacional nos adoctrinó a los abogados diciendo: que la voluntad general del gobierno se expresa siempre en la ley.  La ley por consecuencia no es pues dictada por la autoridad o gobernanza. El soberano que la promulgó en México es decidida y perpetuamente “el pueblo”, constituido por la totalidad de los ciudadanos, opositores o nó. El pueblo sometido a las leyes de ser autor”, así lo mandató nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La voluntad del pueblo no es la voluntad del Poder Ejecutivo o el Poder Legislativo, es la voluntad del Pacto Federal. Las autoridades o gobernantes no son unos mandatarios de la Supremacía del pueblo, por consecuencia lógica jurídica, esos mandos o representantes son los encargados de cumplir el orden constitucional, la función en una buena y no arbitraria o indolente gobernanza es transmitir y cumplir las órdenes recibidas por la Carta de Carranza y ejecutarlas de manera fiel. Salus populis suprema lex est.

La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, **** al pensamiento de nuestros ilustres catedráticos universitarios como Néstor de Buen Lozano, Ignacio Burgoa Orihuela, Ricardo Franco Guzmán, Fernando Castellanos Tena, Salvador Mondragón Guerra y varios más, los siervos de la Nación, funcionarios del gobierno, autoridades o como se les llame solo deben de mandatar obedeciendo ciegamente a nuestro Pacto Federal.

En ese orden de conceptos el Poder Ejecutivo Federal no tiene poder por sí mismo, esa gobernanza es la intermediaria entre el pueblo y la ley a la que debe de obedecer. Esa ley obliga a pueblo y autoridad a cumplir.

Por tanto, el Poder Ejecutivo Federal, hoy representado por Claudia Sheinbaum Pardo solo debe de guiarse por la voluntad general del pueblo, sea éste opositor ideológico o nó e impedir que se oponga cualquier interés político como es el so del pensar de la Cuarta Transformación de la República, en su aprobada y reprobada Reforma Judicial.

Si fuera el remoto caso que la Primer Magistrada de la Nación tuviera una voluntad política opuesta a la de la supremacía del pueblo, tendría ella la insana pretensión de sustituir a la voluntad del pueblo, la cual incluye a jueces, magistrados, ministros y litigantes, por la fuerza de la sinrazón entonces México perdería.

 

Es cuánto.

Lic. Alberto Woolrich Ortíz.

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