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La renovada mafia del poder y la tragazón de sapos

El pacto mafioso entre el régimen de la “transformación” y los Yunes traidores sigue viento en popa, en medio del proceso electoral municipal en el estado de Veracruz, lo cual para nada es una casualidad.

La tarde de este jueves, se dejaron ver muy quitados de la pena cruzando el patio que lleva al salón del Pleno del Senado de la República los descarados expanistas Miguel Ángel Yunes Márquez y su “papi” Miguel Ángel Yunes Linares, junto con el presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador de la bancada de Morena Adán Augusto López Hernández, el mismo que les ofreció la “tablita de salvación” cuando parecía que entre Cuitláhuac García y Rocío Nahle impedirían que el “junior” asumiera como legislador y hasta llevarían a la cárcel a todo el clan.

La aparición del exgobernador veracruzano en el Senado tampoco fue fortuita. “Vine a visitar a mi hijo”, le dijo Yunes Linares a los reporteros. Pero unas horas más tarde, se revelaría que, en realidad, había ido a refrendar el acuerdo con López Hernández y con el régimen morenista, mismo que los llevó a traicionar a los electores que los llevaron a la Cámara alta en los pasados comicios federales y a votar en favor de la reforma judicial, que hoy tiene a México en medio de su peor crisis constitucional de los últimos cien años.

El sello del refrendo del acuerdo fue el nombramiento de Yunes Márquez este mismo jueves como nuevo presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, una de las más importantes del Congreso de la Unión, por cuyas manos pasa la aprobación del paquete económico anual del gobierno de la República.

Como se mencionaba al principio, este enroque –que no tiene una justificación real, más que la del favor o el intercambio político- se concreta precisamente en el mismo momento en el que en Veracruz los partidos se encuentran en sus procesos internos para definir sus candidaturas para la renovación de los 212 ayuntamientos el próximo 1 de junio, y en donde los Yunes se juegan la supervivencia local de sus intereses.

Aunque en Acción Nacional reniegan –al menos de dientes para afuera- de ellos, y los dos Migueles están expulsados del partido después de darle el infame “voto 86” a la reforma judicial, lo cierto es que la dirigencia en el estado de Veracruz sigue bajo su control, tienen dos diputados en el Congreso local –una incondicional, Indira Rosales, y un integrante de la misma familia, Fernando Yunes- que apenas si le levantan la ceja al morenato en la entidad, y mantienen la lealtad de su grupo más cercano al interior del PAN veracruzano.

Además, no hay que perder de vista que antes del “affaire” de la reforma judicial, Yunes Márquez le manifestó públicamente su apoyo a quien terminaría convirtiéndose en el dirigente nacional panista, Jorge Romero Herrera, quien ha evitado pronunciarse contundentemente sobre los Yunes y prefiere evadir el tema. Por algo será.

Pero los “tentáculos” del yunismo no se limitan al PAN. Desde que cometieron su cobarde traición, se cargaron sin pudor hacia la “4t”, donde no solamente Adán Augusto los recibió con los brazos abiertos, sino también el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, que ha defendido al “senadorcito hijo de papi” a capa y espada no solo de los críticos fuera de Morena, sino de los de dentro. Y ha sido a partir de ese arropamiento que se ha vislumbrado la posibilidad de que el grupo político yunista encuentre otro cauce electoral, en este caso por la vía del Partido del Trabajo, en donde en ningún momento se han cerrado a la posibilidad de darles cabida a ellos o –más bien- a sus personeros. Ni en Veracruz ni en el altiplano.

Ya se verá a cambio de qué le dieron ese “regalazo” a Yunes Márquez, además de la impunidad para él y su parentela por sus múltiples corruptelas. Algo les habrán pedido hacer. O dejar de hacer.

Mientras tanto, la tragazón de sapos en el palacio de Enríquez debe estar de antología. Con todo y que dicen que se reservan “el derecho de admisión”, ya tienen a los Yunes hasta dentro.

 

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