Triste día de las madres
No todas las familias mexicanas han festejado el día de las madres según marca la tradición en este país matriarcal, donde la madre es el eje que une y amalgama a la familia.
Hay muchas familias que aún no asimilan la pérdida de un ser querido, -y en muchas de ellas-, hay una madre que incluso forma parte de algún colectivo de “madres buscadoras”.
Muchos agravios tienen esas madres que han tenido la desgracia de que el crimen organizado, -o alguna autoridad menor coludida con la delincuencia-, les arrebate a una hija, un hijo, hermano o marido.
La sociedad nada hace por ellas porque ya son parte del ecosistema informativo nacional y su peregrinar en busca de los restos mortales de su ser querido, son una noticia más.
Sin embargo, lo inaceptable es la falta de sensibilidad gubernamental para con ellas. Mientras la delincuencia las acosa y agrede, -e incluso las asesina-, para que desistan de su búsqueda, el gobierno las deja en posición vulnerable.
Jamás López Obrador aceptó reunirse con ellas, -ni siquiera por humanidad para darles un mensaje solidario-, sino que les reprochó que su actividad era política con el objetivo de desprestigiar a su gobierno, manipuladas por sus adversarios.
Esa actitud insensible de quien ocupó la presidencia de la república debe quedar exhibida en la narrativa histórica de este país.
Qué tan grande debe ser el dolor emocional de esas pobres mujeres dolidas hasta el alma que aún conociendo ya los peligros, -pues varias de ellas ya han sido asesinadas-, prefieren arriesgar su vida con tal de no seguir soportando la tristeza de la ausencia que les corroe el espíritu.
Y qué podemos decir de esa frase mercadológica que describe al actual gobierno: “no llegó una… llegamos todas”, para simbolizar que esta administración iba a hacer justicia a toooodas las mujeres. Sin embargo, estas madres buscadoras han sido olvidadas. Por lo menos ahora no las acusan de pretender dañar al actual gobierno, como lo señaló López Obrador.
Protegerlas de cualquier agresión y ayudarles en su tiste labor debiese ser una obligación de nuestras autoridades.
En contraste, la FGR desmintió el descubrimiento que ellas habían hecho en el Rancho Izaguirre, minimizando el impacto de lo descubierto en ese infernal lugar. Sólo su determinación ha hecho que las autoridades no se olviden investigar.
La agresión a cada una de estas “madres buscadoras” debiese ser interpretada como una afrenta a todas las mujeres mexicanas, principalmente a las que gobiernan.
Es evidente que la sororidad es un valor moral ausente.
La sororidad debe practicarse con hechos y no con palabras.
¿A usted qué le parece?