Si pasó en Palacio Nacional, con mucha más razón en la ESBO No. 8
Ninguna mujer está segura. Hablo por todas cuando digo que la presidenciable sufrió una serie de tocamientos ayer durante su salida de Palacio Nacional. Un borrachillo la victimizó. Aun con todo un sistema gubernamental a su disposición, ella no pudo repeler dicho ataque de inmediato por parte de los elementos de seguridad pública que siempre la acompañan, dejando entrever que la violencia pasa… y no pasa nada.
En Poza Rica, el pasado 6 de octubre, en la Escuela Secundaria y de Bachilleres Oficial (ESBO) No. 8 “Emiliano Zapata”, una estudiante de identidad reservada protestó para exhibir a Guillermo N., afamado maestro de matemáticas del nivel secundaria, quien presuntamente la habría estado acosando durante meses.
Yo les voy a chismear: a Guillermo N. lo conozco desde hace 15 años. Me dio clases, y pude constatar que los comentarios misóginos, machistas y las actitudes soberbias han sido las protagonistas de su cátedra. Junto a él, una serie de maestros también habrían estado incurriendo en estas prácticas.
Pero qué les voy a contar yo sobre acoso, si estoy seguro de que, a través de estas líneas, ustedes, lectores, han recordado situaciones en las que les tocó sufrirlo, padecerlo o saber de un caso contra nuestras hermanas, primas, amigas o compañeras de trabajo.
Pasó en pleno noviembre, mes de la lucha contra la violencia hacia la mujer. La violencia pasa y no pasa nada.
Este tipo de delitos es como ir a la Fiscalía y denunciar el robo de dos mil pesos: te dicen que no fue para tanto, que más tiempo perderás en el papeleo burocrático, y que, al final, tanto desgaste no vale la pena.
En México ya no basta —ni es suficiente— promover la famosa y clásica “concientización”, las “campañas de sensibilización” o la reflexión a través de terapias y ponencias. Requerimos acción inmediata, dura y sensible, para que se cumpla lo que en el papel se define como una “vida libre de violencia”, y para que se infunda temor en quienes la ejercen mediante sanciones más severas. Queremos cien años de prisión para quienes resulten responsables.


