Salud con despotismo universal
Por Ángel Álvaro Peña
El anuncio del Presidente de la República sobre el servicio universal de salud a los mexicanos sorprendió a los mexicanos. A cada uno por diferentes motivos, porque como intención, proyecto o idea, no deja de ser excelente; sin embargo, como un hecho concreto habrá que pensar en muchas situaciones que obstaculizan el óptimo desempeño de la atención para la salud de los mexicanos.
Si bien el Jefe del Ejecutivo reconoce que todavía no existen las mejores condiciones para prestar, de manera eficiente, el servicio universal, aunque aseguró que a nadie puede negársele el servicio aunque no sea derechohabiente, lo cual es ya un avance, lo cierto es que el director general del Seguro Social, Zoé Robledo, antes de pensar en colocarse como candidato a la gubernatura de Chiapas, tiene la obligación de humanizar a su personal, porque el trato con la gente en esa institución no es el adecuado ni tiene que ver con un ser vicio de salud.
La burocratización que ha impuesto un sindicalismo que ya no debe existir en México y la negligencia de las autoridades del IMSS para meter orden en la atención personalizada a los pacientes invade prácticamente todo el país con su mal trato y despotismo. La falta de mobiliario en algunas clínicas resulta por demás criminal porque hay enfermos que no pueden sostenerse en pie y no hay bancas, ni sillas dónde puedan descansar.
El propio Presidente reconoció: “Existe, (el servicio), están los centros de salud, están los hospitales, pero no es bueno el servicio, no están en buen estado los centros de salud, las unidades médicas rurales, los hospitales; en general no hay médicos generales, no hay especialistas, faltan equipos y faltan medicamentos”.
A pesar de estas carencias propias de un sistema de salud que se descuidó hasta niveles homicidas, está el despotismo de empleados, enfermeras, médicos que han perdido la sensibilidad para tratar con los pacientes que no sólo van por ayuda física sin por una atención integral, pero sobre todo humana. De nada sirve que haya especialistas sino sabe cómo tratar a la gente a la que prescriben
El secretario de salud y los subsecretarios parecen no estar conscientes de la atención deficiente del persona irresponsable y poco sensible.
El presidente recalcó la necesidad de un servicio universal de salud al decir: “Es un derecho del mexicano, no es un privilegio, el derecho a la salud, como el derecho a la educación, y ese es un compromiso que tenemos y lo vamos a cumplir, y me da mucho gusto”.
Pero esto de nada sirve si el trato del personal, desde el policía de la entrada hasta las personas de la farmacia tratan con la punta del pie los mexicanos que ejercen ese derecho y los empleados del Seguro Social o del ISSSTE siguen siendo los verdaderos privilegiados.
La salud debe dejar de ser un factor político para traspasar todas a esas barreras de privilegios, porque en el IMSS, por ejemplo, hay más de un sindicato, hay disidencia que tiene que ver más con los partidos que con la salud. Con la impunidad y la holgazanería que con la responsabilidad. Y esto debe terminar.
Debe despedirse a quienes no ofrezcan una atención adecuada sin importar si son sindicalizada o de confianza y los líderes deben impulsar en, primer lugar, la calidad de sus trabajadores y n o los privilegios de sus cúpulas.
La salud en México tiene rezago, pero no sólo en infraestructura hospitalaria y abasto de medicinas sino en el sentido más sensible y vital que es la humanización de su personal.
PEGA Y CORRE
Cuando uno pensaba que 43 aspirantes a la Presidencia de República de la oposición eran muchos, cada día surgen más y hay espontáneos que brincan al ruedo sin saber manejar el capote.
Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes
**Las columnas firmadas en este medio son responsabilidad de quienes las firman**