MC y Ebrard
Por José García Sánchez
En tres semanas Marcelo Ebrard deberá comprobar que desde hace unos días encabeza las encuestas. Como esta fantasía se asentará en la realidad, el desencanto de muchos engañados se convertirá en rechazo a su candidatura.
Desde que el carnal de Marcelo, Manuel Mondragón y Kalb encabezaba las pláticas para darle auge a la candidatura del ex secretario de Relaciones Exteriores, pedía a los presentes despojarse de cualquier filiación para convertirse en “ebradoristas”. Ahí ser morenista no era suficiente.
La afirmación anunciaba ruptura desde hace meses. Se trataba de impulsar la figura del ex canciller más allá del sexenio, más allá de la 4T, más allá de la historia. A pesar de las promesas de lealtad de Marcelo al despedir al PRD del Frente Amplio por México, se abre una ventana de futura negociación para el PAN a partir de 2024 y este mismo hecho abre una puerta Movimiento Ciudadano para permitir la entrada de un traidor de Morena a su candidatura.
Movimiento Ciudadano así definirá su lugar en la historia al derechizarse de manera doble: la primera, adopta un candidato de derecha, y la segunda, con su incorporación adquiere un pasaporte para negociar con el PAN de manera holgada y segura.
Al adoptar MC a Marcelo Ebrard se convertirá en la segunda fuerza electoral del país y al PAN, ya sin el lastre de la alianza opositora, se verá obligado a negociar con el partido de Dante Delgado para llevar a cabo su habitual sabotaje legislativo contra toda disposición del gobierno.
Así Marcelo Ebrard pasará de ser una opción como Presidente de la República a un golpista, decido a ser cooptado por quienes quieran dar un golpe de estado a la presidenta en turno, a través de una triquiñuela legislativa.
Ser el candidato perdedor y ser quien encabece la segunda opción electoral tiene sus ventajas. Se convierte en el líder de la oposición se llena un hueco que los conservadores buscan desde hace más de cinco años, por lo que tiene mucho que hacer, casi tendrá tanto trabajo como un Presidente de la República. Se encargará de reestructurar la oposición y prepararla para vencer en las próximas elecciones.
Será tan importante como los medios lo permitan y si éstos continúan con su política agresiva, seguramente será una estrella que podría convertirse en el Juan Guaidó mexicano. Tendrá poder pero no lo ejercerá, que es lo mismo que ser secretario de Relaciones Exteriores.
Las condiciones políticas abren y cierran puertas, sin camino de regreso Tiempo de definiciones sin retorno. Las promesas de permanencia en Morena están condicionadas, y siempre lo han estado, al triunfo en las encuestas. Como sucedía en el viejo PRI, si hay empate el ganador es él y si hay poca diferencia también es él el ganador y si no gana es que hubo fraude, y si hay anomalías mejor se va, aunque, desde ahora sepa que no va a ganar las encuestas y responsabilizará de su derrota a la falta de piso parejo.
Se intentó ponderar la unidad pero quien siempre la rompió fue Marcelo exigiendo piso parejo, debates, demandas a los familiares de los contrincantes de sus correligionarios, cuestionando propuestas o exigiendo cuentas claras. Nunca le importó la unidad y sólo exaltó su protagonismo siempre asegurando que encabezaba las encuestas situación que nunca ha sucedido.
El tiempo aguarda en el cadalso de la historia a quienes en nombre del pueblo erigen un monumento a su propio egocentrismo.