La piel delgada de la oposición
Por José García Sánchez
Los panistas se ofendieron porque se les denominó traidores y aseguran que dicho nombramiento fue creado por la cúpula del partido Morena. Durante meses los panistas lanzaron una serie de insultos a todos y cada uno de los integrantes de la Cuarta Transformación desde el militante hasta el Presidente de la República. A los seguidores de este movimiento les dijeron todo, incluso que los querían quemar en el zócalo.
Insultaron al pueblo y a sus autoridades porque al cuestionar su voluntad porque las decisiones del gobierno representan una votación de más de 30 millones de mexicanos y como todavía no aprenden a ser oposición, consideran que las mayorías sólo son un concepto abstracto.
Los exabruptos provenientes del PAN contenían significados claramente racistas, como si provinieran de la nobleza a los plebeyos. Siempre con un tono de segregación que delataba cierto intento de superioridad. Nadie dijo nada, pero ni lo olvidaron ni dejaron de advertirlo.
Ahora que la gente en la calle les grita a los diputados de ese partido “Traidores”, realizan una rueda de promesa denunciando maltrato y agresiones. Se olvidaron que cada vez que asistía un funcionario público a comparecer en el Senado se le hacía regalos insultantes, agresivos. Y nadie decía nada, al contrario, los agravios gratuitos siempre manchan más a quienes los profieren que a quienes van dirigidos.
Cuando un político, en un cargo de elección popular toma posesión de su cargo hace un juramento que a la letra dice: «Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y su así no lo hiciera que la Nación me lo demande”
Los señalamientos públicos contra los panistas se refieren a la última parte de esa frase, a la que ellos se comprometieron a cumplir y ahora no quiere aceptar sus consecuencias. Porque la mayoría de los mexicanos estaban a favor de la reforma eléctrica y demandan congruencia a sus representantes.
El PRI, por su parte, traicionó más. A la población, a sus raíces, a los hombres que desde su partido hicieron historia y a ellos mismos. Ante este panorama nadie puede llamarse ofendido cuando es la voz de la gente la que reclama congruencia y no con los preceptos de los colores de sus partidos son con quienes representan.
La polarización que la derecha asegura existe, en la sociedad no se practica como insisten en difundir. Ellos se divorciaron de la gente y polarizaron el ambiente político desde las tribunas legislativas, el discurso partidista y el debate en el Congreso; sin embargo, culpan al gobierno federal de dividir a los mexicanos, cuando en estos momentos pesan sobre los tres partidos de derecha en México acusaciones por un auténtico delito que no debía molestarles, traicionan los intereses de los mexicanos para favorecer a los extranjeros, a esos se les llama traidores, aquí y en China.
Los panistas no se acuerdan cuando insultaron el público y a través de los medios a más de un funcionario, ahora quieren demandar porque se les describe, porque se les define, a causa de su preferencia hereditaria de defender a la empresa privada extranjera en lugar de favorecer a la gente que representan.
No son insultos son definiciones sociales provenientes del pueblo, al que nadie les ordenó realizar, lo hacen de manera espontánea y lo seguirán haciendo a pesar de denuncias y demandas, de llanto y auto conmiseración.
Las encuestas más conservadoras estiman que 7 de cada 10 mexicanos están a favor de la reforma eléctrica
pero ellos pocas veces prestan oídos a la población. Consideran que todo lo que corre en este sexenio debe ser criticado, evitado, saboteado sin darse cuenta que a su alrededor hay un sinnúmero de problemas que pudieran contribuir a su solución y sólo se cruzan de brazos, esa también es una manera de traicionar.