¿Premio o castigo?
Por Ricardo Homs
La corrupción en México es sumamente conocida. Sin embargo, en el ámbito político ha sido tolerada.
El sistema político mexicano ha funcionado sin sobresaltos con base en un principio básico: La tolerancia hoy la practico por ti… pero mañana espero será por mí.
Anteriormente quien gobernaba y tenía todo el poder era consciente de la temporalidad de su autoridad, así como de la debilidad de sus propios pecados. De este modo tenía presente que podría padecer en el futuro lo que él provocase a otros.
En contraste, quienes hoy gobiernan nuestro país se sienten seguros de que pueden señalar con el dedo flamígero los pecados ajenos, porque no se ven a sí mismos fuera del poder, -y por tanto-, se sienten protegidos.
Podemos suponer que hoy ha surgido un gobierno que practica la extorsión política manipulando la justicia.
Bajo la imagen de ser un gobierno reformista y moralizador, -de tipo fundamentalista-, en realidad se disfraza el chantaje como justicia.
¿Qué les ha descubierto este gobierno a importantes gobernadores… que casi han abandonado la plaza frente al asedio morenista? La opción podría ser: ¿Premio o castigo?
Sin embargo, también vemos que otros funcionarios simplemente se pasan de bando. ¿Por qué unos funcionarios son exonerados con todo y evidencias delictivas en su contra y en cambio sobre otros cae todo el peso de la ley?
Cuando se utiliza la exoneración como contraprestación de un favor o un apoyo al gobierno actual, entonces podemos deducir que estamos frente a una posible extorsión o a la compra de favores, todo esto a partir de poner en la mesa de negociaciones la exhibición de acciones cuestionables o constitutivas de delitos.
Incluso ¿por qué vemos una oposición tan deslavada… como si tuviese una camisa de fuerza y no pudiese dar un paso adelante hacia acciones contundentes políticamente?
Más allá de si el presidente del PRI, -Alejandro Moreno-, realizó las acciones corruptas que le atribuye su antecesora, la gobernadora de Campeche Layda Sansores, -seguramente para apoyar al presidente-, es que se consumó esta venganza por no haber sumado al PRI a la Reforma Eléctrica discutida en el Congreso. Además, esto podría significar una llamada de atención y amenaza para los demás actores políticos opositores.
Ante este contexto de manipulación de la justicia se vuelve urgente buscar alternativas para cambiar las reglas, sobre la base de una actitud de buena fe y con la finalidad de moralizar al país. Entre las opciones podríamos considerar una que ha sido utilizada en contextos de búsqueda de consensos para remontar una crisis política, principalmente en varios países de Sudamérica. Esta ha sido: la amnistía.
Esta opción tendría que ser negociada con todas las fuerzas políticas del país para que fuese una amnistía focalizada únicamente en el delito de corrupción. Un borrón y cuenta nueva, pero con penas muy severas y cero tolerancia para quien cometa este delito en el futuro.
Una auténtica amnistía reformadora implica la igualdad de condiciones para todos los que están en el segmento de las decisiones políticas.
No significa ésto una amnistía para todos los ladrones, sino únicamente una exoneración para quienes están en el ámbito de las decisiones importantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, previa presentación de una declaración de bienes, que borra el pasado solo respecto a corrupción. Para evitar abusos se debiese desarrollar un sistema de control altamente funcional.
En varios países latinoamericanos donde se ha llegado vivir una crisis política, se ha logrado incluso amnistiar a guerrilleros perseguidos por graves delitos. De este modo quienes optan por acogerse a este recurso deponen las amas e ingresan a la política. Incluso algunos han llegado a presidir el gobierno de su país. Este fue el caso de José Mujica en Uruguay, quien fuera en su juventud parte de los “Tupamaros”, -una guerrilla extremista y violenta-, por lo que estuvo varios años encarcelado, pero al ser amnistiado e integrado a la política tradicional de su país se convirtió en un hombre respetable y respetado como un hombre congruente entre sus convicciones y su actuación política.
Gustavo Petro, -actual presidente electo de Colombia-, también proviene de la guerrilla, pues militó en el movimiento M-19 y seguramente fue amnistiado y se integró a la política.
¿Cómo entender la transición de Chile, -de la dictadura pinochetista a un gobierno democrático-, si no es a través de la amnistía?
La amnistía honesta y transparente ha sido la llave de importantes transiciones políticas.
No podremos proteger nuestra democracia si urgentemente no encontramos el modo de restablecer equilibrios para evitar que conductas del pasado, -cuestionables moral o jurídicamente-, sean manipuladas en el ámbito de la justicia, pero con fines políticos.
Seguramente con la vara que mide este gobierno morenista, será medido en el futuro.
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