COLUMNISTAS

Inauguraciones al vapor

 

Por Ricardo Homs

Las inauguraciones al vapor suelen ser una bomba de tiempo de graves repercusiones.

Se han inaugurado con gran prisa el Aeropuerto Felipe Ángeles y la planta de Dos Bocas.

Del primero, -o sea el aeropuerto-, sabemos que no reúne las condiciones técnicas necesarias para obtener las certificaciones internacionales de las autoridades aeronáuticas globales. Por ello las grandes aerolíneas multinacionales no lo están utilizando, y todo indica que ni lo usarán. 

De la refinería de Dos Bocas sabemos poco, pues su operación estará circunscrita al ámbito de Pemex y las empresas y autoridades del sector energético. Sin embargo, fue la inauguración de un cascarón, pues habrá que esperar varios años aún para poder verla en operación y para poder sacar la primera producción de hidrocarburos, que oficialmente está prometida para finales del 2023 o inicios del 2024. Quizá en esas fechas  nos den un show mediático teatral para darnos los primeros litros, aunque después pasen años para que se normalice la producción. 

Lo primero que se sabe es que ambas megaobras tienen un alto sobreprecio que rebasa con creces el presupuesto inicial. Seguramente esto se debe a las prisas. ¿Entonces el control presupuestal dónde está?… Las prisas generan pérdida de control y ello puede dar la oportunidad a la corrupción. 

Sin embargo, lo más grave es que propicia vulnerabilidades técnicas que se puedan convertir en riesgos.

No debemos olvidar que los accidentes de la Línea 12 del Metro se originaron por las prisas por inaugurar la obra. Aún no nos reponemos del impacto de pérdida de vidas humanas en el tramo de Tláhuac cuando ya nos informan de estas dos nuevas inauguraciones del actual régimen.

La explosión de San Juan Ixhuatepec, sucedida el 19 de noviembre de 1984 aún está en el inconsciente colectivo como una tragedia imborrable que costó más de 500 vidas humanas y 2,000 heridos. Sin embargo, después, el 23 de noviembre de 1990 se registró una explosión e incendio en una planta de Pemex y posteriormente otra el 11 de noviembre de 1996.

Los accidentes vinculados al robo de hidrocarburos, -llamado también huachicoleo-, debido a la intervención de ductos de Pemex para robo, -o las explosiones en los mercados de fuegos artificiales-, son frecuentes.

Por otra parte, hablando de la industria de la aviación debemos reconocer que los accidentes aéreos generalmente son mortales y traen consecuencias jurídicas para el país, por parte de autoridades aeronáuticas multinacionales.

Es necesario considerar que la falta de precauciones frente al riesgo es característica de la idiosincrasia mexicana. Eso lo vemos a cada momento. Las mismas autoridades reaccionan con poco respeto al riesgo. De esta forma vemos que las patrullas policiacas y ahora las de la Guardia Nacional, realizan patrullajes en camionetas de batea que no reúnen las mínimas condiciones de seguridad para sus agentes. En una persecución estos pueden salir disparados hacia fuera de la unidad de transporte.

Esta es sólo una muestra de lo que vemos continuamente en la vida cotidiana de nuestro país.

Además, la falta de mantenimiento en las instalaciones que forman parte de gobierno, -por falta de disciplina-, nos lleva a considerar que la construcción de la refinería de Dos Bocas y del Aeropuerto Felipe Ángeles, -así como la del Tren Maya-, debe ser realizada a conciencia, y esto implica la inversión de tiempo y los recursos que sea necesario aplicar, para garantizar la seguridad.

La política debe ser más responsable de cara al futuro. Los intereses políticos no deben estar por encima de los riesgos para la ciudadanía.

 

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