Endeudados y quebrados
Por Mónica Camarena Crespo
La deuda neta del Gobierno Federal se ubicó en 10 billones 801.1 mil millones de pesos, de los cuales el 78.7% se encuentra denominada en moneda nacional y el 74.3% de los valores gubernamentales están a tasa fija y a largo plazo, esos son los datos duros al 30 de agosto de este año.
El costo de la deuda pública de México en 2023 será el más elevado en 27 años, aunque el gobierno federal a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, intenta calmar con el mismo discurso de siempre, que las finanzas públicas se mantienen sólidas y que hay resultados positivos para los ingresos tributarios.
Sin embargo, la propia SHCP, dio a conocer que, para hacerle frente a este compromiso financiero, se necesitarán destinar un billón 79 mil millones de pesos el próximo año.
Para entender lo que está pasando en México, debemos recordar que la deuda es una herramienta financiera, cuando esta es usada para fines productivos y de forma sostenible, permite a los gobiernos hacer inversiones que sirvan como catalizadores de crecimiento económico y competitividad.
Sin embargo, el abuso de ello puede convertirse en un grave problema cuando los gobiernos tienen que destinar gran parte de sus ingresos a pagar las obligaciones financieras.
Los pronósticos de especialistas no son nada buenos, señalan que la tasa de referencia en México continuará su escalada durante 2022 y cerrará el año en 9.5 por ciento en promedio, lo que tendrá un impacto en el costo financiero de la deuda pública del orden de 371 mil millones de pesos.
Ernesto O’Farrill, presidente de Bursamétrica, precisó que la deuda externa es de aproximadamente 200 mil millones de dólares y alrededor de 20 por ciento es lo que está a tasa revisable y a dicho monto es a lo que le podría subir la tasa. En tanto, los bonos de deuda mexicanos que pudieran ser impactados por el alza de tasa sumarían 3.3 billones de pesos.
Sin ser expertos todo apunta a un desastre económico en México en muy pocos meses, cuando el actual gobierno esté a punto de concluir y dejar una deuda tan abultada como impagable y que detone en la quiebra técnica de un país de cuarta.
ÁGORA
La última de AMLO ya no es un mal chiste sino una ofensa a la crisis que se vive en México; el presidente “agarra tontos” dijo ayer que la actual inflación es consecuencia del conflicto armado entre Rusia y Ucrania, así como de la pandemia por Covid-19 y no por factores internos. “No es el Efecto Tequila”, pues, ha cuidado que no haya crisis financieras internas. Ni llorar es bueno.
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