COLUMNISTAS

La lectura de las marchas

 

Por Ángel Álvaro Peña

No somos iguales, dijo el Presidente y se evidenció con las marchas. La primera, del 13 de noviembre, podría calificarse como la de amargura, donde se mostraba una clase dolida por razones desconocidas, pero con mucha violencia hasta en sus carteles; en la marcha del 27, la alegría era evidente. En la marcha del defensa al INE otra diferencia fue el hecho de que nadie, o muy pocos, sabían, por qué asistían; en cambio, en la del último domingo de noviembre todos los entrevistados dieron una explicación clara, a pesar de que fueron acusados de acarreo.

La marcha del 13 podría llamarse también la manifestación del desgano, del cansancio físico y mental, la otra, representa la fuerza, incluso la de los ancianos que caminaron varias horas y escucharon atentos el 4o informe del Presidente.

El hecho de ser la mayor parte de la población, muchas de ellas personas de la tercera edad que caminaron kilómetros, desde días antes y durante la marcha, mostraron energía y conciencia, sorprendentemente felices. Porque ni la amargura ni la felicidad pueden ocultarse.

El Presidente se encargó en su 4º Informe de gobierno, de traer recuerdos de aquellos que decían que al año de gobierno de Morena estaríamos como en Venezuela o Cuba, que la moneda estaría a 50 pesos en relación al dólar, y que sería un peligro para México. Que la inflación nos llevaría a la ruina y que la gasolina sería un artículo de lujo, entre otros muchos pronósticos que todavía no se cumplen, a pesar de la fuerza con la que se deseó que sucediera, desde algunos de los rincones más oscuros de la sociedad mexicana.

 

 

Como nunca antes sucedió la oposición apuesta para que le fuera mal a México, que la economía quebrara, que nos invadiera un país extranjero y que la miseria aniquilara a los más vulnerables. Sólo así pueden justificar su posición que los identificó por décadas haciendo daño, poco a poco a las mayorías, pero de manera contundente.

Algunos mal intencionados y muy amargados aseguran que la simple presencia de camiones es una evidencia del acarreo. Muestra de que siguen viendo el presente con sus preceptos del pasado. Todavía los simpatizantes de la Cuarta Transformación no saben volar para venir a la marcha. El acarreo fue obvio en la marcha del 13, donde las trabajadoras domésticas caminaban con sus patronas con la hiel a flor de piel y ni unos ni otros eran capaces de saber las verdaderas razones de su asistencia.

También desaparecieron las sospechas de reelección, de caminar hacia el socialismo, de que la esposa del Presidente buscaría un cargo de elección popular, como sucede con otras ex primeras damas que quieren poder. Por eso subraya que no somos iguales. También rechazó acusaciones que sólo existieron en la imaginación de quienes querían descalificar la voluntad de la mayoría de quienes votaron. Porque, aunque digan algunos optimistas que la mayoría de los mexicanos estuvo a favor de López Obrador, sólo votó a su favor la tercera parte de los integrantes del padrón electoral del INE. Para los pesimistas, la lectura es otra muy diferente, porque hubo quienes, aseguran, que no fueron a votar porque como sabían que Morena iba a arrasar su voto no harían falta. Una tercera interpretación radica en que quienes no votaron no estaban de acuerdo con ninguno de los candidatos: es decir, no los representaban ni los partidos ni sus líderes, ni sus abanderados.

Aquí con acarreo, según la versión de la oposición, o por convicción, los asistentes a la marcha superaron el millón de personas, según la versión oficial. La cantidad es menos importante que la calidad de su interpretación histórica. Porque, suponiendo que hubiera acarreados, todos sabían a qué iban, en contraposición de quienes participaron en la marcha del 13 de noviembre que eran dispersos en sus argumentos y poco sólidos.

La oposición argumenta que hubo huecos en la plancha del Zócalo, lo cual es explicable con lógica. Ya que, al llenarse, las autoridades impidieron el acceso, y las calles aledañas como Tacuba, 5 de Mayo, Madero, 16 de septiembre, Moneda, 5 de Febrero, 20 de Noviembre, etc. todavía estaban llenas de gente. Al llegar el Presidente al Zócalo la gente se amontonó en las vallas para saludarlo, y, al frente para verlo de cerca cuando diera su informe, dejando esos vacíos que en las fotos aparecen y que han servido a algunos para afirmar que el lugar no se llenó a pesar del que el cupo fue rebasado y lo muestran las calles claramente.

Otra de las razones por las que se veían los espacios vacíos fue donde se encontraban los profesores de la CNTE en su protesta, que están en plantón permanente frente a Palacio Nacional solicitando, como es su costumbre más plazas, más suelos y más privilegios para sus líderes. Paros de labores y manifestaciones que realizan todo el tiempo a cambio de dinero y privilegios. A pesar de esto, se les protegió con policías alrededor y espacios para su libre tránsito.

Pero más allá del número de asistentes y sus causas, la expresión social fue histórica, porque a pesar de que algunos medios electrónicos no dieron mucha información al respecto, en comparación a la cobertura que le regalaron a la marcha en defensa del INE, las calles se llenaron y el apoyo al Presidente fue evidentemente espontáneo.

 

 

Entre los asistentes estuvieron n }o sólo mexicanos del interior de la república sino de otros países como Bélgica y España, y de ciudades de Estados Unidos como Nueva York, Chicago y Los Ángeles.

El pretexto de esta marcha fue el 4o informe de gobierno, que, en realidad, fue lo de menos. Se mostró fuerza y solidez. No dudas ni titubeos.

Buena parte del discurso del Presidente lo ocupó el tema del salario mínimo que se duplicará a finales del sexenio, mientras que en otras administraciones aumentaba 3 o 4 por ciento anual. Lo que significaría que debieran pasar 25 años para lograrlo, si siguiéramos con el viejo régimen.

Andrés Manuel López Obrador proclamó que su legado de gobierno deberá definirse como Humanismo Mexicano por la orientación social de sus políticas y aun cuando se nutre “del pensamiento universal», advirtió que su esencia «surge de la milenaria riqueza cultural mexicana y la fecunda historia nacional”.

Las interpretaciones de la marcha y el informe provenientes de la oposición fueron tan dispersos, como diversos, coincidían en la descalificación, pero ninguno de ellos recuperables como para plasmar en una columna. Su visión de la realidad política se refleja en los votos, en su retroceso, en sus derrotas electorales. En el rechazo de la gente hacia sus propuestas.

 

 

Llama la atención que desde el inicio hasta el final de la marcha la única persona que acompañó, paso a paso al Presidente fue la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Marcelo Ebrard se sumó unas cuadras después de iniciada la marcha y esperó al presidente en el templete destinado al Informe, frente al Palacio Nacional. Adán Augusto se integró a la marcha también cuadras adelante después de iniciada, no se separó del Presidente ni de Claudia hasta llegar al Zócalo.

La marcha sirve también para hacer interpretaciones más serias y profundas que el número de asistentes y que tienen que ver con el futuro de los mexicanos. Es decir, las expresiones políticas, de cualquier índole y partido, exigen una lectura seria y no superfluos comentarios que banalizan y vulgarizan la política.

 

PEGA Y CORRE

Ahora Lorenzo Córdova, criticó a los pocos aliados que le quedan: los medios de información, cuyo contenido calificó de “penoso”, porque muestran los desvíos de recursos humanos y materiales que ha utilizado durante años el Consejero Presidente del INE.

 

 

Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes

 

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