Bajo los puentes de la justicia
Por Alberto Woolrich Ortíz
A fin de ofrecer a mis queridos leyentes no versados en la corrupción que impera en el medio de procuración, impartición y administración de justicia, realidades por ellos no conocidas; es justo advertir que en el ayer y durante la época del neoliberalismo, un periodista del Washington Post escribió: “Bajo los puentes de la Procuraduría General de la República corren dos ríos, uno de dólares, el otro de mierda”.
Similares argumentos —con muy ligeras variantes— se sostienen en ésta Cuarta Transformación de la Nación y ellos no son expresados por un informador del Washington Post, los expresó en una reciente reunión académica, una dignísima toga de una ex servidora pública y funcionaria de la Fiscalía General de la República, la cuál estuvo adscrita a cierto Estado de la Federación, digna letrada que en presencia de todo un señor General Brigadier de la Secretaría de la Defensa Nacional expresó textualmente: “Para ir a laborar, todas las mañanas me ponía unas botas de bombero que me llegaban muy arriba de la rodilla, con el objeto de no pisar y mancharme de todo el excremento que existía en la oficina”. Un sentido demasiado riguroso de su deber dio origen a esa expresión.
Sigamos con el tema.
Un grupo de proscritos de las leyes —no existe otro calificativo más apropiado para describirlos— se encargó durante la etapa del neoliberalismo de estructurar, maquinar, crear y consumar graves alianzas con el narcotráfico. Ese gravísimo acto delictivo atentó en contra de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se opuso gravemente a nuestro Estado de Derecho y consecuentemente denigró y ensució a México. “Pocas cosas desmoralizan más que la injusticia en nombre de la autoridad y de la ley”, dijo en el ayer Concepción Arenal.
Por desventura, nada ha cambiado en la Procuraduría —hoy Fiscalía— General de la República, desde esos años a los que hoy vivimos, la historia se repite con similares argumentos, todos ellos violatorios de preceptos expresos y del fundamental y definido sustratum de nuestro régimen constitucionalista.
La única diferencia es que ayer se delinquía y hoy por omisión al cumplimiento del deber se les brinda impunidad a esos bribones del derecho.
Por último, debemos decirle a Andrés Manuel López Obrador, que no debe de ser la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, sino el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, quien por su evidente desconocimiento del derecho, tiene que acudir a nuestra Constitución Política para enriquecer su escaso o nulo acervo cultural en temas de justicia, que no sólo desconoce, sino que muchas veces inventa y, lo que es peor, no hace nada por enmendar las graves situaciones que siguen ocurriendo en la Justicia.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio de Abogados de México, A.C.