COLUMNISTAS

Dina Boularte en peligro

 

Por José Páramo Castro

La derecha internacional está atascada en Perú. Pensó que, si una mujer volviera a encabezar un Golpe de Estado el rechazo de la comunidad internacional y de los propios peruanos, sería menor. El Golpe de Estado blando o duro, es lo mismo y más aún cuando la población ha cobrado conciencia de la libertad y del valor de la democracia, como sucede ahora en esa nación.

La presión que ejercen los peruanos y la feroz represión que impone Dina Boluarte, debilitan a los intervencionistas, encabezados por Estados Unidos, que quieren el litio. La desesperación del gobierno golpista llega al extremo de premiar, con dinero en efectivo y drogas, a los policías y a los militares por triunfos sobre la población indefensa.

 

 

Estos logros son golpear y encarcelar estudiantes culparlos de vandalismo y terrorismo. Matar personas, torturar, encarcelar y desaparecer a los que protestan, sin importar si son niños; y además matar a sus perros es la orden de todos los días. Los policías peruanos tienen los mismos rasgos físicos de la agente inconforme, lo único que los hace diferentes es el uniforme y el hambre, la deshumanización y el anhelo de libertad.

Los policías peruanos, cada vez atacan con más saña a su pueblo, sin darse cuenta que se golpean a sí mismos, saben que tarde o temprano les darán un bono por hacerlo, y mientras más coraje y odio muestren mayor es el premio en efectivo que la usurpadora les entrega.

Ante esta situación, los peruanos no se rinden y debieron aparecer los soldados estadounidenses para amedrentarlos. Ya no pudieron estar más tiempo ocultos, y esto acusa derrota de los golpistas que deberán pensar en algo diferente para sostener el gobierno de facto mientras arreglan todos los contratos para apoderarse del litio y de la voluntad popular.

 

ONU DÉBIL Y SIN VOZ

La ONU apareció obligadamente en escena para convocar al diálogo, haciendo cuentas alegres de los asesinatos y ponderando las pérdidas económicas, que son las únicas que aparecen importarle al gobierno de Boluarte.

A través de un comunicado, el portavoz del secretario general de Antonio Guterres, Stephane Dujarric, convocó a Dina Boluarte a que cumpla con la legislación internacional sobre derechos humanos. Y que lleve a cabo investigaciones rápidas, efectivas e imparciales de las muertes registradas en las protestas. Además, instó a que se evite la estigmatización de las víctimas”.

 

Porque Boluarte en su estrategia por descalificar a sus oponentes asegura que bolivianos, enviados por Evo Morales, se disfrazaron de policías peruanos para asesinar a jóvenes estudiantes, entre ellos menores de edad. La distorsión de la realidad de esta genocida llega a límites que superan a cualquier nazi.

El experimento en Bolivia les resultó mal. Jeanine Áñez está en la cárcel y deberá estar ahí varios años. Nadie la quiere y hasta sus abogados defensores reconocen que su caso está complicado. En Perú pareciera no haber salida y si la hay sería convocar a elecciones de inmediato, con lo que seguramente regresaría Pedro Castillo a la presidencia legítima de Perú, situación que no les conviene a los exterminadores.

La derecha que impuso el Golpe de Estado contra Pedro Castillo, no dudaría en asesinar a Dina y hacer creer que fue algún peruano inconforme y desesperado. Ellos le llamarían fanático terrorista y es ahí donde debe Boluarte tener mayor peligro. Dina es sólo una herramienta desechable. Aunque en este momento nadie dudaría en Perú en crear una ley que condene a muerte todo golpista. Ley que debería extenderse a toda América Latina.

La derecha que impuso a Dina ya le estorba la imagen de la usurpadora y aunque quiera demostrar cordura y tranquilidad ya se muestra también desgastada en todos los sentidos.

Las balas que pudieran atentar contra Boluarte no vendrá del pueblo desarmado sino de un proceso de latrocinio del litio peruano donde la vida humana no tiene importancia.

 

 


 

 

 

 

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