Dime qué festejas y te diré a qué bando perteneces
Por Laura Cevallos
El viernes 24 de febrero, Día de la Bandera, recibimos la peor noticia que se le puede dar a una patria tan envilecida por actos corruptos de sus funcionarios y es, precisamente, que uno de los tres poderes de la unión, los proteja y les condone las penas que debieran compurgar por la comisión de delitos que traicionan a la patria, y para colmo, acabe diciéndosele al mexicano de a pie, a este soberano, que si esperaban justicia, ni siquiera la esperen sentados porque ésta no va a provenir de la Suprema Corte.
En el acto protocolario de conmemoración del Día de la Bandera, la ministra Norma Piña, presidenta de la Corte, decidió no acudir y en su lugar enviar a su emisario para que la representara de cuerpo presente y que llevara a cuestas la investidura de la corte; esto no es porque ella estuviera impedida físicamente o debiera dirimir actos de gran envergadura en el pleno de la Suprema Corte, sino por el profundo desprecio que tienen por el pueblo y sus representantes, ésos que no provienen directamente de la voluntad popular para ejercer sus cargos, y por ello desdeñan al presidente.
Lo peor, es que este poder permite que la corrupción siga sirviéndose en México y la supuesta independencia y libertad de los jueces del Poder Judicial obsequie la absolución mediante una de las sentencias más cínicas que se hayan podido obtener, en un caso donde la corrupción enriqueció a más de un funcionario de los tiempos de Enrique Peña Nieto y cuya titular, no sólo en la investigación, sino en los papeles que daban sustento a todas las tareas que realizaba la Secretaría de Desarrollo Social, no era otra que Rosario Robles. De acuerdo con el criterio del Juez, se absolvió porque resulta que hubo una mala apreciación de parte de la fiscalía y la acusó de un delito administrativo que podía haberse resuelto a través de una multa sencilla, porque desviar 5 mil millones de pesos no es un delito que la autoridad judicial considere, ni medianamente grave, y el castigo de una multa, un par de nalgadas y un “no lo vuelvas a hacer Rosario”, estamos listos.
¡No, pues qué frescos! ¡Cómo se nota que venimos de ese tiempo en que 5 mil millones de pesos no son nada y ni siquiera vale la pena tratarse de esforzar en para aparentar que se busca algo parecido a la justicia!, porque a quiénes les serviría esa justicia no es a los que la representan, sino al pueblo que bien puede conformarse con el discurso de la presidenta de la Corte, que va a romper el techo de cristal y bla, bla, bla…
¡Vaya que fue útil el “no te preocupes Rosario”, de Peña Nieto, cuando le refrendó que tuviera confianza en lo que él iba a hacer por ella cuando le tocara su momento de enfrentar a la justicia! ¡Qué cara le ha salido a la nación en estas pocas semanas que haya llegado la ministra heredada del peñato!, porque así como vamos, muy pronto estará desfilando el otro dizque prisionero político del sexenio, al que además el Estado, seguramente deberá de pedirle una disculpa, devolverle los bienes y restituirlo en sus derechos y quedar como farsantes, porque a eso apuntan las exigencias de independencia que la corte está haciendo.
Si antes nos daba angustia que el Poder Judicial demostrara su modo retrógrado, con todo y que Zaldívar fue un presidente entusiasta en materia de progresividad de derechos humanos, y a pesar de ello tuvimos varios reveses, debilitando la poca confianza ciudadana en relación con la justicia, ahora, cuando tenemos a una ministra presidenta tan abiertamente opositora al cambio de régimen y al pueblo, no podremos esperar sino estas manifestaciones de “las puedo más que ustedes, pueblo”.
Cierto, que la sentencia no provino directamente de la corte, pero ella también preside el Consejo de la Judicatura, que en últimas, cobija las decisiones judiciales, aunque sean aberraciones como ésta, que lamentamos profundamente, o las dos previas, de descongelamiento de cuentas de Cristina Pereyra y Cárdenas Palomino, dando por buenas las apre$ia$ciones de jueces que, increíblemente, no tuvieron en cuenta las acusaciones vertidas contra el súper policía de Calderón, en el juicio servido en Estados Unidos.
Esta cruzada judicial restituye a los corruptos en su derecho a seguir robando al pueblo, exonerándolos de todas las acusaciones que pudieran señalarlos como los que han lastimado y traicionado a la nación. ¿Hasta cuándo?
Twitter: @cevalloslaura