COLUMNISTAS

La ley

 

Por Alberto Woolrich Ortíz

Edmund Burke fue un político inglés, considerado como el precursor del liberalismo conservador británico, nació en 1729 y falleció en 1797 y su pensar fue ampliamente influenciado por Aristóteles, Séneca y Montesquieu en su conocida obra de Indagaciones Filosóficas (1757) escribió: “La ley y el poder arbitrario se hayan en eterna discordia”.

Quienes respetan al derecho saben que la ley aparece definida en diccionarios jurídicos como “el precepto dictado por la suprema autoridad en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados”. Pero, en la realidad de ésta Cuarta Transformación de la nación, la ley para su existencia no requiere armonía de la justicia con el Poder Ejecutivo Federal, ni la bondad y deseo de Andrés Manuel López Obrador para respetarla. Las exigencias de lo que debe ser la ley en el México de hoy no son cubiertas. Si se cumpliera con dichas reivindicaciones tendríamos una suntuosa aplicación del orden jurídico, sin embargo, en el presente sólo existen caprichos u ocurrencias surgidas a raíz del pensar del Primer Magistrado de la nación.

Ilustres catedráticos de nuestra querida Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, a mediados de los lejanos años sesentas, con sus conocimientos nos hicieron comprender que la ley es la expresión de la voluntad del pueblo, manifestada a través de la interpretación adecuada de los órganos jurisdiccionales competentes, para regular la vida de los Estados Unidos Mexicanos, acorde a los principios jurídicos, políticos y sociales, contenidos en la carta magna. 

Para que la ley obligue su cumplimiento o la abstención de lo que prohíbe hace falta que Andrés Manuel López Obrador, deje de pensar en que “no me vengan con esos cuentos de que la ley es la ley”. Todos los juristas y estudiantes de derecho sabemos que una vez aprobada una ley hay que cumplirla, iniciando por el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en razón a que él juramentó acatarla. Este requisito es esencial para tener un México de justicia y prosperidad, el Poder Ejecutivo  tiene la obligación de conocer lo que es la ley, de no ser así resulta monstruoso, como lo fue la expresión asentada y referida a la toga del Primer Magistrado de la nación. 

Es muy sabido por el derecho que si el Poder Ejecutivo no conoce la ley, porque no se ha enterado de su contenido y obvia así su aplicación, ello destruye la democracia y conduce sólo a la anarquía más absoluta. 

Por ello mediante éstas breves líneas la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C. en estrecha hermandad con las togas de la Barra Nacional de Abogados insta a Andrés Manuel López Obrador se aplique en el estudio de nuestras leyes y se abstenga de menospreciarlas. 

 

Es cuanto

 


 

Presidente de la Academia de Derecho Penal

del Colegio de Abogados de México, A.C.

 

 

 

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