Por consenso candidatura presidencial de Morena

Por Carlos O. Silva Bandala

La candidatura presidencial de AMLO/Morena, a raíz de los últimos acontecimientos de rechazo por parte de SCJN al Plan B del Presidente ha entrado en una fase de reflexión y replanteamiento estratégico que asegure los mejores resultados electorales en 2024 y por consiguiente un nuevo liderazgo que se muestre en el futuro presidente hacia el partido Movimiento Regeneración Nacional. 

Dicha candidatura presidencial obliga a llevar implícito un nuevo liderazgo presidencial, político/partidista, dado que AMLO se retirará a “La Chingada”. Para nadie es desconocido que el Presidente es el líder de Morena. Lo funda, es su creación por esfuerzos de muchos años. No se entiende a Morena sin Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, sucederá. Por eso manda y comanda con autoridad propia en las decisiones del partido. Mario Delgado, presidente Nacional de Morena es su subalterno para expresarlo cortésmente. En esa parte sí son lo mismo, lo que en su historia siempre fue así en el nonagenario PRI.

Dando crédito a las palabras del Presidente, respecto a que a partir del primero de octubre del 2024 se autoexilia a “La Chingada” y se retira totalmente de la política, sería absurdo que la candidatura presidencial al comento, no llevase implícito la herencia política de López Obrador para representarlo desde el poder máximo de gobierno, en el liderazgo de Morena; sería un sinsentido que puede convertirse en un desatino de él. No es nada más la candidatura presidencial, sino implícitamente el futuro comandante del partido desde la Presidencia de la República. El kit es quien de los cuatro precandidatos es capaz de llenar tan especificas cualidades. 

POSIBLE. Que puede ser o suceder, o se puede realizar.

VIABLE. Que puede ser transitado o recorrido.

¿La candidatura presidencial de AMLO/Morena es posible y viable por consenso? Sí lo es. Posible en el sentido de que puede ser o suceder de esa manera de conformidad por los precandidatos del Presidente. Viable, igualmente, porque la campaña presidencial si se puede recorrer mediante ese procedimiento.

DEMOCRACIA

En sentido estricto, la democracia es un tipo de organización del Estado, en el cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta, que confieren legitimidad a sus representantes. Hay democracia directa, cuando las decisiones son adoptadas de primera mano por el pueblo, por ejemplo: la consulta popular. Hay democracia indirecta o representativa, cuando las decisiones las toman personas reconocidas por el pueblo como sus representantes, es el caso de los Diputados y Senadores.

El Presidente ha condicionado que la candidatura presidencial de Morena, surja de una consulta popular llamada encuesta (democracia directa). Los partidos opositores PAN/PRI/PRD están en la búsqueda del método para determinar quién será su candidato presidencial. En este caso, las decisiones cupulares de Marko Cortés, Alejandro Moreno, Jesús Zambrano y quien represente a los Colectivos Ciudadanos, no responden a una democracia directa, sino indirecta. Son decisiones particulares a condición de empoderamiento interpartidista.

Las candidaturas presidenciales del PRI, las disponía el Presidente de la República en turno, por ejemplo: Don Adolfo Ruiz Cortines lo hizo en favor de Adolfo López Mateos y así sucesivamente por varias décadas. El dicente estima que una de las decisiones de profundo significado nacionalista y patriota en el ejercicio del mandato presidencial, priísta, fue encauzar la candidatura presidencial mediante el Partido (PRI), no como decisión autoritaria a golpe de martillazo de poder político, porque al indiciar quien debiera ser su sucesor como candidato presidencial y a la postre presidente, lo asumieron como una responsabilidad superior, al reconocer que entre sus Secretarios de Estado,  uno de ellos merecía escalar hacia la Presidencia de la República. En un símil de democracia representativa en función de la candidatura presidencial, los Presidentes de la República, priístas, asumían ciertamente, que la inmensa mayoría del pueblo de México, no tenía un conocimiento amplio y detallado de la experiencia, capacidad, rectitud y honestidad de los posibles candidatos, de ahí la toma de decisión, responsable, del Presidente de la República para nominar la candidatura presidencial, vía el partido.

Hoy Morena es gobierno desde Palacio Nacional y en 22 Estados de la República que va para 23 por lo menos. El Presidente cree que mediante la encuesta el pueblo determinará, sin falla, quien habrá de ser el candidato presidencial de entre Claudia Sheinbaum, Adán Augusto, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, sin embargo, los gobernadores morenistas no saben ni para donde hacerse, le guiñen el ojo a los cuatro. Algunos diputados y senadores se declaran en favor de una u otro y los más están igual que los gobernadores. Quien conoce a conciencia el perfil político y profesional en el desempeño público y su capacidad para desear quien merece ser el sucesor de Andrés Manuel López Obrador, vía la campaña presidencial representando a Morena, es precisamente el mismísimo Presidente de la República AMLO. 

Las precampañas en las que se encuentran una y otros, son cosméticas. No llegan al verdadero pueblo de México que elegirá a su próximo presidente. Ahí está el dilema. Insistir en una encuesta nacional con participación para toda la sociedad empadronada, es seguir avivando más la división entre ellos y sus promotores, con el desatino de confundir a los seguidores del Presidente, al no saber su verdadera inclinación y deseo sucesorio. Los cuatro precandidatos no son lo mismo para su proyecto de nación a continuar en el 2024/2030. Solo uno de ellos es, y, queda en la responsabilidad del Presidente su “recomendación”.

Para terminar. En la comparativa de lo que sucede en la Curia Romana, el Papa en turno evalúa y orienta en su convicción, quien habrá de sucederlo como líder de la Iglesia Católica, de entre los Cardenales. No les consulta a los feligreses a quien quieren como Papa. Asume la suprema responsabilidad de representante de la divinidad para todos los pertenecientes a la religión católica, apostólica y romana. Ese es el meollo del asunto.

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