Inseguridad el pendiente de la 4T
Por Luis Ramírez Baqueiro
“Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”
– Albert Einstein –
La inseguridad descontrolada que enfrenta México y Veracruz es resultado de la fallida política de abrazos y no balazos impulsada por el régimen transformador del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para la 4T, la inseguridad es un problema que se soluciona deteniendo la acción violenta del estado ante posibles hechos delictivos, convocando a las y los jóvenes que ha descarriado el camino para que sus mamás y abuelas los llamen a cuentas, les den un jalón de orejas y con su regaño respectivo el problema se solucione.
Aunado a ello, afirman que con dotarlos de su Beca Benito Juárez y sus programas del Bienestar la cosa se resuelve, de esta manera, el presidente copto a ese gran segmento humano que vive y se ha desarrollado con un resentimiento por todo lo que representaba el orden social establecido.
Es por ello, que el grueso de la población, esa que menos tiene se siente tan socorrida y tan identificada con él, pues piensa que el personaje los voltea a ver porque es una especie de Tata del Siglo XXI –a la usanza del Tata Cárdenas, a mediados de la década de los 30 del siglo pasado- sin darse cuenta que su única intención es comprometerse de manera clientelar para garantizar su permanencia en el poder.
En los hechos y en la realidad, los números son verdaderamente escalofriantes.
Su administración ya se convirtió en la más mortífera administración de México en su historia, al menos lo revelan los datos duros y fríos que da el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) y del Reporte Diario de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
156 mil 136 asesinatos registrados en el periodo de diciembre de 2018 al 24 de mayo de 2023, por lo que es ya el sexenio más violento de la historia reciente de México.
Así la administración transformadora del presidente López Obrador superó las 156 mil 066 víctimas de homicidio doloso contabilizadas en el sexenio del priista de Enrique Peña Nieto, que tenía la marca como el más sangriento.
Según documentó El Universal en la nota del periodista Manuel Espino, “el año pasado, el gobierno de López Obrador rebasó los 120 mil 463 asesinatos del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, y antes los 60 mil 280 alcanzados en la gestión del panista Vicente Fox Quesada”.
Las cifras confirman que la asignatura pendiente de la actual administración es la seguridad, misma que parece no tener forma de solucionarse al menos empleando el mismo esquema.
Pero Veracruz no queda exento de la misma situación, mientras el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, disfruta de las mieles de su incursión beligerante a la Ciudad de México, en lo que se conoce ya como la “marcha de la infamia” a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la entidad vive una violencia inusitada, sólo contenida por el auto toque de queda que se impone la población en las zonas y regiones donde la presencia criminal está desbordada.
Recientemente la periodista Perla Sandoval de la Agencia de Noticias AVC confirmó ese hecho, al publicar que el mes de abril de este 2023 ha sido el más violento en la entidad según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp), quien contabilizó 79 homicidios dolosos en ese periodo.
“De enero a abril de este año se han cometido 268 homicidios dolosos en la entidad veracruzana. En enero se registraron 78 homicidios, en febrero 47, en marzo 64 y en abril 79 asesinatos. Cabe destacar que, de acuerdo con la estadística, en Veracruz de los 268 homicidios dolosos, al menos 159 fueron cometidos con arma de fuego y 27 con arma blanca”.
Mientras la violencia y la inseguridad crecen, nuestras autoridades continúan ensimismadas en aparentar mostrar una realidad que no existe, en donde se ataca y combate a los grupos criminales, mientras en los hechos, regiones como Pánuco son intransitables por el terror de los grupos criminales.
Mucho menos pensar en visitar la región de Poza Rica y Papantla donde un día sí y otro también ejecutan a personas en bares, cantinas, restaurantes, o donde les dé la gana.
Innegable es la mayor presencia de las fuerzas castrenses en todas las actividades del Gobierno, sin embargo la inseguridad, no cesa, por el contrario crece.
¿Será momento de reconocer que se ha fallado en la materia, o se deberá continuar volteando para otro lado, haciendo como que aquí no pasa nada hasta que suceda, para entonces sí levantar la voz y reclamar al Estado mayor resultado en su lucha contra la inseguridad?
Reconocer que el tema es el principal pendiente de la 4T, mucho le beneficiaría y abriría el debate a explorar otros mecanismos de control que coadyuven acabar con este lacerante problema.
Al tiempo
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