COLUMNISTAS

Misoginia pandemia conservadora

 

Por José García Sánchez

La existencia de la misoginia es un resabio del pasado que equivale a la esclavitud del odio a la mujer, a partir de diversas causas, que no por variadas, en lo individual, deja de ser un fenómeno social, que afecta a la totalidad de la comunidad.

La existencia de la misoginia no se limita al agresor y la agredida sino a las repercusiones sociales que no son pocas. En México este tipo de expresiones parecen brotar desde los rincones menos esperados y se manifiestan impulsados por una consigna política anclada en el pasado y muchas patologías que en lo individual algunos hombres, incluso mujeres, no han podido superar.

Cuando las guerras obligaron a los hombres a dejar sus trabajos a las mujeres para que se fueran como carne de cañón a defender los intereses ajenos a los que nunca supieron rebelarse, las mujeres realizaron trabajos que no desconocían pero les eran prohibidos. Al terminar las guerras, las sociedades, en su mayoría respiraban tranquilos al decir que las mujeres regresaban a sus trabajos originales, para los que fueron hechas. En la casa.

La decisión sobre su cuerpo y reproducción siguen siendo un conflicto de conciencia para las clases conservadoras, no se diga para un clero que prefiere esconder los delitos de pedofilia de sus sacerdotes antes que concederle derechos a la mujer.

 

 

La misoginia no es contagiosa pero su exaltación suele despertar esos instintos dormidos en algunos y, una vez despabilados se vuelven feroces cazadores de las actividades de las mujeres, como sucedió hace unos días con la nueva titular de Segob. En México hay muchos cambios, es por ello que parte de la sociedad asegura que todo sigue igual. Porque los conservadores se reproducen en el cautiverio de la repetición, de la rutina, no entienden las transformaciones y cuando suceden las niegan. No están adaptados a lo nuevo, prefieren repetirse a sí mismos que aceptar que pueden cambiar con el mundo, con la sociedad, con la especie. Por eso prefieren el esclavismo mental de la misoginia ante la urgencia de sentirse superiores.

Hay sociedades que viven en la barbarie. El caso de Ciudad Juárez, en Chihuahua, uno de los estados con mayor número de analfabetas reales y funcionales, abandonados por sus gobiernos, donde los diarios justificaban el asesinato de las mujeres argumentando que salían de noche y tomaban alcohol como causa del homicidio. Fueron más de 700 mujeres, adolescentes y niñas abusadas antes de morir. La mayoría trabajadoras de las maquiladoras que tienen turnos nocturnos.

La percepción de la realidad de los misóginos está distorsionada, muestra el odio hacia las mujeres, convertido en agresión de todo tipo, expresión inconfundible del miedo que en la inferioridad impuesta compensa, con alardes de machismo y su violencia verbal y física su impotencia.

Hay mujeres misóginas, que en la competencia por el lucimiento personal y la ambición atacan a otras mujeres. Hay hombres que por la envidia de ser mujer y no poder desatar su homosexualidad reprimida odian a las mujeres. La misoginia es un grillete que no sólo ata en el pasado sus practicantes sino que los tiene presos en sus propios traumas 


 

Twitter: @Josangasa3

 

 

 

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