El nostálgico minINE
Por José García Sánchez
Ya sin la atadura de su cargo no desperdiciaron tiempo para mostrar sus tendencias políticas. Sin importar la percepción de la población, que, a final de cuentas, no les interesa. Sólo la historia lo coloca en el basurero, pero mientras sean un desperdicio con dinero nada les interesa. Hay mucho dinero de por medio.
Quienes debieron guardar imparcialidad en la vida privada y profesional no lo hicieron. Ahora, todo lo que les imputaron sobre el desvío de actividades en sus funciones y más, resulta ser cierto. Sabían que al quitarse las máscaras el espectáculo sería superior a todo lo hecho por ellos anteriormente en materia de escándalo y lo que necesitan es llamar la atención.
Lo que no puede quedar atrás es la decepción de los cientos de mexicanos que defendieron a esos funcionarios apostándole su insolación y ampollas en los pies durante las marchas de los ingenuos.
La alianza opositora, desesperada por no quedar al margen de la competencia electoral contrató a un grupo de ex consejeros electorales, ex ministros del Tribunal Electoral, todos ellos mercenarios, conocedores del Golpe de Estado.
LOS EX CONSEJEROS
Porque los ex consejeros del INE no escondieron, en ningún momento, sus preferencias partidistas. Ahí está el caso de Arturo Sánchez Gutiérrez, quien defendía más y mejor al PAN que el representante de ese partido ante el INE. La vergüenza mayor fue al de Marco Antonio Baños Martínez, quien asesoró a César Verástegui, El Truko, alfil de Francisco García Cabeza de Vaca, contrató a Baños para que ganara con impugnaciones legaloides las elecciones en Tamaulipas. El ex consejero llegó a la sala de prensa del Senado de la República defendiendo a Verástegui como si se tratara de un héroe, sin el mínimo pudor.
Baños Martínez, hidalguense priista, ahijado político del tamaulipeco Felipe Solís Acero, subsecretario de Gobernación, con Miguel Ángel Osorio Chong, en la subsecretaría de Enlace Legislativo y Acuerdo Políticos de la dependencia.
El grupo está conformado por: Leonardo Valdés, expresidente del entonces IFE; María del Carmen Alanís, ex magistrada presidenta del Tribunal Electoral, dirige una consultoría de asesoría electoral en sociedad con Baños, en el sur de la ciudad y su labor como ministra dejó mucho que desear luego del fraude de 2006.
Marco Antonio Baños y Arturo Sánchez, cuyo código postal delictivo comentamos.
Teresa González Luna, ex consejera del INE; Rosa María Mirón, ex consejera del Instituto Electoral del Distrito Federal; Mariclaire Acosta.
Mención aparte merece María Elena Morera, amiga de Genaro García Luna, que encabeza una de las fundaciones que es apoyada con recursos de Estados Unidos, a través de Usaid. De 2003 a 2009 presidió la organización México Unido Contra la Delincuencia. Es miembro del Comité de Evaluación de la Coordinación Nacional Antisecuestro, convocante de diversos espacios de interlocución como la Cumbre Ciudadana; Espacio A, y es promotora de la Red Nacional por la Seguridad Pública, Ciudadanos + Policías en la cual ocupa la Secretaría Ejecutiva.
Sergio Aguayo y Guillermo Sheridan, forman parte de este carnaval que derivará en fraude, porque es lo único que saben hacer, aunque se autodenominen expertos, incluso intelectuales. Se dicen demócratas, se dicen convocados por el “honesto” perredista Guadalupe Acosta Naranjo. Lo cierto es que aglutinan sólo a gente de derecha, opositores y evidentes simuladores.
Cuando se reúnen este tipo de factores que intentan sorprender a la población es cuando los conservadores se vuelven más previsibles. Sus ambiciones los describen y su desesperación los mueve a espacios que creen un campo de batalla cuando en realidad es sólo la línea de fuego.
En algún momento pudieron significar la vanguardia de un Golpe de Estado, la punta de lanza de una asonada, el alarido de una revuelta. Ahora sólo son el gran distractor de una intervención directa para descarrilar la 4T antes de las elecciones.