COLUMNISTAS

El efecto wannabe de Xóchitl

 

Por Luis Ramírez Baqueiro

 

“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos” 

– A. Schopenhauer –

 

La política es la ciencia de las mil y un posibilidades, por increíble que parezca, lo que en su momento se pensaba inverosímil, en política es realizable, más aún, se vuelve alcanzable.

Eso quizá le está pasando al presidente Andrés Manuel López Obrador con su proceso de sucesión anticipado, en su intento por generar un escenario de distracción para poder ir preparando el proceso de salida, garantizando que los reflectores mediáticos se centrarán exclusivamente en sus temas, pues no le resultó así.

Desde su cena con ellos en conocido restaurante del centro de la Ciudad de México el pasado 5 de junio, hasta el arranque del Proceso interno de selección de coordinador nacional de los comités de la defensa de la cuarta transformación, el presidente apostó a que el marcaría el tema de la agenda nacional.

Pero en política nada está garantizado, el mandatario no contó con la posibilidad de que de manera soterrada cual Caballo de Troya, la inerte oposición esa que él tanto desprecia, le fuera a fraguar un plan de asalto, para tomarle la misma tribuna presidencial.

Y a eso llegó la mañana de este lunes 3 de julio, cuando en un acto de aparente control total de la agenda nacional, el mismo presidente López Obrador fungió como el vocero e impulsor de la carrera por la presidencia de la mismísima senadora Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, o para los cuates, Xóchitl Gálvez.

La misma a la que él invita a participar en su movimiento transformador a mediados del 2018, a la que ahora pretende descalificar y atacar acusándola de ser la candidata de la oligarquía y el conservadurismo, asegurando que ella no es pueblo –a pesar de su origen étnico-.

El presidente López Obrador demérito las posibilidades de poner a competir en este próximo proceso electoral a dos mujeres preparadas, que habrán por sí solas de tener que dilucidar el galimatías político nacional.

El temor presidencial comenzará a crecer más y más conforme pasen las semanas, cuando se confirme a través de los estudios demoscópicos el crecimiento exponencial de la misma Xóchitl Gálvez.

Ahí y solo ahí será cuando el presidente López Obrador dará cuenta de que esas benditas redes sociales que en antaño tanto le ayudaron se habrán de volver muy posiblemente en su contra, debido a que esas se mueven y operan por parte de la clase social a la que más despreció su administración “la clase media” y esa tiene unas cuantas cuentas pendientes con él y con los suyos.

Seguramente ahí también se habrá de librar una gran batalla, pero lo real es lo que ocurrirá con la sociedad de carne y hueso, con esa que subsiste con tan solo un salario mínimo al día y que en este sexenio se incrementó peligrosamente.

Basta recordar que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) alertó que, sólo en los dos primeros años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la población en situación de pobreza creció en 3.8 millones de personas y en 2.1 millones las personas en pobreza extrema.

La Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares que el Inegi levanta de forma bianual señala que la pobreza ―a secas― fue en 2020 43.9% de la población, 55.7 millones de personas, ese es el nicho al que precisamente Xóchitl Gálvez le hablará, a ese que pensó el presidente tener cooptado por la entrega de sus apoyos federales.

Así la llegada de la senadora Gálvez al escenario político nacional, la convertirá en una verdadera amenaza para la sobrevivencia de la 4T, pues su efecto “wannabe” pudiera generar nuevamente una corriente de esperanza entre la sociedad que se siente decepcionada por la oferta política lopezobradorista de la transformación.

Esa que pretendió simplemente comprar conciencias, sin mostrarles cómo salir verdaderamente de la maldita pobreza.

 

Al tiempo

 


 

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