NACIONAL

Dudas por encuestas, las corcholatas desconfían de Mario Delgado

 

 

<<Los precandidatos del partido en el poder no esconden sus dudas respecto a la transparencia del método>>

 

 

Por Ángel Álvaro Peña
Las encuestas representan un método de selección lleno de dudas dentro y fuera de Morena. Las antecedentes respecto a los resultados de las encuestas arrojan malos recuerdos para cualquier aspirante a una candidatura en Morena.

Los extraños resultados de las encuestas pasadas han creado derrotas graves como sucedió en Coahuila, donde uno de los aspirantes no estuvo de acuerdo con los resultados, y cambió de partido, dividiendo el voto, imponiendo una derrota que pudo ser una victoria en las urnas.

El manejo de las encuestas ha sido una tarea que lleva a cabo Mario Delgado, y su equipo cercano. Sólo ellos saben si tienen línea del presidente o llevan a cabo un procedimiento correcto. Fuera de ese grupo nadie puede asegurar que haya confiabilidad en las encuestas.

Se anunció que la cúpula del partido en el poder integrará una mesa de negociación en la que participará un representante de cada precandidato, y cada uno de ellos elegirá una o más casas encuestadoras que servirán de espejo para recabar la voluntad de los ciudadanos.

Morena tardó varias semanas en aclarar que la encuesta estaría abierta a la población, aunque se trataba de algo prácticamente claro, debieron precisarlo. La ley electoral prohíbe que el padrón electoral esté en manos de particulares, y las casas encuestadoras están fuera de la autoridad electoral, por lo que son particulares, de tal suerte que no habrá manera de comparar en ese momento, la autenticidad de quienes voten a favor de tal o cual precandidato hasta que sus credenciales de elector y los datos que contiene, sean comparados con el padrón que tiene el partido.

 

 

EL PISO PAREJO

La complejidad de la encuesta mueve a dudas y así lo han expresado prácticamente todos los concursantes, como el ex secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien pidió, desde antes de establecerse las condiciones, exigencia en las que todos los implicados estuvieron de acuerdo: piso parejo.

Posteriormente, Ricardo Monreal, otro de los competidores, con menos posibilidades que el primero, también pidió transparencia en el proceso rumbo a las encuestas. Asegura que él fue engañado por este método en la selección de candidato para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México en 2017.

Claudia Sheinbaum, ha sido muy cautelosa respecto a opinar sobre la transparencia del proceso, pero menciona continuamente que ella nunca ha dicho encabezar, en este momento, estudio de opinión alguno.

Adán Augusto, por su parte, se dedica a ser lo más sobrio en la búsqueda de dicha candidatura con el objetivo de no descalificar nada; sin embargo, el simple hecho de que suba rápidamente en las intenciones del voto para la candidatura, ha sido cuestionado como una intervención del Jefe del Ejecutivo a su favor.

El resto de los participantes hablan de complementar —con debates o presentación de proyectos—, el método de las encuestas porque les parece insuficiente y poco claro.

Los equipos de campaña de los seis precandidatos, prácticamente desconocido, incluso para la militancia, no se han puesto de acuerdo en el formato de la pregunta o preguntas que se realizarán en la encuesta. Es decir, que esperarán que transcurran los 72 días de gira por el país para que se reúnan y llegar a un acuerdo sobre todas y cada una de las palabras que integrará la encuesta, que deberá ser un punto concreto, claro y entendible por toda la población.

Morena acordó que su método de definición de la candidatura presidencial será una encuesta nacional que se aplicará a finales de agosto a toda la población, sin distinción de militancia partidista. La encuesta aún no está diseñada. Tarea que no será fácil de concretar.

El caso es que ni siquiera los concursantes muestran confianza en Mario Delgado, quien prácticamente tiene secuestrado el mecanismo de selección, que es una especie de secreto de Estado, que guarda celosamente la cúpula del partido.

 

 

Si los precandidatos dudan del método y de su líder, la reacción de la militancia, compuesta, oficialmente, por más de tres millones de mexicanos no es muy diferente.

Si la dirigencia de un partido no da confianza a la militancia no puede convocar a la unidad, al contrario. Se hace necesario que sea primero aceptado y reconocido el líder para infundir confianza y después convocar a su solidez.

Las encuestas tienen muchos cuestionamientos y los acuerdos entre los aspirantes a la candidatura a la Presidencia de la República fueron aceptados a regañadientes, por la prisa de empezar a viajar por todo el país en busca de lo que llamaron la búsqueda de la coordinación de la defensa de la Cuarta Transformación.

La encuesta domiciliaria será levantada del 29 de agosto al 3 de septiembre por equipos de hasta ocho personas: un coordinador designado por la dirigencia, un encuestador del partido o de alguna de las empresas, y un representante de cada aspirante.

La guerra interna en Morena apenas comienza, no se avecina una división, pero sí muchas dudas respecto a la verticalidad de un proceso que debe estar clara a la vista de todos, incluso de la oposición, de otra manera puede empañarse la figura del elegido.

Las encuestas de Morena requieren una movilización de casi 50 mil personas levantando datos, con un total de 1,200 cuestionarios, labor que debe ser supervisada por un número prácticamente igual de personas. Esto hay que sumarle quienes quieran incorporarse voluntariamente a vigilar el proceso, a observarlo, a dar cuenta de su desarrollo y a validar la metodología.

Morena deberá comisionar 6,000 coordinadores para que supervisen a cada equipo, integrado, a su vez, por igual número de encuestadores. Cada precandidato debe disponer de la misma cantidad de observadores, lo que les impone el reto de formar una sólida estructura de apoyo. No se ha aclarado si se pagará a estas personas por su trabajo durante los seis días del levantamiento, mucho menos de dónde saldrán los recursos para tal propósito.

Porque el trabajo que se ha realizado hasta ahora tiene la característica de ser gratuito y voluntario, lo que implica que si los que ayudan con su trabajo de tiempo completo no reciben salario, se trata de personas que no tienen necesidades inmediatas que solucionar. Estamos hablando entonces de personas que pertenecen a familias acomodadas y en este caso se rompe la consigna de “Primero los pobres”.

 

 

 

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