Delitos o persecución
Por José García Sánchez
La derecha en México no sabe lo que es padecer una persecución política, a ellos les ha tocado sólo ejercerla contra sus contrincantes. Así, cualquier delito que cometan sus integrantes intentan colocarlo en el terreno de la persecución, con el único objetivo de alcanzar la impunidad.
La lista de delincuentes de la derecha es innumerable, no se compara con los de otras tendencias políticas. Esto tiene una lógica de cálculo histórico. Sus delitos provienen del mal uso de sus cargos públicos y como ellos han ocupado estos puestos de manera no sólo irregular sino delictiva, es claro que sean los que tienen más culpables. Independientemente de la vocación por ejercer la corrupción que se convirtió en costumbre y prueba fehaciente de impunidad administrativa.
La represión que representa la persecución política ocurrió en México desde hace muchos años. Prácticamente el régimen de la Revolución Mexicana tuvo esta práctica como regla a aplicar a sus contrincantes.
Las ideas políticas han sido el principal motivo de la persecución política, la ideología que representa un peligro para el poder fue motivo suficiente para que hubiera persecución política que terminaba en la cárcel, la desaparición o el asesinato.
En este momento queda muy claro que no hay ideas que se persigna entre los miembros de la oposición simplemente porque carecen de ellas. Lo mismo podemos decir de la ideología de los acusados de delitos de corrupción cometidos durante su ejercicio administrativo, carecen de ideología totalmente. La fusión de la alianza opositora así lo demuestra, ahí se convirtió un partido de izquierda en uno de derecha y uno de derecha se contagió de la corrupción que había en el tricolor y éste se radicalizó hacia el conservadurismo sin el menor sonrojo. El PRI siempre ha sido de derecha.
La persecución política es propio de los países no democráticos, cuyos gobiernos ejercen los mandatarios espurios, que no logran convencer al electorado y llegan al poder a través de fraudes electorales como sucedió en México en repetidas ocasiones con pruebas y testimonios públicos.
Por lo regular la persecución política tiene aparejada el éxodo a otros países de los ciudadanos, la fuga de capitales. En México la gente vive libremente y la inversión extranjera llega constante y va en aumento.
Personajes de patíbulo como Cabeza de Vaca, Xóchitl Gálvez o Ricardo Anaya están muy lejos de Bertold Brecht o Nelson Mandela. Personajes que la derecha desconoce porque tiene una cultura general por los suelos.
La persecución política se ejerce cuando un gobierno se considera débil, así cualquier acción o pensamiento político representa un peligro. Esto no sucede en la actual administración, porque si bien el Presidente vive actualmente su más baja popularidad, ésta no baja del 61 por ciento, lo cual habla por sí misma de la imposibilidad de pensar en la persecución política.
Los señalados como delincuentes por corrupción en las filas dela oposición no son acusados sólo por dichos sino con pruebas contundentes que demuestran su culpabilidad y que terminan por ser señalados incluso por sus propios correligionarios.
Rosario Robles, Juan Collado, Jorge Romero, Santiago Taboada tienen cuentas pendientes con la justicia y al romperse la estrategia política de autodenominarse perseguidos políticos comienzan a corromper jueces u ministros para alcanzar una libertad que no es justa ni legal.
La persecución política tiene características muy altas en la mayoría de los casos, nada que ver con los mediocres que ahora se arrastran en busca de una libertad que no merecen.