El fracaso de la narrativa catastrofista
Por Ricardo Homs
Es un hecho incuestionable que las percepciones son las que hoy mueven a la opinión pública y estas percepciones se derivan de una interpretación subjetiva, que sustituye totalmente al raciocinio. La empatía se convierte en el eje de la interpretación de la realidad y de ahí se derivan las actitudes que luego impulsan las decisiones ciudadanas.
Sólo así podemos entender que ante un gobierno ineficiente, -que ha fracasado en el tema de seguridad, salud, educación, combate a la corrupción y además trata muy mal a sus trabajadores, a quienes no respeta derechos laborales-, sea encabezado por un presidente que posee un alto índice de aceptación ciudadana y que vende la percepción de que la situación ha mejorado.
Es cierto que los indicadores económicos han mejorado durante este gobierno. Sin embargo, ello se debe, -no a la instrumentación de estrategias económicas-, sino a circunstancias globales que han beneficiado a nuestra economía, como es la percepción de un peso fuerte frente a un dólar y al euro, que hoy están “baratos”.
Ni aún exhibiendo datos duros sobre una administración fracasada, -como lo es el alto costo de Dos Bocas, o la quiebra técnica de Pemex, o incluso el incremento alarmante de la violencia criminal sobre la sociedad-, explicado esto de la forma más sencilla y entendible, la ciudadanía cambia su percepción.
Cuando es inevitable, -desde el ámbito racional-, descubrir el fracaso de las políticas públicas y las acciones de este gobierno, el segmento poblacional que simpatiza con el presidente termina justificando a este, -lo exime de responsabilidades- y culpa de estos malos resultados a terceros, a los que convierte en adversarios de su proyecto transformador y saboteadores de la 4T.
Frente a este escenario, donde las percepciones se orientan hacia el fortalecimiento de las opiniones y actitudes actuales y el rechazo hacia todas las evidencias que se contraponen con que la gente quiere escuchar, la mejor estrategia que podría asumir la oposición y sus candidatos no es confrontar con información veraz y respaldada con datos duros e incuestionables, sino la narrativa emocional que seduce.
Eulalio Ferrer, -pionero de la comunicación en México-, seleccionó como título de uno de sus libros, -publicado en 1992-, el concepto “De la lucha de clases, a la lucha de frases”.
Efectivamente, -este libro publicado hace 31 años-, ya veía venir esta fuerte tendencia hacia la retórica populista. Frases huecas que seducen cada mañana a los mexicanos desde el púlpito presidencial.
Los más importantes teóricos clásicos de la comunicación, -como son Melvin De Fleur y Joseph T,. Klapper-, hace casi sesenta años ya había descubierto conductas colectivas que evidencian, -primeramente-, que de forma general difícilmente el público receptor está abierto y sensible a dejarse convencer por mensajes nuevos. Mas bien los nuevos mensajes que le llegan por diversos medios de comunicación, simplemente fortalecen las actitudes preexistentes. Sólo cuando aún no hay una opinión formada, es cuando se abre la oportunidad de que el primer mensaje que llegue sobre un tema, sea asimilado y adoptado si no se contrapone contra una predisposición general.
Klapper, -siguiendo la misma línea-, descubre que la gente se ha vuelto selectiva y sólo es receptiva y sensible a los mensajes con los que previamente tiene afinidad, que además son compatibles con sus ideas y valores e ignora todo aquello que se contrapone a sus opiniones y actitudes actuales.
De este modo, la gente afín al proyecto de la transformación no va a cambiar de opinión ni aún con todas las evidencias posibles, por más creíbles e irrebatibles que estas sean.
Es ingenua la oposición al suponer que pueda capturar votos en las elecciones del 2024 exhibiendo el fracaso gubernamental, pues lo que logrará es victimizar al mismo presidente y su proyecto, lo cual le fortalecerá y le ayudará a vender la continuidad de su “Transformación” a través del candidato presidencial de Morena. Bajo este argumento le darán su voto.
Bien dice Enrique Quintana que con la narrativa catastrofista que emplea, la oposición va a fracasar en su intento de ganar la elección.
Lo único que logra la narrativa informativa, -sustentada en la evidencia el fracaso de este mal gobierno-, es fortalecer el antagonismo y la aversión contra la 4T… sólo entre las clases medias, que hoy ya están convencidas de que no quieren más transformación “de mentiritas” como lo es la lopezobradorista. Sin embargo, con esta narrativa no obtendrán ni un voto más. La oposición simplemente fortalecerá la aversión de un segmento duro que aborrece la 4T y es sensible a la narrativa del gobierno fracasado.
Por tanto, el fenómeno Xóchitl es muy claro. Su impacto no se deriva de su narrativa evidenciando el fracaso de la transformación lopezobradorista, sino de su carisma, que es lo que le está generando adeptos. Seduce su empatía como una mujer de éxito que nació de los segmentos populares y también su orgullo por su ascendencia indígena.
Xóchitl representa una figura aspiracional de éxito para el mexicano trabajador y esforzado, que cree que sólo con esfuerzo saldrá de la pobreza o incrementará su calidad de vida.
Sin embargo, al mexicano que ya compró la narrativa de la victimización, el resentimiento y la lucha de clases que le reitera diariamente el presidente, -y que a cambio de su lealtad de forma paternalista recibe su cheque de “Bienestar”-, con toda seguridad no cambiará su lealtad a la 4T por la vía de la confrontación, ni de la exposición de información y datos que evalúan al gobierno por la vía racional.
El reto más importante de la oposición será crear una nueva narrativa incluyente y emotiva y abstenerse de confrontar al presidente y a su gobierno. Se requiere de una narrativa fresca, novedosa y seductora.
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