COLUMNISTAS

La crisis aeronáutica que viene

 

Por Ricardo Homs

Parece una inocentada infantil suponer que la disminución del número de vuelos en el Aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México, no sea una extorsión a las aerolíneas para que reubiquen esas operaciones en el AIFA.

Si ya perdimos la “Categoría 1” que otorga la Organización de Aviación Civil Internacional, seguramente la inconformidad de las aerolíneas internacionales alejará aún más la posibilidad de rescatarla. Con toda seguridad el aval de las aerolíneas extranjeras es fundamental para reconstruir la confianza.

No es posible obligar a las aerolíneas a cancelar vuelos, lo cual significa un alto costo, sin que estas traten de recuperar su rentabilidad.  De ello se derivará el encarecimiento de los boletos, con lo cual, se estará perjudicando  a los pasajeros mexicanos y quizá, encareciendo los viajes hacia México, haciendo menos competitivo turísticamente a nuestro país, con lo cual se frenará el crecimiento de esta importante y rentable  industria. 

Si hay menos vuelos, habrá menos pasajeros y para rescatar la rentabilidad de antes, seguramente el valor de los boletos perdidos se redistribuirá entre el número de viajeros reales, que estarán absorbiendo el valor de esta reducción.

La otra posible solución, -que es la reubicación de los vuelos en el AIFA-, complica la operación aérea, pues impide la interconexión de vuelos.

En fin, la reducción de vuelos en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez tendrá un alto costo, -no sólo para las aerolíneas-, sino también para la economía mexicana, pues impactará al mercado turístico, que tantos años lleva promoviéndose, y del que dependen muchas familias mexicanas.

Sin embargo, esa no es la única reducción de vuelos, pues en el año 2022 se realizó la primera disminución, de 62 a 52 vuelos por hora, medida planteada originalmente como temporal, para realizar operaciones de mantenimiento. Sin embargo, esta medida permaneció vigente hasta el presente, en que se añadió la segunda, de 52 a 43.

Por tanto, el impacto real en un año fue de 62 a 43, lo cual significa una reducción real de casi el 33 por ciento del total vigente en 2022.

Sin embargo, la IATA, organismo internacional que agrupa a 300 aerolíneas, -lo cual representa el 83% del tráfico aéreo global-, ha dado a conocer que en el año 2018 el gobierno mexicano realizó un estudio que determinó que las condiciones del aeropuerto Benito Juárez permitían tener hasta 72 vuelos por hora.

Todas estas cifras ponen en evidencia la manipulación de la información por parte del gobierno mexicano, pues el mismo presidente López Obrador es quien ha estado justificando esta medida.

En lo que todas las autoridades aeronáuticas no gubernamentales coinciden es que el problema real ha sido la falta de mantenimiento a la infraestructura del aeropuerto Internacional Benito Juárez, por parte del gobierno mexicano, lo cual es evidente. El deterioro está a la vista de quienes utilizamos este aeropuerto, que día con día muestra signos evidentes de abandono, como si el dejar caer a este aeropuerto, -el más importante de México-, fuese una acción premeditada para justificar la necesidad de transferir vuelos al aeropuerto Felipe Ángeles.

Independientemente del grado de calidad de las instalaciones del AIFA, la distancia que separa a estas dos terminales aéreas es de 45 kilómetros, lo cual significa entre una hora y dos, dependiendo de la hora del día y el tráfico.

La realidad es que el problema no es la distancia, -pues, por ejemplo-, el aeropuerto principal de Tokio, denominado Narita, -construido sobre el mar-, está a 80 kilómetros de la ciudad, distancia que se recorre en una hora en un ferrocarril que llega directamente al aeropuerto y en un sistema totalmente eficiente de autobuses.

El problema del AIFA es la transportación, que se complica con los graves problemas de seguridad del país. ¿Usted se imagina aterrizar en el AIFA a las tres de la mañana y tener que transportarse a esa hora a su hotel, o a su casa si en la Ciudad de México está su domicilio? Sólo de imaginar transportarse en un taxi por ese rumbo, da temor.

A esa hora de escaso tráfico el trayecto puede ser rápido, pero peligroso.

Podemos augurar nubarrones de tormenta entre el gobierno federal y las instituciones aeronáuticas globales, así como con las aerolíneas.

 

¿A usted qué le parece?

 


 

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