Que me la echen solita…
Por: Moisés Sánchez Limón
La lleva de la mano y ella se deja llevar; le dicta los textos y ella los repite, incluso con tonadita. Le dijo que ella lo sucederá y ella le cree. Por eso, por eso.
Señoras y señores, no se trata de la tesis plagiada. ¡Nooo!
Es más, de lo mismo.
El dedazo, los acuerdos palaciegos en torno a la palabra del dueño del poder en turno, aunque hoy el Duce se asume demócrata.
Bueno, sí, maestro de esta democracia vertical, o lo que es lo mismo y usted lo recordará, en esa muletilla del tiempo de las definiciones: están con la Cuarta Transformación o están en contra.
Es igualito, por supuesto, el licenciado presidente no logra ni logrará deshacerse de su ADN priista; lo que bien se aprende, no se olvida. Y hete aquí.
¡Recáspita, Alito!
¡Ah!, porque no vayamos lejos. El Consejo Político Nacional del Partido Revolucionario sesionó la noche de ayer jueves 5 de octubre y, sin medias tintas ni posibilidad de retorno, expulsó de sus filas al ínclito demócrata Miguel Ángel Osorio Chong.
Sí, el mismísimo que llegó al Senado con la inmunidad que ello entraña, arropado por el tricolor, de cuya dirigencia quiso defenestrar a Alejandro Moreno, pero carente de la mayoría legislativa que lo atendía cuando secretario de Gobernación en la administración de Enrique Peña Nieto, por cierto reconocido como demócrata y exonerado de cualquier culpa en el caso Ayotzinapa por Su Alteza Serenísima.
O sea.
¡Ah! Junto con el licenciado Chong –que ya se había ido del Revolucionario Institucional– el CPN del PRI expulsó a la senadora Claudia Ruiz Massieu Salinas, al también senador Eruviel Ávila Villegas –ejemplo de austeridad franciscana y honestidad demócrata de la familia revolucionaria mexiquense–, y a la senadora hidalguense encumbrada en el priismo desde chavita con el entonces gobernador de Hidalgo, Manuel Ángel Núñez Soto.
Y, bueno, bueno, para completar el cuadro: el CPN también echó a otro demócrata, el joven crooner Omar Fayad, quien se había ido del partido, junto con quienes le debían la chamba en algunas alcaldías y en el Congreso local, una vez que entregó las llaves de la oficina principal de Palacio de Gobierno, en Pachuca, al morenista Julio Menchaca Salazar, también portador del ADN tricolor.
Y qué le digo del caso del nuevo verde, el senador Jorge Carlos Ramírez Marín, quien se aprendió rápido y sin rubor la máxima: ¡es un honor, estar con Obrador! ¡Sopas, perico!
¿A poco no?
Es la mecánica tradicional de la sacra liturgia política mexicana, aplicada según sea el caso, la prioridad y los altos riesgos que entraña, sin duda, la sucesión presidencial. Porque, verdad de Perogrullo, quien llega al poder siempre se resistirá a entregarlo.
El poder, dícese en ese ánimo que ha plagiado el licenciado presidente: a los inteligentes, el poder los envanece y a los pendejos enloquece.
Pero, qué le digo. Cada cual se aferra a su parcela y lejos de hacer carrera política como indica el librito en la nueva modernidad, se ciñe a las órdenes, ocurrencias y dislates del dueño del poder.
Y recitan: “como dice el señor presidente”.
Y he ahí a la doctora Claudia Sheinbaum Pardo que transita, desde el momento en que el Duce le dijo que ella era la elegida, sin voz propia, ayuna de ideas personales. Pero, ahí va, ahí va rumbo a la que dicen será la madre de todas las elecciones del México contemporáneo.
Le avivan el ego y la consideran non plus ultra, la más chingona de la pradera, como suele ocurrir cuando, ¡válgame, el señor!, el candidato oficial, el elegido desde el Olimpo, se vuelve guapo, varonil, inteligente, demócrata, patriota, respetuoso de los derechos humanos y etcétera, etcétera, etcétera.
Y a la opositora, a la ingeniera Xóchitl Gálvez le encuentran todo tipo de yerros y defectos.
Sí, desde la misoginia maquillada en Palacio por el licenciado López Obrador, de crítica soez incluso de quienes no admiten que una mujer como la hidalguense haya crecido cuando acusaban y preguntaban dónde estaba la oposición, dónde una figura que se enfrentara a la doctora Sheinbaum y la pléyade que hizo el caldo gordo en esa contienda por la coordinación de los Comités de Defensa de la 4T.
Le temen a Xóchitl. Y no es promoción oficiosa. ¿Querían oposición? ¡Hela ahí!
Y lo que se observa, lee y escucha en aquellos llamados líderes de opinión y medios de comunicación que aparecían bravucones, críticos, expertos y, qué le digo.
No distinguen tiempos políticos, desconocen calendarios y avanzan en una crítica que suena a compromiso, a la lectura del guion dictado desde el Zócalo. ¿Por qué el cambio cuando aún es temprano? ¿Por qué quemar incienso anticipadamente?
Es de primaria, la idea ésta de descalificar a la opositora y mostrarla derrotada. Como en aquellos tiempos en los que el ciudadano respaldaba su abstención: ¿para qué votar si ganará el de siempre, el del PRI?
Así, dejar correr ese triunfalismo insultante que determine: ¿para qué votar por Xóchitl si ya ganó Claudia?
Semos o no semos…
Porque, de pronto, exultantes en pantalla y dueños de la verdad, sostienen que la doctora Sheinbaum es inalcanzable en esta carrera por la Presidencia de la República, prácticamente la asumen triunfadora de la elección que se celebrará hasta el domingo 2 de junio de 2024.
Y, dirigen epítetos hacia la acera de enfrente.
¡Se desinfló! ¡Carece de proyecto! ¡La dejaron sola! ¿Dónde está Santiago Creel? ¡No tiene discurso! ¡Responde lo mismo! ¡Ya debe dejar de hablar de ella! ¡Es plagiaria de su tesis!, aunque desconocen la diferencia entre una tesis y el trabajo para titularse por experiencia profesional.
Y la insultan, mimetizados con el Duce.
Pero la ingeniera no se amilana y, a esa amalgama de intereses que atienden el dictado de quien se asume por encima de la ley, dueño del poder, a aquellos que ya le critican hasta el barniz de uñas, responde:
“¡Que me la echen solita!”
Porque, lo que no dicen públicamente, al aire los opinadores dueños del micrófono y la pantalla y las planas de dizque prestigiados cotidianos, es que la doctora no emociona, no saca a un perro de la milpa, carece de discurso propio y levita en el espacio color de rosa, triunfalismo de oropel que cuesta cientos de millones de pesos…
Sí, échenla solita al ruedo. ¡Recontracáspita, Drakko! Digo
LE PLATICO. Ayer la senadora presidenta Ana Lilia Rivera desayunó con los colegas que cubren la fuente senatorial y, entre otros temas, dijo que respeta la división de poderes; pero le dio un raspón, para variar, al Poder Judicial. Y se despachó una perogrullada por cuanto a que, tratándose de periodo electoral, el trabajo legislativo será duro y, alcanzar acuerdos, cuesta arriba.
Un punto llama la atención. Expuso que buscará construir acuerdos con los partidos políticos para sacar adelante nombramientos pendientes. ¿De los tres comisionados del INAI? Conste.