COLUMNISTAS

Un gobierno de ocurrencias

Por Ricardo Homs

La noticia de que el Gobierno de la República emplazó a los concesionarios privados de las empresas ferroviarias de carga, exigiendo la creación de un nuevo proyecto para transporte de personas, -obligándolas a través de un decreto que sería emitido a futuro-, es muy relevante.

El presidente amenazó con retirar concesiones a las empresas que no cumplan esta disposición definiendo que, -en ese caso-, el gobierno asumirá la operación de este proyecto. Sin embargo, esto ha pasado desapercibido para la opinión pública. Ésto tiene grandes implicaciones porque atropella el estado de derecho.

Recordemos que el gobierno creó ya una aerolínea y le cedió la operación a la SEDENA.

También como parte del proyecto del Tren Maya creó una cadena hotelera orientada al turismo, compuesta por seis nuevos hoteles en esta primera etapa. Ésta también será operada por la SEDENA.

Vemos que se crean empresas sobre la base de ocurrencias, sin el sustento de estudios de factibilidad.

Crear un sistema de transporte ferroviario de personas no tiene sentido en un país de grandes distancias, cuya infraestructura y comercialización será cara y poco rentable, pues el precio del boleto será determinante para la competitividad. Tal parece que el objetivo final de este emplazamiento presidencial es poner a los actuales concesionarios una condición que les haga salirse del negocio y ceder sus concesiones al gobierno federal, pues difícilmente estas empresas entrarán a un negocio sin futuro.

A reserva de un estudio de factibilidad preciso, el sentido común define al ferrocarril como un transporte caro y poco competitivo frente a los autobuses de hoy. ¿Por qué en toda América el servicio ferroviario de transporte de personas no existe?

Sin embargo, es fundamental separar este proyecto en dos vertientes, pues el transporte en un ferrocarril ultrarrápido sí es indispensable para la ruta que conecta a Toluca con la Ciudad de México, ya que el movimiento diario entre estas dos ciudades es muy alto por razones laborales y comerciales. El ferrocarril es funcional en distancias cortas con ciudades intervinculadas, -como sucede en Europa-, donde entre una ciudad y otra puede haber entre quince y veinte minutos de distancia y el tráfico es continuo.

Entre Querétaro y la Ciudad de México también se justifica, pues Querétaro se ha convertido en un polo de desarrollo industrial. Quizá la ruta entre Ciudad de México y Puebla sea otra opción viable.

Sin embargo, para el resto del país, es impráctico, pues los viajeros ocasionales no darán el volumen que justifique el costo de creación de la infraestructura ferroviaria, así como el alto costo de operación.  Un tren de alta velocidad como existen en Japón, se traduciría en un precio del boleto exorbitante y poco accesible frente a un avión o un autobús de lujo.

Consideremos que para facilitar el transporte a mayor distancia, se vuelve fundamental generar vuelos con tarifas accesibles, para el servicio con calidad Premium. A su vez, para el transporte popular siempre es y será infinitamente más barato el transporte vía autobús, que permite salidas distribuidas a lo largo de varios horarios, día tras día.

En contraste, -comparado con la flexibilidad de los horarios de las corridas escalonadas de un autobús-, un ferrocarril conformado por varios vagones siempre tendrá que salir a una hora específica del día, lo cual da rigidez al servicio.

Sin embargo, cuando un sistema de servicio público fracasa, el mismo mercado se encarga de hacerlo quebrar y cerrar. En contraste, que lo opere una institución que no es transparente en sus finanzas, -como lo es la SEDENA-, puede significar mantener indefinidamente su operación de forma deficitaria y subvencionada por el erario público, como sucede con PEMEX, que por ser paraestatal es apoyada económicamente, aunque financieramente está quebrada.

El transporte ferroviario de personas terminó saliendo de mercado en México hace 50 años, conforme se construyeron mejores carreteras y autopistas, y además, los autobuses se hicieron más confortables.

La herencia echeverrista que nos dejará el presidente López Obrador, -con costosas, ineficientes y poco competitivas empresas estatales-, podrá ser la causa de un colapso financiero para el país dentro de varios años si este proyecto ferroviario presidencial llegase a ser instrumentado.

¿A usted qué le parece?

 

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