Enlodada guerra sucia por el poder oligárquico
Por Francisco Blanco Calderón
Lo sucedido desde el inicio de las campañas políticas, el primero de marzo, donde se han incrementado insultos, chismes, noticias falsas, mentiras; en esa guerra sucia que los opositores a la 4T arguyen para provocar su retorno. Guerra sucia que responde a los intereses de grupos empresariales, partidistas, religiosos y sobre todo mediáticos.
“En esta última fase para el proceso electoral del dos de junio, se transmitirán 22 millones de espots en las campañas. De los 52 millones de espots programados para todo el proceso electoral (del 7 de septiembre de 2023 al 2 de junio de 2024), serán 22 millones transmitidos durante la campaña (primero de marzo al 29 de mayo); el cumplimiento de esta pauta está a cargo de 134 centros de verificación y monitoreo del INE. En temporada de comicios, la administración de los “tiempos oficiales” está a cargo del INE. Cada día, dichos concesionarios ceden 48 minutos de su transmisión (todo el tiempo para el Estado), que se traducen en 96 espots, que en tiempo de campañas son 41 para partidos y siete para autoridades electorales. Los 48 minutos diarios pueden ser transmitidos en la frecuencia que prefiera el concesionario. Se juntan todos y eso hace que la gente medio se aburra y le cambie”. (La Jornada).
En la reciente mesa de opinión del Foro TV, conducido por Leo Zuckerman, con la presencia de Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín. “Jorge G. Castañeda desató polémica por su intervención, menciona la posibilidad de emprender una “guerra sucia, pero en serio” en contra de la candidata presidencial morenista. “La otra parte que no hay, todavía no complementa eso, en mi opinión, pero a lo mejor no lo quieren hacer, no sé, es la guerra sucia, pero sucia en serio contra Claudia…. El manual ahorita es ‘go negative’ con Claudia, no con López Obrador o también con él, pero ya con ella, con investigación de oposición, con chismes, con todo”. (APRO).
Unido a esto, en la reciente Marcha por la Democracia, lo patético y absurdo fueron las declaraciones de Enrique Krause al relacionar la marcha de Claudio equis con el movimiento de 1968. Con la diferencia que en el 68 predominaron decenas de asesinatos, arrestos violentos, francotiradores a ultranza, presencia y escandalosa movilización paramilitar en contra de una ciudadanía que se manifestó contra autoridades desquiciadas. La marcha rosa cumplió su objetivo con esa “sociedad civil” controlada e inducida que pudo salir a la calle sin granaderos, ni mosquetones, garrotes y macanas. Marcha conducida por intereses oligárquicos para hacer retornar su modelo de privilegios, privatización y entrega de recursos nacionales, pero ante todo de corrupción para saquear al país.
Así mismo, ante los desmanes verbales y conductuales de Xóchitl Gálvez: las mentiras del origen a la visita al Papa, el chicle incómodo, las fallas mentales del inglés, su fatal presencia ante Almagro de la OEA implorando intervencionismo, la foto fuera de sanitarios con Felipe Calderón, la no entrevista con el Rey de España ni con Vargas Llosa, el desdén de VOX y la alta jerarquía diplomática estadounidense. Dieron el preámbulo en cierres de las precampañas más largas en la historia política de México.
Lo peor, con Lorenzo Córdoba, ese árbitro que resultó ser el portavoz de la oligarquía empresarial/partidista, el exconsejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) quién fue el orador único en la manifestación convocada por organizaciones opositoras. El acto, denominado Marcha por nuestra Democracia, fue impulsado por los distintos membretes que coordina el magnate Claudio X. González para mantener coludidos a PAN, PRI y PRD en un proyecto cuyo propósito, es poner fin a la llamada Cuarta Transformación e impedir un segundo periodo presidencial de Morena y sus aliados. Al aceptar el papel de vocero de esa coalición, Córdova Vianello confirmó la veracidad de los señalamientos que por años se hicieron en torno a su parcialidad con el que ejerció su labor al frente de la autoridad electoral. Las simpatías que ahora quedan a la vista y que asume, no como ciudadano, sino como representante del bloque opositor, explican las decisiones irracionales, los exabruptos, las maniobras legaloides y las interpretaciones sesgadas de la ley que caracterizaron su gestión.
Todo ello indica que los intereses económicos se entrelazan a los políticos, a través de los mediáticos y religiosos por una sola razón: dar fin a la democracia e imponer el golpe blando a toda costa. Movilizar conciencias, concientizar ciudadanos irreflexivos, manipular masas para sus fines de econometrías e intereses globalizantes. Todo a favor de su versión deforme de una democracia para unos y nunca para todos. Eso es el golpe blando, el lawfare, hoy la guerra sucia para enlodar la política y sobre todo la conciencia social de las mayorías inexistentes en la realidad.
Nota: Todo sobre la democracia se abordará en la próxima serie de Escenarios.