COLUMNISTAS

Miguel López Azuara: la historia jamás contada 

 

Por Raúl López Gómez

Miguel López Azuara, cumplió con su tributo a la tierra el pasado miércoles en su natal Tuxpan, después de una larga carrera  periodística y de encargado de oficinas de comunicación en el país en toda una larga época. 

Se encumbró en los tiempos salinistas, cuando fue nombrado jefe de prensa de la campaña del candidato a gobernador, Patricio Chirinos Calero, de origen potosino, y le ayudaron a llegar al poder con un acta de nacimiento falsa en Panuco, para hacerlo veracruzano a la fuerza y que descubrieron los periodistas Silverio Quevedo, Carlos Jesús Rodríguez, Raymundo Jiménez y José Miranda Virgen, periodistas aliados de don Pepe Robles Martínez.

En aquel tiempo, el desconocido candidato a la gubernatura del estado de Veracruz. Patricio Chirinos, en la entidad más politizada del país, impuesto desde el centro del poder, le fue enviado para tal fin al poderoso jefe de prensa Miguel López Azuara, directamente de las altas esferas del salinismo, para ayudar a llegar al poder estatal al amigo del entonces presidente Carlos Salinas, a costa de lo que fuera necesario.

Desde la oposición, los partidos de izquierda poco podían hacer, pero para el tiempo difícil de aquella época, se dio línea de no dar cobertura de prensa al candidato de la izquierda, ingeniero Heberto Castillo, originario de Ixtuatlan de Madero y teniendo de coordinador de su campaña a Andrés Manuel López Obrador quien, le apoyó a recorrer a ras de suelo los municipios.

A Miguel López Azuara, le tocó ser el emisario del mal de los mensajes de Chirinos, en contra del maestro José Pablo Robles Martínez,  a quien comenzaron a “persuadir” con la más feroz persecución desde el poder, con los fines clásicos de todas las presiones “políticas”, para obligarlo a vender su empresa periodística familiar, y líderes de la opinión con los medios de mayor circulación en la entidad, Diario del Istmo y Sur de Veracruz (hoy periódico Imagen). Así como la Revista Llave.

Las amenazas, agresiones y presiones desde el poder en contra del maestro José Pablo Robles Martínez y su familia, se cumplieron, ya en el poder teniendo a Patricio Chirinos como gobernador.

Las constantes intensiones de coartar a la libertad de expresión del periodista Robles  Martínez, vinieron acompañadas en esa época de amenazas de aprehensión, demandas federales de hacienda y la negativa a que a sus medios se le dieran espacios publicitarios de los gobiernos federal, estatal  y municipal, más las amenazas a la iniciativa privada de todo el estado de Veracruz, de no dar ningún espacio publicitario, incluso ni una sola gacetilla para los medios de Robles Martínez.

Así, transcurrieron  los seis años del chirinismo en Veracruz, y con el maestro José Pablo Robles Martínez a salto de mata, por las amenazas a las supuestas ordenes de aprehensión en su contra , como en aquella ocasión de que los elementos de la policía judicial, le esperaron en vano en el aeropuerto de Canticas en Minatitlán, con la intensión de arrestarlo, pero gracias a los contactos de la colega de Diario del Istmo, Elvira Santamaría, informó a tiempo al maestro Robles, para que no subiera al avión a causa de esa vana intención de detenerlo a la mala.

Con todas esas amenazas, don José Pablo Robles Martínez, tuvo que vivir a salto de mata en Estados Unidos, ante la imposibilidad de continuar en tierras veracruzanas, y de no tener garantías de seguridad personal.

Con el tiempo, se superaron todas esas ataduras del chirinismo al llegar al fin de su fatídico mandato, y el maestro Robles, volvió  a la dirección de sus periódicos, para dar por finalizada esa negra época de persecución para la libertad de expresión y el derecho a la información en la entidad en su contra y de sus compañeros periodistas.

El dolor y trauma de Patricio Chirinos, convertido en obsesión en contra del maestro Robles, por ejercer un periodismo plural, se perdió en el tiempo y en el espacio.

Patricio Chirinos, despareció de la escena política, y don José Pablo Robles Martínez,  nunca dejado de escribir a pesar de la más feroz persecución vivida en aquel tiempo desde el poder.

Lamentablemente, a don Miguel López Azuara, le obligaron a ser el mensajero del mal, con aquellas vanas propuestas, para que el maestro vendiera a la fuerza sus periódicos y se fuera de Veracruz, obligado por las circunstancias, algo que nunca aceptó, ni cedió al recibir el apoyo de sus compañeros de la prensa veracruzana, que exigieron el fin de la persecución en su contra.

Va a la anécdota, el que esto escribe, era en ese tiempo jefe de relaciones públicas de Pemex en Veracruz, y teniendo como gerente de esa dependencia en la paraestatal, a don Carlos Zapico, amigo cercano de Miguel López Azuara, por eso la coincidencia en los eventos oficiales en esos tiempos del salinismo.

Con la inocencia de un niño, y la profunda amistad con el maestro Robles, le pedí a don Miguel López Azuara, frente a su amigo Carlos Zapico, su intercesión de que abogara por el maestro Robles Martínez, con el gobernador Chirinos, y cesaran todas las hostilidades en su contra y de su familia, don Miguel, respondió con nerviosismo, los ojos rojos de la fría mirada a través de sus clásicos lentes redondos, y evocó una sonora carcajada, “como crees, el gobernador me corre”. 

En ese pasaje vivido con don Miguel, que por supuesto se entiende, de que se vio obligado a seguirle la delirante esquizofrenia y paranoia del poder a Patricio Chirinos, el amigo de Carlos Salinas, y de quien siempre se dijo, fue parte siempre  el gobernador potosino de Veracruz, de la intriga despiadada en contra del aspirante presidencial Luis Donaldo Colosio, con el inquilino de los Pinos.

QEPD, don Miguel López Azuara, quién falleció en Tuxpan, y que recibió de sus colegas periodistas en estos lares una despedida de muchos recuerdos. 

Esta mañana, en su casa de Tuxpan, falleció el entrañable Veracruzano Miguel López Azuara, a los 88 años de edad. Testigo privilegiado de la historia del México contemporáneo, fue un periodista sagaz, reportero escrupuloso, impecable manejador del idioma, prolijo narrador, crítico indomable y además, formador de decenas de profesionales de la comunicación. Amigo de sus amigos, leal y solidario, poseedor de una cultura envidiable y un acervo realmente enciclopédico de anécdotas, López Azuara deja la existencia terrena después de años de honrar al periodismo mexicano y al veracruzano en particular. Descanse en Paz.

 

 

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