COLUMNISTAS

Metro, campo de batalla

 

Por José García Sánchez

Ahora algunos sectores de la población, asociados a la oposición o dentro de ella, cuestionan la presencia de la Guardia Nacional en el Metro de la Ciudad de México y, sin más reflexión le denominan a esto militarización del transporte público en la capital del país.

Más allá de la aparente ligereza donde entro a opinar hasta Amnistía Internacional, está la frustración de seguir saboteando al Metro. Todos ellos llevan por consigan la militarización, a pesar de la que Guardia Nacional no utiliza armas en esa misión, como cuando los militares realizaron el aeropuerto y otras obras del sexenio.

Lo cierto es que desconocen la definición de la palabra militarización, la cual se basa en el control de los uniformados armados y actúa para detectar descontentos sociales y no para cuidar de la seguridad de la población.

La historia no les ha enseñado nada a quienes al ver uniforme consideran que es anuncio de represión. No imaginan a un cuerpo policiaco en favor de la población porque siempre lo vieron como herramienta para ir contra la gente. No pueden concebir armonía entre uniformados y los ciudadanos porque en su esquema mental deben ser antagónicos.

 

 

Es preferible que la presencia de la Guardia Nacional salvaguarde la integridad física de los usuarios del Metro ante la ola de sabotajes que se organizan con la anuncia o el disimulo de las autoridades sindicales del gremio del Metro, cuyo líder vitalicio Fernando Espino Arévalo, es miembro del PRI, y ya lleva al frente más de 44 años, al igual que otros priístas como Víctor Flores, en Ferrocarriles; Francisco Hernández Juárez, en Teléfonos de México, quienes agazapados siguen haciendo mucho daño a su gremio y al país. Eso sí, todos ellos multimillonarios a costillas de sus agremiados.

Para los opositores lo que no es blanco es negro y en esa simpleza pueril observan una realidad que entienden. La vida política es de claroscuros, de tonalidades y grados, de avances y retrocesos. De ceder y ganar. Negociar y acordar, pero no de un sí o un no contundente.

El problema que los conservadores es que no entienden que el transcurrir del tiempo no sólo hace vieja a la gente sino que obliga al crecimiento y peste surge del darse cuenta de los cambios cotidianos. Para ellos todo sigue igual desde que dejaron el poder y no hay realidad que les convenza que son otros tiempos. La presencia de la Guardia Nacional tiene el objetivo de evitar muertes y o de producirlas, sobre todo ante las sospechas, bien fundadas de sabotaje.

 

 

Las cajas negras del convoy del Metro de la Línea 3 que chocó contra otro, el sábado 7 de enero, fue hallada en una camioneta. El personal que opera los trenes está afiliado al sindicato que encabeza el priísta Fernando Espino Arévalo, y sus tareas dejan mucho que desear. Están afiliadas las taquilleras, personal de mantenimiento, supervisión de vías y hasta los vendedores en los vagones. Es conocida la corrupción dentro de la estructura del sindicato del Metro, donde el cacicazgo propio del PRI prevalece en detrimento de los derechos laborales y la honestidad.

La presencia de la Guardia Nacional tiene la intención de vigilar que no haya mano negra en el funcionamiento del Metro, porque hay sospechas de que se carece de la higiene no sólo de basura sino mental de la oposición, incluso del “fuego amigo”, porque hay intereses dentro y fuera de Morena que bien podrían intentar descarrilar la candidatura de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República porque hasta la oposición ya le apuesta a su gallo dentro del partido en el poder.

 


 

Twitter: @Josangasa3

 

 

 

 

 

 

 

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