Sigue impune el asesinato de Regina
Por Ángel Álvaro Peña
El peligro de los periodistas en México sigue, callar la verdad representa un atentado contra toda la sociedad y no ha habido constancia desde hace un cuarto de siglo que detenga esta matanza.
Atentar contra un periodista afecta a la familia, la sociedad, el periodismo, el país, la democracia, el derecho, la legalidad. Los responsables somos todos en cierta medida, pero principalmente hay instancias dedicadas a su cuidado y protección que deberían ser sancionadas cada vez que hay una simple amenaza a algún periodista.
Uno de los estados con mayor incidencia en los asesinatos de periodistas es Veracruz, donde ocurrió hacer once años, el imperdonable homicidio, contra nuestra compañera y amiga, Regina Martínez Pérez, un 28 de abril de 2012 a finales del sexenio de Felipe Calderón, en Xalapa, Veracruz. La golpearon hasta quitarle la vida.
El propio don Julio Scherer García visitó Xalapa, para conocer los pormenores del asesinato, habló con el gobernador, quien le dio una versión oficial de los hechos poco creíble, a grado tal que el periodista escribiera un editorial titulado: “Es inútil, gobernador, no le creemos”.
Ante el caos que produjo una investigación mal realizada y manipulaciones de hechos con falsos testimonios, se detuvo a “El Silva”, como cómplice, ya que el autor material había sido otra persona cuyo nombre todos desconocen.
Seis meses después de iniciar las investigaciones, el entonces titular de la PGJV, Amadeo Flores Espinosa, presentó a Jorge Antonio Hernández Silva como presunto culpable del homicidio. Al día siguiente de declarar se retractó y denunció que fue torturado y amenazado para hacerlo. Sin embargo, en abril de 2013 fue condenado a 32 años de prisión por la jueza Beatriz Rivera Hernández.
En junio de 2014, Ángel Alfonso Martínez, hermano de la periodista, obtuvo un amparo en el que el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Penal de Veracruz ordenó dictar una nueva sentencia condenatoria a Hernández Silva por robo agravado y homicidio calificado.
Mientras más tiempo pasa resulta más difícil corregir las investigaciones y definir las alteraciones del caso. No se trata sólo de reiniciar sino de rehacer, desde el principio, el caso, en donde el tiempo diluye evidencias.
Lo que podemos pensar acerca del asesinato de Regina es que fue ordenado desde el ámbito político, la deuda de las diferentes fiscalías y procuradurías arroja como conclusión que hay mucho poder de por medio que impide la libertad para realizar trabajos de investigación que no estén contaminados por intereses que no quieren que se camine más allá.
Así como sucede con otros periodistas, la investigación es lenta, se permite que todos metan mano, se trata de ventilar para simular transparencia y en el intento todos alteran las pruebas, para dar como resultado final la impunidad.
SE BUSCA JUSTICIA Y COMPROMISO
Se hacen esfuerzos de parte de los comunicadores para que las investigaciones avancen sin lograr esclarecer anda. La Plaza Lerdo de Xalapa, ha sido rebautizada extraoficialmente con su nombre; sin embargo, esto no es oficial, aunque en realidad el cambio de nombre a una a de las plazas públicas más importantes del estado de Veracruz también podría servir de distractor y las autoridades considerarían que, con ello, la cuenta con la justicia estaba saldada.
Instancias encargadas de proteger a los periodistas deberían también ser parte de las investigaciones; sin embargo, su actividad ni previene ni coadyuva a resolver los casos, simplemente estorba, regatea protección, anuncia austeridad, restringe cuidados, se burocratiza y da como resultado que haya periodistas asesinados. Lo que se quiere es justicia y el compromiso de que haya respeto por la vida humana, principalmente de los periodistas en Veracruz.
Difícil saber desde la perspectiva de la información emitida por Regina Martínez, alguna pista sobre el autor intelectual y material de su asesinato, ya que ella no tenía enemigos y su trabajo estaba dedicado a denunciar las ilegalidades y abusos lo mismo de militares que de funcionarios, de políticas que de políticos.
En Veracruz de 2000 a la fecha han sido asesinados 33 periodistas, la gran mayoría en razón de su trabajo, lo cual resulta difícil delimitarlo ante investigaciones poco claras, inconclusas, amañadas, manipuladas, alteradas, etc.
Fue a partir del mandato de Javier Duarte que se incrementó el número de periodistas asesinados en la entidad, periodo de gobierno en el que hubo 17 contra comunicadores.
Después del asesinato de Regina Martínez han sido asesinados en el país más de 100 periodistas, las cifras varían; sin embargo, los números que ofrece la enciclopedia virtual Wikipedia son de 144, desde el 28 de abril de2012, más dos desaparecidos en prácticamente once años.
En este año han muestro tres periodistas en el país: Abisaí Pérez Romero, en Hidalgo; Ramiro Araujo Ochoa, en Baja California y Carlos Acosta, en la CdMx.
Existe un Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, pero no ha tenidos más logros que los de una oficina que cuenta los periodistas asesinados. Dicho mecanismo pertenece a la Secretaría de Gobernación, que encabeza uno de los posibles candidatos de Morena a la Presidencia de la República, que no ha podido crear una estrategia eficiente para lograr que sea tomado en cuenta como un verdadero protector de los comunicadores. La respuesta está en la prevención, que debe tener como base las razones por las cuales han muertos y los móviles, así como los perfiles de los asesinados, su ocupación, origen y educación, datos que no existen y si están el algún lugar hace falta unirlos para tener la suficiente información que pueda impulsar un verdadero mecanismo de protección que evite los homicidios de los comunicadores. De otra manera, seguirá siendo una oficina burocrática más.
PEGA Y CORRE
Lo que le faltaba al PAN y a Marko Cortés: ser responsabilizados por Felipe Calderón de la derrota de 2018 en las urnas por haber postulado a Ricardo Anaya como su candidato. Sabe perfectamente el ex presidente que las simpatías estaban con López Obrador desde que él se robó la Presidencia, quien ahora golpea al PAN de nuevo, es él.
Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes