La guerrilla hizo historia
Por José García Sánchez
El maniqueísmo fue una corriente fue una religión, al principio de nuestra era, que sigue influyendo no sólo en otras creencias espirituales sino en la vida cotidiana. Para esta corriente con más de 2 mil años de antigüedad, lo que no es bueno, es malo. Lo que no es negro es blanco, el que no es amigo es enemigo, etc.
La simpleza del pensamiento convoca a profundizar en la realidad y a cortar con la costumbre de dividir a la gente entre buena y mala, como si se tratara de una película antigua. En este panorama la visión conservadora de algunos segmentos de la población se considera que todo lo que no es orden es desorden y lo que prohíbe la autoridad es un ilícito, aunque esa autoridad no sea legítima.
Aquí la interpretación de la bondad y la maldad tiene su asiento en leyes precisas, que llevan a la humanidad a despojarse de estos pensamientos que no deberían existir, pero que prevalecen principalmente del lado conservador de la sociedad, sobre todo en México. Una realidad tan compleja como la de México no sólo se reduce con el maniqueísmo sino que se extravía entre valores que resisten datos auténticos.
Cuando la actual presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Ibarra Piedra, fue propuesta para defender la integridad de los mexicanos, escarban en su historia personal y sin buscar mucho la condenaron al rechazo por ser hermana de un guerrillero. No desconocen que el hermano de la presidenta de derechos Humanos fue torturado, asesinado y desaparecido su cuerpo por personajes tan enfermos como Miguel Nazar Haro, con la anuencia de presidentes y gobernadores. Esa historia por estar del lado de los “buenos” no se cuenta, por eso prefieren ocultar buena parte de la realidad.
La visión rancia acerca de un guerrillero representa la adhesión al orden establecido del pasado. Es decir, donde buenos y malos vuelven a la batalla de la historia. Así, desde la perspectiva del orden y el autoritarismo todo guerrillero es malo, la política y el ejército es bueno.
NACE LA GUERRILLA
La guerrilla surge en América Latina y el resto del mundo como respuesta de la represión de los regímenes autoritarios, antidemocráticos, no como pandillas de delincuentes.
La mayoría de las causas del surgimiento de la guerrilla fueron los golpes de Estado militares, que se dedicaron a violar los derechos humanos, de hombres, ancianos, mujeres y niños. En el caso de Chile, fueron 40 mil víctimas mortales, más desaparecidos, encarcelados y torturados.
En 2003 la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, se escucharon los testimonios de 35 mil personas afectadas directa e indirectamente por la represión. Tiempo en el que imperó la tortura, la censura y el asesinato.
En Argentina, el caso del golpe encabezado por el general Rafael Videla, arrojó más de 30 mil asesinatos. Así podríamos continuar citando ejemplos de la represión, sin los cuales ni hubiera habido guerrilla. Hay casos en prácticamente todos los países de América Latina.
En el caso de México existía una dictadura civil, que llevaba a cabo un partido hegemónico con gobernantes que no escindían su afiliación a la CIA ni su vocación de asesinos. Ser joven en México fue un delito por muchos años. Los muchachos deberían asistir a la escuela y cerrar sus sentidos y apagar su conciencia ante la realidad. Si alguien se salía de este lineamiento, era encarcelado, torturado y hasta desparecido.
La lucha de los guerrilleros en México no es gratuita y, al igual que otras luchas sociales, tiene su certificado de autenticidad en la feroz represión de sus gobiernos. Ejemplos hay muchos.
Los guerrilleros tomaron las armas como última instancia luego de ver todos los caminos legales agotados. No se rebelaron de inmediato para hacerse notar como algunos quieren hacer ver. Así, daban la vida por el cambio d estructuras políticas donde policías y agentes judiciales decidían si el detenido vivía o moría.
Ahora que se reconoce la participación de los guerrilleros en la historia de México, algunos sectores dela población aseguran que se exalta su acción y que se convoca a la violencia, como si estos factores fueran recetas de cocina y no reacciones humanas de la organización social.
Por muchos años en los libros de texto de habló de los golpes de Estado, muchas veces exaltando su importancia y justificando su irrupción en gobiernos democráticos y gobernantes elegidos por el pueblo. Nadie dijo nada pero ahora que se dan cuenta que ese fantasma de la guerrilla aún deambula por la historia, brincan, rechazan y hasta se alteran porque siguen temiendo su existencia. Olvidan que para que regresen las guerrillas debe haber un régimen absolutista a los que muchos de ellos pertenecieron.
Para que se entienda en el idioma elemental del maniqueísmo los guerrilleros lucharon, dieron la vida por un país mejor: los otros, quienes torturaron, encarcelaron querían un pueblo sumiso, sin voz ni voto. Sólo quien desconoce la historia de México puede tratar de marginar a los guerrilleros de los libros de texto.