COLUMNISTAS

Blindar elecciones

 

Por Ricardo Homs

En el ámbito político se esperan tiempos intensos. Conforme se acerca el 2024 y se preparan los protagonistas para la campaña electoral del 2024, se radicalizan posiciones y se respira un aire de confrontación.

Por primera vez en la historia moderna de México un presidente en funciones olvida su rol de líder, -representante y vocero de todos los mexicanos-, y se convierte en líder moral de su partido y día tras día confronta a todos los críticos de su proyecto de gobierno y a los adversarios de su partido político.

Hasta hace cinco años, el presidente de la república, -fuese del partido que fuese-, representaba la unidad nacional. 

En contraste, el presidente López Obrador enardece a sus seguidores con sus arengas combativas en contra de sus adversarios, y ello presupone un alto riesgo de crispación social que se puede salir de control al fragor de la batalla electoral.

Un país enardecido y confrontado, -y una delincuencia organizada empoderada frente a la tibieza gubernamental-, son el caldo de cultivo para la violencia en las calles.

Este gobierno que evade responsabilidades en el combate a la inseguridad, -con total insensibilidad-, ha estimulado con su narrativa de confrontación ideológica y social, que la delincuencia organizada esté conformando una base social que seguramente actuará a favor de la conveniencia local del cártel dominante en la región.

Al generar base social que le respalde, la delincuencia está dotando a sus actividades que están fuera de la ley, de significados ideológicos que la justifiquen, presentándolas como una lucha social, aprovechando que el gobierno en su estrategia de adoctrinamiento para el sector educativo, está idealizando ante el sector magisterial los movimientos guerrilleros de los años sesenta.

La base social hará invisible al verdadero poder delincuencial, pues quienes enfrentarán a la autoridad ya no serán sujetos armados, sino pobladores sometidos a las órdenes de los líderes de los grupos delincuenciales y sus acciones siempre tendrán el blindaje de una demanda de tipo social o política, lo cual inmovilizará a las autoridades.

El presidente cada mañana echa leña al fuego, -dimensionando el entorno de conflicto-, y ante la respuesta de la sociedad que exige atención para los graves problemas que cotidianamente viven millones de familias mexicanas, entonces se victimiza. 

Si a lo anterior añadimos un desgaste del estado de derecho, -deslegitimado por el presidente, para sustituirlo por su personal visión de lo que debe ser la ley-, entonces se da un contexto de grave riesgo, en el que los beneficiados serán los grupos delincuenciales que operan regionalmente, impulsando a los candidatos que favorezcan sus intereses y neutralizando a los candidatos que consideren sus adversarios.

Lo que posiblemente seguirá después de las elecciones del 2024 será la conformación de ayuntamientos leales a los auténticos grupos de poder local y alcaldes sometidos al crimen organizado.

Es urgente blindar los procesos electorales que están por iniciar formalmente dentro de unas semanas, para evitar la violencia.

Son las autoridades electorales las que deben exigir a las fiscalías y a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana la instrumentación de un gran proyecto de blindaje para garantizar un proceso electoral pacífico y confiable.

 

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