COLUMNISTAS

El gran mito

Por Ricardo Homs

Hoy en tiempos electorales se vuelve importante ubicar en su justa dimensión un gran mito contemporáneo: que este gobierno y la 4T son de izquierda.

Sin embargo, un gobierno auténticamente socialista, -igualmente que un movimiento social de izquierda-, están conformados por gente congruente entre sus ideas y su estilo de vida. La sabiduría popular dice que todo se puede ocultar excepto el amor y el dinero.

Sin embargo, seguramente sólo serán unos cuantos los que pasen la prueba de la medianía franciscana que promovía el presidente López Obrador al inicio de su gobierno.

Socialistas con autos de lujo, que viven en barrios exclusivos, usan ropa de marca, mandan a sus hijos a estudiar en el extranjero, se atienden en hospitales privados, entre otros indicadores de bonanza y lujo.

Es un mito que Latinoamérica esté gobernada por íconos de la izquierda, excepto Chile, donde Gabriel Boric, -auténtico socialista con vocación-, hace grandes esfuerzos por marcar distancias con sus colegas.  

Como decía Eulalio Ferrer con el título de uno de sus libros: “de la lucha de clases a la lucha de frases”.

El oportunismo político al amparo de la etiqueta socialista es cotidiano.

El verdadero socialismo es un estilo de vida. Un ejemplo de congruencia política y personal lo ha dado a lo largo de su vida José Mujica, expresidente de Uruguay. De joven se inició en los movimientos guerrilleros de los Tupamaros y pagó esa etapa violenta con quince años de cárcel. Tiempo después, amnistiado se integró a la política ocupando cargos gubernamentales. Llegó al Congreso y fue nombrado presidente de Uruguay en 2010, terminando su gobierno en 2015.

Sin embargo, lo sorprendente es que su vida privada siempre transcurrió en un pequeño departamento y siempre tuvo su auto compacto.

Su congruencia política y personal traspasó fronteras.

En contraste, las principales dictaduras latinoamericanas han manejado el doble discurso. De palabra son socialistas, pero en la vida cotidiana y familiar, se construye un patrimonio personal a costa del “estado”. El estilo de vida familiar lo muestra. 

Ni Fidel Castro cuando combatió como guerrillero al dictador Batista a fines de los años cincuenta mostró ideología socialista. La historia muestra que apenas se encumbró en el poder y tomó el control de Cuba, lo primero que hizo fue buscar al presidente norteamericano John F. Kennedy, quien lo desairó y a partir de esta mala experiencia se acercó a la URSS, que entendiendo la gran ventaja militar que le ofrecía un enclave enfrente del territorio norteamericano, fue que le dieron todo el apoyo económico y militar, hasta que desapareció la URSS.

La conversión del gobierno revolucionario de Cuba y de los hermanos Castro al socialismo fue la conveniencia política y no la vocación ideológica.

Los mismos hijos de Fidel Castro mostraron siempre una vida opulenta.

El caso de Hugo Chávez fue similar. Su cercanía con Cuba y los hermanos Castro lo enfilaron al socialismo, ideología que le permitió justificar su carácter autoritario y dictatorial.

En México sucede algo similar. A este gobierno la etiqueta socialista le permite formar parte del “Club de Tobi”, conformado por los gobiernos afiliados al Foro de Sao Paulo y Puebla.

La ideología socialista justifica los arranques populistas y les da credibilidad.

Este gobierno de la 4T describe con exactitud el modelo populista instaurado por el presidente Luís Echeverría en los años setenta. Por ello conviven políticas cercanas al socialismo con otras cien por ciento neoliberales, lo que ha permitido no generar pánico entre el sector empresarial, manteniendo la estabilidad macroeconómica.

Sin embargo, la candidata morenista Claudia Sheinbaum  es un enigma. Su formación política en los grupos radicales de la UNAM, -mientras ella estudiaba ahí-, permite la infiltración ideológica de tipo socialista. Veremos quienes formarán parte de su círculo de confianza, más allá de sus compromisos políticos.

Más allá de las etiquetas políticas, debemos estar atentos a las acciones de gobierno.

¿A usted qué le parece?

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