Norma Piña, el sublime cinismo y desfachatez en NY
Por José Lima Cobos
La desfachatez o el cinismo de una ministra no puede ser por demás elocuente, en el caso de Norma Lucia Piña Hernández que al participar —por cuenta de los impuestos de los mexicanos— en un encuentro ante el Congreso Mundial de Leyes, que se celebró en Nueva York y manifestar que se debe evitar la politización del trabajo de los jueces porque “debilita su independencia”, alegando que le alarma la idea de que los tribunales constitucionales se rijan por las reglas de las mayorías y que la legitimidad de la función judicial se encuentra cuestionada, como se observa en México en que se evidencia un alineamiento con las fuerzas proempresariales y mediáticas que se oponen, por sistema al gobierno federal, como se ha demostrado en que, las decisiones de los tribunales se ubican en el camino opositor, al cuestionar las obras emblemáticas que se realizar, después de más de treinta de sequía de la inversión del gobierno a favor de la nación.
Los casos son elocuentes y se pueden identificar de manera clara, pues los malos ejemplos, están a la vista, como del ministro Juan Luis González Carranca que canceló la orden de aprehensión contra el gobernador Francisco Cabeza de Baca del Partido Acción Nacional, —ahora ambiciona ser candidato a la presidencia— pese a que había procedido el juicio político y el desafuero en su contra, que es inatacable por provenir de la decisión del congreso de la unión y está en la constitución, o bien , en cuanto a la jurisprudencia propuesta y aprobada por la Segunda Sala, del ex ministro Medina Mora que establece que el gobierno mexicano no puede congelar las cuentas de la delincuencia organizada, si no es solicitado por un gobierno extranjero, es decir, los ministros no sirven a las grandes mayorías pero si eficaces a los intereses de las minoría y en contra del bienestar popular, eso no se les da, se inmunes a la sensibilidad social, son personas o individuos sin sentimiento, sin corazón.
La ministra Piña, es la presidenta de la Suprema Corte de Justicia que inobservando el protocolo ceremonial que se rinde al Presidente de la República —y quien viste la bandera nacional, máximo símbolo, como el himno nacional— se mantiene de manera desdeñosa y soberbia sentada en el Aniversario de la Celebración de la promulgación por el Presidente Carranza de la Constitución Política de los Estados Mexicanos, que juró guardar y hacer guardas, así como sus leyes y que ahora asiste a un congreso fuera del país hace resaltar que “el discurso de odio, los argumentos sin razón, las constantes críticas, la adjetivación y descalificación de las juezas y jueces”, ello en clara referencia a lo que de que el Presidente López Obrador ha expresado en el legítimo derecho a la libertad de expresión y de manifestación de sus ideas Artículos 6 y 7 constitucionales, lo que ha sido constante en cuantos a los actos y omisiones tanto de ministros, magistrados y jueces, sin embargo, jamás ha actuado en su contra o se ha denunciado de que, es lo oscurito cuestiones las determinaciones, sino que, respetando las leyes que operan en la impartición de la justicia, no se ha actuado con autoritarismo o como si se viviera en una dictadura, por el contrario, por acreditarse el propósito mal sano, para de que el país se hunda en su desgracia, ha hecho de que lo público sea más público y que el pueblo determine su futuro.
PETICIÓN SIN SENTIDO
Si existiera honestidad de la ministra Norma Piña, en ese congreso debió de reconocer que el presidente ha señalado que el poder judicial está podrido y en su caso, debió de reconocerlo por ser un hecho notorio y tan es así, que si bien el Artículo 127 es preciso, en cuanto a nadie debe –ni puede- ganar o percibir más emolumentos que el que percibe el presidente de la nación, ya se hubiera actuado en contra de los once ministros que, desde el 2009, han atracado y saqueado los recursos de la nación con la complicidad silenciosa, tanto del poder ejecutivo como el legislativo —son ministros de dedo— cuando, de ser congruentes en todos los actos, si todos ellos, ya se dijo, son producto del dedo presidencial, se les hubiera fincado responsabilidad, al atentar, no contra de la Ley de Contabilidad y Responsabilidad Hacendaria, sino contra la Constitución celosos guardianes a que devuelva el enriquecimiento ilícito con que han incrementado su patrimonio, lo que es ofensivo en síntesis, en devolver al pueblo lo robado, mediante este instituto que se creó para apoyar a las grandes mayorías nacionales. Ese paso no se ha dado aún, pero anido la esperanza de que llegara en su momento, que las condiciones lo permitan.
El actuar del poder judicial en materia económica, se ha apoderado del manejo de los recursos fiscales que deben estar en la tesorería de la federación , pues al sostener un fideicomiso de más de veinte mil millones de pesos para trastupijes internos, deber ser motivo de responsabilidad penal.
Si la constitución y sus leyes son precisas y contundentes, no puede dejarse a la interpretación caprichosa de los ministros su observancia y menos, que se haga la voluntad de Dios en los bueyes del compadre sin mayores consecuencias y su actuar jurídico esconde perversidad, como es de resolver los amparos para efectos, —plan con maña—que quiere decir acumular expedientes para reclamar mayor presupuesto a la cámara de diputados que es la que autoriza el gasto, y de esa manera esconder recursos y han escondido su agandalle en tanto las mayorías nacionales, carecen de lo más indispensable.
Esta situación es algo que raya en la ignominia más espantosa que, el guardadito de la Suprema Corte de Justicia se dedique a privilegios y canonjías que se niegan a la mayoría de la población, constituyendo la burocracia dorada de la justicia, con cárceles repletas y gastos por demás onerosos que por ser ofensivos, tienen que excluirse.
La ministra Norma Piña esconde su dignidad, porque desde el 2009 medra sin pudor alguno y la pudrición que existe en ese poder, lo que debió de haberlo expuesto para que justificara su intervención, reconocer errores del pasado, para que ya no repitan, y regresar con la cabeza en alto y de haber observado lo que el presidente Juárez expresó: vivir en la medianía que da la retribución del servicio público.
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