Javier Milei y el papa se abrazan tras canonizar a primera santa argentina
El papa Francisco y el presidente de Argentina, Javier Milei, se abrazaron el domingo en la Basílica de San Pedro en un encuentro de la fe y la política argentinas durante una misa para canonizar a la primera santa argentina.
La ceremonia para declarar santa a Mama Antula era el primer encuentro entre el papa argentino y Milei, que una vez llamó “imbécil” al papa por defender la justicia social. El presidente, que se sentó a la derecha de Francisco en el altar principal durante el acto, se inclinó y dio al papa un gran abrazo cuando Francisco se acercó en silla de ruedas al final del servicio.
«Muchas gracias…!!!”, escribió Milei en Instagram junto a una foto del abrazo.
Mama Antula fue una mujer laica del siglo XVIII que cuidaba a los pobres y ayudaba a mantener la espiritualidad jesuita con vida en Argentina después de que la orden religiosa, a la que pertenece el papa, fuera expulsada.
Muchos argentinos acudieron a la canonización, que se convirtió en una fiesta argentina en Roma. Milei saludó a seguidores en los bancos a su entrada en el templo.
Milei tenía previsto reunirse en privado con Francisco el lunes antes de otras reuniones en privado con la mandataria italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni y el presidente del país.
Durante su campaña, Milei describió a Francisco como “imbécil” y “representante del maligno en la Tierra”.
Francisco tuvo una larga conversación con Milei tras su victoria electoral en diciembre y ha indicado que le ha perdonado por sus comentarios de campaña. Francisco ha dicho que baraja visitar Argentina este año, en el que sería su primer viaje a su país natal desde que fue elegido en 2013 y posó para fotos antes de la liturgia, mientras que mujeres argentinas en particular rendían homenaje a una santa que desafió las normas para las mujeres de su tiempo para difundir su fe.
En su homilía, Francisco elogió a Mama Antula como modelo de caridad e instó a los fieles a tocar de verdad las heridas de los pobres, igual que Jesús superó el miedo y el prejuicio para tocar las heridas de los leprosos.