El pretexto de la violencia, seguridad o libertad es el dilema
<<La exaltación de la violencia como forma de infundir miedo y desacreditar gobierno es parte de una estrategia política>>
Por Ángel Álvaro Peña
Llamado el equilibrio imposible seguridad y libertad, es una fórmula peligrosa que restringe las libertades del ser humano y atenta contra la democracia y la dignidad de las personas. La búsqueda de soluciones reales para combatir la inseguridad muchas veces es interpretado como pasividad, negligencia o cobardía.
Aquella frase que en algún momento pronunció el Presidente de la República de abrazos no balazos, le ha costado muchas críticas de la oposición. Cómo combatir la violencia con violencia, es una de las disyuntivas más reiteradas en la política del país. Se han ampliado las diferentes formas de erradicar el delito pero no son suficientes.
Por ejemplo, una de las acciones más contundentes es la del bloqueo de cuentas bancarias, que anteriormente no se aplicaba. Y donde la labor de algunos jueces es evidente como el caso del desbloqueo de las cuentas de la esposa de Genaro García Luna, en México, en el momento en que era juzgado en Estados Unidos. Otra es la defensa de los derechos humanos de los delincuentes, quienes han perdido la sensibilidad humana, pero se insiste en que debe ser protegida su integridad.
En Estados Unidos, a partir de la violencia que ocasiona la venta indiscriminada de armas, en algún momento la población escogió la seguridad ante la libertad. Se trata de una población que no conoce la participación política y muestra de ello es un bipartidismo que terminará por no representar a nadie.
Como sucede a lo largo de la historia de México, hay segmentos de la población que siguen considerando que lo que hace el vecino del norte es lo mejor y copian como si se tratara de una bendición todo lo que de Estados Unidos proviene.
Recordemos que cuando fue jefe de la policía uno de los precandidatos de Morena a la Presidencia de la República trajo al alcalde de Nueva York para que en la ciudad de México se impusiera la regla de Cero Tolerancia, que pasó sin pena ni gloria, pero creó muchos resentimientos en la población porque se excedían los policías con personas inocentes en nombre de la lucha contra la violencia.
VIOLENCIA EN EL PAÍS
En estos momentos electorales vemos el recrudecimiento de la violencia a lo largo y ancho del país. Esto lo utiliza la oposición para decir que la actual administración no puede realizar su responsabilidad principal y añade que el Presidente debe acabar con la violencia en lugar de participar todas las mañanas en su conferencia matutina. La obsesión por callar al Presidente en las mañanas lleva más de 4 años y medio y no lo han logrado. Así, el hecho de que continúe llega al extremo de llamarle atentado a la libertad de expresión.
Así, la violencia debe tener un lugar preponderante en el país y la administración pública no debe realizar otro trabajo que el de garantizar la integridad de los mexicanos, cueste lo que cueste. La realidad de los dos países vecinos es muy diferente y tienen en su historia y sus leyes, grandes diferencias. A pesar de esto hay quienes quieren hacer una copia exacta de esta situación no para condenar al delincuente sino para culpar al gobierno.
Endurecer los castigos, reformar las leyes hasta hacerlas injustas, restringir el libre tránsito dentro y fuera del país, como quería la oposición durante la pandemia, son algunas de las pocas propuestas reiteradas de la oposición en más de cuatro años y medio de iniciada la actual administración.
Para lograr su cometido y convencer al electorado que su propuesta es la mejor se ha dado a la tarea de organizar los zafarranchos, sus bloqueos de carreteras, sus cierres de calles, y una serie de acciones que muestra, por sí misma, la mano que mueve ese desequilibrio.
El mejor puente para que los organismos internacionales condenen al gobierno de México es a partir de la prohibición de los derechos ciudadanos, por eso se dicen tan ofendidos y argumentan que no hay libertad de expresión, aseguran que los derechos humanos se violan, que no estado de Derecho, que hay Estado fallido. Todo lo anterior relacionado, de una manera directa o indirecta, con la violencia que en muchos casos la propia oposición propicia.
Es evidente los nexos de algunos miembros distinguidos de la oposición con delincuentes profesionales y las denuncias y encarcelamientos durante este sexenio así lo demuestran. La oposición se ha ocupado todos estos años en hacer de la inseguridad el principal problema del país, a pesar de que hay conflictos mayores, donde la población es afectada en su ámbito vital, como la escasez de agua, los alimentos alterados, la desaparición del maíz, el daño al medio ambiente, etc. Para la oposición sólo cuenta la inseguridad.
Para que no hay duda sobre la dimensión del problema ahora han empezado a ocurrir asesinatos políticos. Ya han matado a personas cercanas a los precandidatos de Morena a la Presidencia de la República y no hay manera de saber los móviles o de descubrir a los autores intelectuales de estos atentados.
Buena parte de la inseguridad del país se debe a las posturas de una oposición a la que no le importa la gente, ni el bienestar social ni la educación, sólo quiere regresar a gobernar para imponer sus condiciones y preservar los privilegios que le han sido arrebatados y devueltos a sus dueños originales.
Así, se piensa sacrificar la libertad, y, por lo tanto, la democracia en nombre de una inseguridad ficticia, que todos quieren hacer no sólo real sino peligrosa, cuando en realidad el peligro proviene de los métodos que intentan detener esa violencia que es prefabricada. Desde los asaltos a joyerías, hasta el asesinato, los cierres de carreteras, la quema de vehículos, el robo al transporte de carga, son esquemas que la propia oposición quiere imponer.
La violencia no está en la supuesta negligencia sino en la manera en que la violencia garantiza la impunidad a través de mecanismos legaloides donde tienen que ver desde los policías hasta los ministros delas diferentes cortes. Hay excepciones, pero no cabe duda que hay jueces que se prestan a liberar a delincuentes a cambio de dinero.
Seguridad y libertad se contraponen desde la perspectiva de una política carente de propuestas constructivas. La destrucción es la forma de hacer política de una derecha que se agota hasta la extinción.